El ambiente del centro de la ciudad es cada vez más navideño. Las compras y las luces crean un ambiente acogedor por las calles, pero este no solo huele a Navidad, sino también a castañas asadas, un manjar para acabar con una jornada de gasto. Los puestos que venden este fruto seco tan típico en otoño e invierno se encuentran en puntos estratégicos del centro.
Uno de ellos se ubica justo a la salida de un comercio que hace esquina, a mitad de la avenida Juan Carlos I Rey. Hay dos vendedores: uno prepara el carbón y asa las castañas, y el otro las pela y las cobra a los fanáticos de este alimento tan saludable, como recalcó Hassan, uno de los comerciantes. “Esto es buenísimo para los huesos”, dice mientras señala la bolsa de castañas donde describe los beneficios de estas: “Alivia el dolor de riñones y es un tónico para las venas”.
La elaboración de las castañas se basa en dejar preparando el carbón, mientras se cortan. Hay que esperar unos pocos minutos, y servirlas recién asadas. Varios sacos de castañas llegadas de Galicia están en este puesto para vaciarse. Según el día y la hora, el número de clientes varía. Los fines de semana, recalca Hassan, hay más variedad en los compradores, especialmente por los marroquíes que aprovechan sus días libres para comprar en Melilla, y de paso llevarse una buena cantidad de castañas.
Los melillenses también ayudan a la compra, aunque este año Hassan apunta que no está yendo tan bien como en los anteriores. En cuanto a la hora, la mayor afluencia de clientes es entre las ocho y las nueve de la noche. “De cinco a ocho vienen de uno en uno y compran poco. Un euro es lo que suelen gastar”, añade Hassan. Los puestos suelen abrir a las cinco de la tarde, aún cuando hay luz. A la hora y media ya ha anochecido y los primeros clientes se acercan a los puestos. Salima es una clienta que asegura que suele comprar continuamente cada vez que pasa por la avenida principal: “En invierno sienta muy bien, atrae ese olor y están muy calientes. así que siempre apetece después de las compras”. Aunque solo sea un euro, dice Samira, este alimento no falta a última hora de la tarde.
El puesto de la Plaza de España también es un buen lugar para comprar castañas. Justo a las puertas del Parque Hernández, un conductor de autobús que acaba de llegar a la última parada se baja para comprar una bolsa. Mohamed vende también boniatos, aunque las castañas siempre suelen ser las favoritas para los melillenses. “Depende del día puedo vender entre 10 y 15 kilos de castañas”, afirma Mohamed.
En este puesto, unas 13 castañas sale a dos euros, el precio medio que compra la gente. Los viernes y sábados son los mejores días en cuanto a beneficios. Los festivos, apunta Mohamed, también tiene una buena jornada de ventas. En cuanto a los boniatos, la media oscila entre las 12 y 15 unidades, una cantidad bastante pobre en comparación con las castañas. “Para preparar este alimento, tardo entre una y dos horas, por eso no se venden mucho”, dice el vendedor. A partir de las siete de la tarde, los boniatos están listos para los clientes. No prepara más de 15 para no desperdiciar. Ahmed es un cliente “de paso” en este puesto de castañas en la Plaza de España: “Tengo que coger el autobús y aprovecho, pero no compro siempre”. Ahmed admite que aunque no siempre quiera comprar “hay que colaborar” para ayudar a estos comerciantes. Es una niña que acude al puesto de castañas de la Plaza de España.
Compra un cartón con una decena para compartirla con su madre que la espera en el coche. Victoria sí suele ir al puesto de Mohamed a comprar castañas para compartirlas con su familia. Su madre la espera en el coche mientras ella va rápidamente a gastar un euro de castañas. “En el invierno sientan bastante bien, así que nos paramos un momento a comprar unas pocas”, añade Victoria. La hora de cierre suele ser entre las 22:30 y las 23:30 horas. Según el día, se alarga o se acorta la jornada. Es innegable decir que estos trabajadores ‘avivan la ciudad’ y ofrecen un ‘caluroso servicio’ a los melillenses y foráneos.