Celadores: los ‘runners’ del Comarcal

 El colectivo afirma que no paran de  un lado a otro del hospital porque no hay plantilla para cubrir las necesidades.

Está muy de moda lo de salir a correr por la ciudad. Pero los auténticos ‘runners’ de Melilla son los celadores del Comarcal. Estos profesionales llevan varios servicios a la vez y no paran en todo el día de un lado a otro del hospital. Recuerdan a sus compañeros y a la Administración que tan sólo tienen dos piernas y dos brazos y que no pueden hacer todas las cosas de forma “urgente” como les reclaman. Hay 40 celadores cuando en Ceuta son 80. Llevan tres semanas protestando en las puertas del centro hospitalario por la falta de personal y porque no quieren seguir siendo los que más corren, pues su salud está en juego.
Pero, ¿quiénes son estos profesionales? ¿Por qué eligieron ser celador? El Faro conversó con varios para conocer mejor cuál es su papel en este hospital.
Una celadora que es fija prefiere no decirnos su nombre. El coordinador del servicio les ha llamado la atención por hablar con los medios de comunicación si están trabajado. Utiliza los 20 minutos del desayuno para ir a la protesta que ayer organizaron, pero teme que le vuelvan a decir algo.
Esta profesional confiesa entre lágrimas que llega tan agotada a casa que no puede hacer vida familiar. Su marido la anima a salir, pero con qué ánimo se levanta del sofá cuando no ha podido ni tomar un café en toda la mañana y no ha parado de recibir quejas de unos y otros porque no llegaba cuando solicitaban su servicio. Pero es que lleva varias unidades del Comarcal y no puede estar en todo.
Recuerda un día que estuvo más de dos horas en Psiquiatría hasta que se calmó un paciente. Mientras atendía a esta persona no paró de recibir peticiones y cuando salió de esta asistencia tenía mil cosas que hacer. Ningún otro celador podía hacer ese trabajo porque sus compañeros también tienen mucho trabajo. “Es inhumano y el día de descanso no es suficiente para recuperarnos del estrés no sólo físico, sino también emocional”.
Otra celadora que lleva mucho tiempo en el Comarcal es Dolores Loriente. Dice que los diez años que lleva como celadora le pesan mucho. Se pregunta si la Administración cree que tienen patines o vuelan porque hay días que no puede ni respirar.
Todos los profesionales entrevistados por El Faro subrayan que, a pesar de que tienen mucho trabajo, se ayudan unos a otros y se cubren. Se preguntan cuánto tiempo van a estar así, corriendo de un lado, pero vestidos de blanco, sin mallas de colorines ni zapatillas de deporte.

“Me encanta la profesión porque ayudas a los pacientes”

Isabel Fernández se vino de Zaragoza a Melilla hace unos años. En el 2005 comenzó a hacer cursos de celador. Le encanta esta profesión. Afirma que se tiene un contacto directo con los pacientes y que siente que puede ayudarles ofreciéndoles consuelo y cariño. Fue en el 2012 cuando empezó a trabajar en el Comarcal. Afirma que no ha parado de crecer la carga de tareas en estos años. Ella sólo trabaja cuando los demás cogen vacaciones así que no puede planificar salidas de Melilla ni en Semana Santa ni en verano ni en Navidad, pero espera esos contratos como agua de mayo. Tiene una familia que mantener y cuando no está en el hospital, “se tiene que buscar las habichuelas”.

“Somos como burros de carga    y mozos de todos los servicios”

Francisca Fernández señala que hace diez años que trabaja en el Comarcal, pero hace pocos meses ha conseguido llegar a los tres años de cotización. Ha encadenado contratos de días y semanas. De hecho, ahora tiene uno de dos meses y es el más largo que jamás ha firmado. Con esta perspectiva no puede planificar mucho su vida. Cuando desea ver a sus tres nietos que viven fuera de Melilla, se pone ‘no disponible’ en la bolsa de trabajo, un logro que consiguió el colectivo.
Afirma que les tratan como si fueran “burros de carga” y son “mozos para todo”, pues cargan con cajas de medicamentos, trasladan sillones y no paran de andar de un lado a otro del hospital.

“El trabajo es horrible y vamos corriendo de un lado a otro”

Dolores Loriente lleva diez años en el Comarcal como celadora. Su tía ejercía esta profesión y le encantaba su profesión. Sin embargo, ahora está desilusionada. “El trabajo es horrible y vamos corriendo de un lado a otro”, asevera. Hay pocos celadores por lo que cada uno de ellos lleva varios servicios. Afirma que no termina de hacer una tarea cuando ya la llaman de otro lado. “Se creen que llevamos patines o que volamos”, apunta. Resalta que lo único que piden es más compañeros para hacer aún mejor su trabajo. La sobrecarga diaria está haciendo mella en su salud y en la de otros compañeros. Destaca que se ayudan entre sí, pero todos están igual de ocupados porque se hacen cargo de dos o más áreas del Comarcal. 

“Ser celador es un trabajo muy sacrificado en este hospital”

Karim Abdelkader es uno de los celadores del Comarcal. Muchos le conocen por su vena más artística, pues es un cantante conocido de Melilla. Pero en el 2007, un amigo le comentó que podría hacerse celador. Realizó varios cursos y en julio de ese mismo año comenzó unas prácticas en el hospital. Desde entonces forma parte de la bolsa de trabajo y le llaman, casi siempre, para cubrir vacaciones. De hecho, lleva nueve años encadenando contratos.
Recuerda que cuando entró a trabajar había personas que le dijeron que llevan unos quince años así, por lo que se hizo a la idea de que su vida no iba a ser diferente. Espera que estas protestas lleven a un incremento de plantilla y al menos, alguno de los temporales pueda enganchar un contrato más “decente”.
No puede organizar vacaciones ni planificar una vida normal porque no sabe cuándo le van a llamar. “Ser celador es un trabajo muy sacrificado porque en el hospital faltan profesionales para llevar a buen término todos los servicios en el menor tiempo posible. A veces es imposible llegar a todo”, apunta y añade que se atiende no sólo a las más de 80.000 personas que viven en la ciudad, sino a las de localidades marroquíes más cercanas.

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