Categorías: Editorial

Civismo y progreso social

Hay muchos aspectos en los que es posible fijarse para descubrir el grado de desarrollo social de un país o de una organización. Uno de estos niveles es el modo en que se comportan los conductores respecto a los otros usuarios de la vía y en relación a los peatones. En nuestra ciudad, con las limitaciones geográficas conocidas por todos, sólo es posible observar las maneras de quienes están al volante durante sus desplazamientos por vías urbanas. Se puede ver cómo se comportan en las intersecciones, cómo reaccionan cuando en su trayecto se encuentran con un ciclista, cómo actúan ante un semáforo en ámbar, cómo responden ante un error de otro conductor... y cómo estacionan sus vehículos. En este último aspecto no se aprecian avances, sino todo lo contrario. Los datos que maneja la Consejería de Seguridad Ciudadana indican que los melillenses no somos especialmente cuidadosos a la hora de decidir dónde dejamos aparcado nuestro vehículo. O, en todo caso, somos menos cuidadosos que hace un año. O, quizá, los agentes de la Policía Local son más perspicaces a la hora de detectar automóviles mal estacionados. En cualquier caso, las multas por aparcamiento incorrecto han aumentado con respecto a 2012.
Las sanciones de tráfico castigan comportamientos que ponen en riesgo a otros ciudadanos, dificultan la circulación o suponen molestias para otros usuarios. En todos los casos señala una falta de ‘civismo’ en la conducta del destinatario de la multa.
El ejemplo contrario lo encontramos en la evolución registrada en el Ejército a lo largo de las últimas décadas respecto al papel que desarrolla la mujer en esta organización. Se puede reprochar a las Fuerzas Armadas que el progreso en este campo no ha sido tan rápido como sería deseable y que aún no se ha llegado al final del camino de la igualdad plena entre hombres y mujeres. Pero también hay que reconocer que cada uno de los avances se ha consolidado como punto de apoyo del siguiente para seguir eliminando este tipo de discriminación.
En este asunto, el Ejército español no ha dado hasta ahora ningún paso atrás, aunque falta que esta apuesta por la igualdad impregne también a lo más alto de la jerarquía.
Ayer, durante las jornadas organizadas por la Comgemel sobre sociedad civil y Fuerzas Armadas, la comandante Sonia Rubiano se congratulaba del progreso de las mujeres en el Ejército desde la llegada de las primeras féminas, allá por el año 1988. Ojalá dentro de unos años la Comgemel continúe celebrando este tipo de actividades y al frente de las distintas unidades en Melilla se encuentre una mujer que desarrolle su trabajo al mismo nivel que hoy lo desempeña Alvaro de la Peña y que ésta luzca entonces los mismos galones que el actual comandante general de Melilla. Será la prueba de que el desarrollo social y el civismo han continuado avanzando imparables en nuestro Ejército y que lo han hecho más raudos que hasta ahora.

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