–¿Que valoración hace del cierre de la aduana comercial con Marruecos?
–La falta de aduana comercial entre Melilla y Marruecos no es una buena noticia para la economía de Melilla. Se enmarca en un proceso que está afectando a todo el norte de África y a Ceuta también le está afectando. Aunque Ceuta nunca ha tenido una aduana comercial. Pero creo que es un error poner el foco solo en el cierre de esta aduana y pensar que el problema es fundamentalmente ese. El problema es más grande. Afecta a la función económica que Melilla y Ceuta puede jugar en el marco de la economía marroquí y aquí la aduana comercial es un elemento más.
Evidentemente, hoy en día, hubiera sido una gran ventaja el poder vehicular por esa aduana comercial la mercancía. Eso en el caso de que se asuma que Marruecos iba a actuar de igual manera. Al final en esta situación se abre un juego de posibilismos y difícil asegurar que hubiera pasado.
Pero está claro que no es una buena noticia y pido prudencia para no confundir el marco del problema. No está en la existencia o no de la aduana comercial. Ceuta ha exportado el doble que Melilla sin aduana y los problemas que padece la ciudad hermana no tienen que ver con esa aduana que nunca han tenido.
Si enfocamos la situación en el síntoma equivocado va a provocar que nos confundamos en las soluciones que se van a proponer. Creo que hay que tener esto presente.
La aduana comercial impacta de manera diferente en los distintos tipos de empresas. Hay empresarios que instrumentalizan y explotan la aduna comercial y otros que no. De manera que no todos sufren el impacto de la misma forma.
Creo que no ha sido una decisión acertada por parte de Marruecos. Pienso que los que tienen que tomar la decisión de usar o no una frontera o un canal comercial son los que lo utilizan y no los que lo administran. Es como si el Gobierno de Francia determina que se puede usar un puerto frente a otro porque haya otras relaciones detrás. Son los operadores que llevan mercancía los que tienen que elegir cuál es el puerto más competitivo. Para mí esto es lo relevante. Esta decisión, en mi opinión, carece de fundamento económico y cuando uno toma decisiones en contra del fundamento económico al final va a causar más perjuicio que beneficio. Y con esto creo que todos los empresarios melillenses están de acuerdo.
–¿Cree que serían compatibles el desarrollo del puerto de Nador con la aduana de Melilla?
–Deberían de ser compatibles. La mejor forma de incrementar los tráficos en el puerto de Nador es mejorar las condiciones de competitividad del propio puerto. no es bloquear otros accesos competitivos. No es una buena decisión económica utilizar este tipo de restricciones para potenciar tu actividad. No es con lo que la UE ha fundamentado su poder económico. No es con lo que las relaciones de la UE con sus vecinos ha fundamentado el desarrollo económico, sino favoreciendo las mejores condiciones. Éste es el fundamento de la economía moderna.
–¿Qué le han comentado los empresarios sobre este tema?
–Pues tienen una profunda preocupación e incluso una cierta frustración. Cuando uno ve que se comente un error y éste le afecta causa una serie de sentimientos con los que es imposible no empatizar. Y es imposible no darles la razón. Pero también hay otras opiniones de empresarios con las que no estoy de acuerdo porque quieren llevar a cabo una reacción ante este problema que no es conveniente. Las cosas pueden empeorar. Hacer un adecuado análisis de cuál es la situación de Melilla, de cuál es la situación de nuestro entorno, cuáles son nuestros puntos fuertes, cuáles son los débiles y procurar poner en marcha políticas que nos hagan ser aún más fuertes, en enfocarnos a más de un mercado, que en lugar de insistir en un mercado que está en declive porque las circunstancias ajenas a la propia realización del negocio sino que son las variables del entorno determinan que no pueden continuar como han hecho hasta ahora pues primero es el sino de los negocios.
Los negocios tienen una cosa buena que es que siempre se pueden adaptar y creo que las administraciones tenemos la obligación de liderar, de acompañar o de apoyar todo lo que signifique abrir una puerta cuando otra se cierre. Hay que intentar que no se cierren las puertas pero la política no puede quedarse ahí porque hay ocasiones en la que se produce por el cambio de paradigma económico. Hay que entender hasta qué punto las actividades que hay en la ciudad pueden pervivir, en qué cosas las hacemos mejor que nuestro entorno y podemos competir mejor, qué alianzas podemos establecer que hoy no tenemos, quizás porque no nos ha hecho falta, pero que ahora sí y que debemos construir. Yo no pretendo que nadie que se vea perjudicado en sus intereses o que vea con desagrado lo que está ocurriendo silencie su opinión. Eso nos da un estímulo para trabajar y un compromiso. Pero sí digo que tenemos que hacer más cosas que solo intentar hacer de contrapedal en la bicicleta. Hay cosas que se podrán mitigar, pero también hay que levantar la cabeza y mirar a nuestro entorno con una nueva mirada. Esto es una necesidad que tenemos. Melilla ya lo ha hecho antes y lo va a volver a hacer.
–¿Cómo valora el trabajo del Gobierno central?
–Me gustaría que los melillenses escuchasen con atención las declaraciones que hizo el ministro de exteriores el verano pasado en la comparecencia que hizo en el Congreso. De manera muy inteligente, puso encima de la mesa los elementos que de verdad están dominando esta situación. Nosotros como melillenses muchas veces no somos conscientes de que son relaciones entre dos países y que nosotros, desde nuestro lado de la frontera, se han tomado decisiones que han tenido impacto al otro lado. También hay que tener presente que la idiosincrasia y las características que definen la economía y los actores económicos de un país avanzado, como España, tiene diferencias con otras economías con las que somos fronterizos y que no funcionan igual. Hay cosas que funcionan bien en una economía y otras que no, y viceversa. Para algunos negocios esto es una ventaja y otras son inconvenientes.
En todo este proceso, que tiene un nivel operativo, que fue ver a aquellos camiones parados en la frontera o ahora ver que no funciona la aduana, hay un nivel superior que es el diplomático. Lo que se habla en esta fase sale al público cuando toca, es decir, cuando el clima es adecuado, cuando la decisión es firme... Pero es que a veces estas negociaciones ni son cortas ni fáciles. Uno puede pensar que se va a abordar un tema muy concreto y cuando se entra en la reunión, y esto se le entiende al ministro de Exteriores, ve que no hay una sola cuestión sobre la mesa, sino que hay otros temas que están desajustados.
–¿Sabe algo más de las negociaciones entre ambos países?
–Sobre estas conversaciones del grupo de trabajo entre Melilla y Marruecos sé tan poco como los propios empresarios porque así tiene que ser. Son negociaciones de Estado y los asuntos que se abordan los tienen que saber las personas encargados de ellos y los demás debemos estar al margen hasta que termine.
El resultado que vaya a haber, que yo deseo como melillense que sea positivo, es decir que la economía marroquí, la española y la melillense se conectaran todo bien posible y eso una aduana comercial lo va a facilitar y el coste de transacción va a ser mucho menor. De eso nos vamos a beneficiar todos. Ése es mi pensamiento como economista. Y no solo que se abra en Melilla, sino también en Ceuta. Eso es posible, pero también es viable lo contrario. No sé por dónde va a ir la respuesta final pero entiendo como economista que las economías se conectaran aún más. La clave del éxito de la UE como potencia económica fue eliminar las barreras interiores y los costes de conexión.
Me consta que el trabajo de dicha comisión está siendo intenso. Que tiene idas y venidas. Y también entiendo que el clima político en nuestro país y en Marruecos influye en cual va a ser la salida.
Pero ninguno en nuestra economía diaria hacemos depender todo de una sola cosa. Independientemente de cómo resulte el tema de la aduana comercial, creo que Melilla tiene que hacer este ejercicio que deseamos emprender desde el Gobierno local: tenemos que ser capaces de generar las expectativas razonables que nuestra economía permita y revisar cómo se conecta la economía melillense con las economías de su entorno y no solo con Marruecos, sino el resto del norte de África. Se está formando una Unión Aduanera Africana y también tenemos una Unión Aduanera Europea. Con esta última nos relacionamos de una cierta forma que se ha demostrado óptima para el comercio transfronterizo con Marruecos. Pero puede haya otras formas de relación. Ls solución que se adoptó hace 40 años admite revisión. Pero no cambiar por cambiar, sino basado en datos y en análisis rigurosos y no apasionados ni basados en creencias ni en intereses personales, sino construyendo la Melilla del futuro para nuestros hijos. Ahora hay que convivir con esta realidad. La realidad de una aduana que está cerrada, también del sentimiento de empresarios que no lo están pasando bien, y la necesidad de tener empatía con los melillenses que serán mayores dentro de 20 años y que nos van a mirar y nos van a preguntar: “¿vosotros qué hicisteis?”.
–Acsemel aseguraba en una entrevista a El Faro que Marruecos tomó la decisión de cerrar la aduana tras ponerse sobre la mesa en Melilla el debate de la entrada en la Unión Aduanera.
–Personalmente y como secretario de Economía y Empleo del PSOE cuando propusimos que Melilla pensase o valorase entrar en el territorio aduanero común era porque decíamos que era una forma de blindar una frontera que teníamos con Marruecos que Ceuta no tenía. Es efecto era precisamente el que estábamos buscando.
Pensar que Marruecos lo hace para evitar esa posibilidad, yo no lo veo por varios motivos, pero fundamentalmente porque el país vecino tiene otras formas de hacer ver esa cuestión y el objetivo declarado suyo fue beneficiar los tráficos del puerto de Beni Enzar.
–Los empresarios demandan estar en las reuniones de la aduana para dar a conocer mejor la situación
–¿Están los empresarios marroquíes en las reuniones? Le digo ya que no. Los empresarios melillenses tienen acceso directo a los representantes del Gobierno en Melilla. No hay elemento informativo, propuesta o sugerencia que encuentre la menor barrera para ser atendida y entendida por las personas que representan al Ejecutivo en Melilla. Y estas personas hacen su trabajo y trasladan esas impresiones e ideas al Gobierno central.
Una decisión de este tipo o el análisis de cómo tienen que ser las relaciones difícilmente se puede hacer bien si los interesados en esos negocios particulares están sentados ahí. Los intereses de Melilla están allí junto con otros más. No es una buena propuesta que estén físicamente en las reuniones porque para empezar tendría que aceptar Marruecos que estuvieran allí sentados. Las características de esta negociación diplomática son el sigilo, la reserva y el trabajo racional y su presencia lo dificultaría.
Lo que sí puedo garantizar es que nosotros no es que traslademos, sino que vivimos estas cuestiones. En este sentido, por ejemplo, la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, y su equipo, están en contacto directo con lo que sucede en la frontera y de las dificultades de los empresarios. Si estuviéramos en otra ciudad más grande, como Madrid, pues a lo mejor se podría perder esa relación. Pero estamos hablando de aquí hay una relación de convivencia entre todos.
No creo que haya un déficit de conocimiento, de interiorizar o de percepción de la urgencia de dar una solución a este tema.
–¿Qué mensaje puede dar a los empresarios sobre este asunto?
–Me gustaría que vayamos incorporando la visión moderna que hay sobre el hecho aduanero. Muchas veces entendemos que una aduana entorpece más o menos el tráfico en función de cuánto se cobra de arancel. Es un hecho importante, no voy a decir que no. Sin embargo, cuando hablamos de acuerdos comerciales modernos, como el CETA con Canadá, no son tratados que se refieran a reducir los aranceles, sino a reducir todo el resto de inconveniencias que se producen en el tráfico de mercancías. De manera que si solo te atienden unos pocos días a la semana en la aduana, no es tan importante lo que cobran por pasar, sino todos los costes que hay que asumir por ese bajo rendimiento de la frontera. Entonces, entender que Melilla puede jugar un gran papel en el comercio internacional y no solo por los aranceles que tenga, sino por lo eficaz que sea en el procesado de mercancía puede hacer que, con las mismas ventaja aduaneras que tenemos, si mejoramos nuestra forma de procesar, si mejoramos cómo movemos la información en la ciudad, la cualificación de las personas que hacen ese trabajo, la velocidad del proceso, nuestras instalaciones portuarias... todo eso puede pesar tres o cuatro veces más que el arancel. No pensemos que porque tengamos unos impuestos bajos ya somos atractivos porque, en el comercio internacional tienen un peso los aranceles, pero también lo tiene todo lo que se llama las barreras no arancelarias. Éstas últimas pesan en el cálculo arancelario y los acuerdos internacionales de economía hoy en día están enfocados en eso.
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