Carlos Rubiales Morales (8 de diciembre de 1955) Es catedrático de Dibujo y licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. Está casado con Manuela Duplas García y tiene tres hijos: Carlos, Manuel y Mary Carmen. Además de ser profesor, también dirige y presenta un programa sobre la Semana Santa de la ciudad en TVM llamado ‘Cruz de guía’. En cuanto a su filosofía de vida, afirma que es muy familiar. “Me siento muy bien con mi mujer y mis hijos. Quiero a mis amigos, un buen amigo es un gran tesoro”, añade.
En lo profesional, subraya que le gustan las cosas bien hechas. “Mis alumnos son parte de mi vida y procuro darles lo mejor de mí”. También indica que es católico y
amante de España, su cultura y sus tradiciones.
–¿Cómo se describiría a nivel personal?
–Soy una persona alegre y seria. Me gusta valorar lo positivo de la vida. Por lo general, optimista sin perder el sentido de la realidad. La cabeza en el cielo y los pies en la tierra.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
–Las corbatas.
–¿Le gusta llevar alguna joya? ¿Tiene algún significado especial?
–Mis mejores joyas son la alianza de casado y el crucifijo que llevo colgado al cuello. Me gustan los pisacorbatas y los gemelos, y tengo en especial aprecio el Escudo de Oro de la Hermandad del Rocío de Melilla y la Insignia de Oro del IES Leopoldo Queipo, que me impuso Isabel Quesada, entonces Directora Provincial del Ministerio de Educación, al cumplir los veinticinco años de permanencia en el centro. Estos emblemas tienen para mí un significado especial, el primero porque fui a la primera persona que la Hermandad del Rocío se lo concedió, tras el Pregón de Pentecostés de 2007; y el segundo porque, en 1989 lo diseñé a petición de la Asociación de Padres del Instituto.
–Expresión melillense que más use o que le llame la atención
–Me llama la atención ese saludo de: “¿Carlos, quéee…? Me hace mucha gracia. Y la respuestas de: “¡Aquí, tranquilo na má!
–Un rincón de Melilla del que nunca se aburre de visitar.
–El mar, desde cualquier sitio: la playa, Melilla la Vieja… En España hay ciudades con una belleza especial, pero las que están bañadas por el mar son perfectas. Y Melilla es perfecta.
–Su libro favorito. ¿Cuándo leyó el último?
–Hay un libro que me gustó mucho titulado ‘Con la noche a cuestas’ de Manuel Ferrán, fue Premio Planeta en 1968. Manuel Ferrán fue mi profesor de Historia del Arte en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, un gran profesor y magnífica persona. Ahora estoy leyendo ‘Las hijas del capitán’ de María Dueñas. Me gustó mucho ‘El tiempo entre costuras’ de la misma autora, porque muchas de las cosas que cuenta del protectorado las conocía gracias a que mi familia, por parte de mi padre, vivió en Villa Sanjurjo, hoy Alhucemas. Y también quiero destacar ‘El Negeb, el silencio de una huida’ de mi buen amigo Jaime Alonso Véliz.
–¿Películas o series? ¿Alguna favorita?
–La película por excelencia, dado que la he visto más de 20 veces, así como sus versiones en teatro: ‘Jesucristo Superstar’. Tuve la suerte de ver la versión de Camilo Sesto (1976) y la de Pablo Abraira (1984), ambas en el Teatro Alcalá Palace de Madrid, y la versión que hizo Bombalurina aquí en Melilla, y, aunque no pude conseguir entrada, fueron tan amables que me invitaron al ensayo general.
–Mi tiempo libre lo dedico a...
–Mi tiempo libre lo dedico a todo aquello relacionado con la creación artística. Me gusta el montaje de vídeos, disfrutar de una buena película en el cine o la televisión. Ir a conciertos, disfrutar de la familia y de los amigos y todo aquello que esté relacionado con la Semana Santa, las cofradías…
–Un recuerdo de la infancia.
–Muchos porque he sido un niño feliz. Le tengo que dar gracias a mis padres, y a mis tías y abuelas por hacer de mi niñez una infancia feliz. El recuerdo relacionado con Melilla es cuando llegábamos, desde Zaragoza para pasar las vacaciones y tras el atraque del Vicente Puchol o del Antonio Lázaro, en el puerto, íbamos a desayunar al Café Correos. Aún tengo en mi memoria el sonido de la cafetera exprés y ese café con leche acompañado de unos churros riquísimos.
–Un juguete.
–Sin duda el Tiburón Citroën Payá. Fue uno de los regalos que más ilusión me hizo aquella mañana de Reyes. Sin olvidar el Cine NIC, que tenía un mecanismo muy sencillo y yo mismo dibujaba mis películas en papel vegetal y luego las proyectaba. Ese fue un regalo de mi tío Rodrigo. Y los juguetes de construcción, Exin Block, Exin Castillo… ¡Ah! y mi inseparable amigo, que dormía conmigo, un mono que tenía en sus manos una botella y un vaso y que se le daba cuerda, y hacía el movimiento de llenar el vaso y beber.
–Su fiesta favorita.
–La Semana Santa, porque es una fiesta a pesar de conmemorar la pasión y muerte del Señor y, sobretodo, porque tiene un final esperanzador: la resurrección. Me gusta cómo en España la celebramos, con las procesiones en las que los pasos son el Evangelio hecho arte, un museo efímero al aire libre, que luego puede contemplarse en los templos. Y por la ilusión desde niño la noche de Reyes, es una de las fiestas más entrañables, tanto cuando eres niño como de mayor. Esa noche vuelvo a ser aquél niño del Tiburón Citroën Payá.
–¿Cocina? ¿Se le da bien?
–Solo sé preparar un café con leche y unas tostadas, el resto está de más para mí. Por no saber no sé ni cascar un huevo. Ahora bien, preparo unas mesas que no les falta un detalle.
–No puede resistirse a un plato de...
–Paella.
–¿Qué tarea del hogar no soporta?
– La rutina del día a día.
–¿Personaje histórico que le llame la atención?
–Antonio Gaudí, me parece un artista con una creatividad envidiable.
–Si pudiera viajar al pasado, ¿a qué época le gustaría ir?
–Al Barroco, donde surgen los grandes imagineros.
–¿Viajaría al futuro?
–No, prefiero vivirlo.
–¿Es supersticioso?
–No.
–¿Se arrepiente de algo?
–Siempre hay que arrepentirse de aquello que no se hace bien, los errores hay que enmendarlos, si no hay arrepentimiento no se pueden corregir. Hay que saber pedir perdón.
–¿Cuál es su principal miedo?
–La soledad involuntaria y el alzheimer, ni reconocer ni reconocerme.
–Algo que deteste de usted mismo.
–Ser cabezota, pero me gusta darle la vuelta y convertirla en tenacidad, por lo tanto, a veces un defecto se puede convertir en virtud.
–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.
–El lugar muchas veces es lo de menos, lo importante es la compañía, por lo tanto cualquier sitio puede ser perfecto.
–Si le tocara la lotería…
–Si hablamos de un gran premio me jubilaría y lo compartiría con mi familia.
–Un chiste.
–Me lo contó mi hijo Manuel ayer:
-¿Sabes quién es la hermana de la madre del atún?
-La tita de atún.
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