Melilla ha vivido una transformación urbana sin precedentes. No hay duda. Pero siempre con un obstinado olvido. Durante mucho tiempo, se ha dejado de lado el carril-bici, tan cacareado como poco desarrollado. Sin embargo, el ambicioso proyecto que hace unas semanas presentó el consejero de Medio Ambiente, Manuel Ángel Quevedo, muestra que este espacio para las dos ruedas sí podría ser una realidad.
Quevedo anunció la instalación de un carril- bici para el próximo año. Esta zona especial para el tránsito de las bicicletas se colocará en el Paseo Marítimo, restando espacio a los coches, que perderán una de las vías de circulación. Pero la iniciativa de crear una ciudad limpia y verde va más allá. Para ganar espacios urbanos para las bicicletas y los peatones se pondrá en marcha un proyecto de bicis urbanas. Habrá un total de 150 de estos vehículos para el uso y disfrute de los ciudadanos.
Las reacciones no se han hecho esperar. A los representantes de las asociaciones pro bicicleta de Melilla les gusta este proyecto, ya que los que pedalean tendrán “por fin” su espacio exclusivo.
Los amantes de las bicis creen que con esta iniciativa se empieza a tener en cuenta la presión de los ciudadanos que utilizan este medio de transporte. “Es una noticia positiva por la que nos alegramos” dice José Emilio Pérez, presidente de la asociación Melilla ConBici, en declaraciones a El Faro. No obstante, pide que los ciudadanos puedan formar parte de la reestructuración de la ciudad. “Sin la participación abierta en un plan de movilidad, éste ni se entenderá ni se retroalimentará”, señala.
Malas prácticas
A pesar de la “buena noticia”, duda que la instalación de un carril bici sea la solución a las “malas prácticas” de muchos ciudadanos a la hora de circular por la ciudad. Por tanto, cree que necesitarán seguir concienciando a la gente para que respete las “nuevas reglas”.
No obstante, mantiene que lo ideal sería poder circular en armonía sin que los ciclistas tengan que hacer únicamente uso de los “limitados espacios” de los que dispondrán. “El mejor carril bici es el que no se necesita, pero mientras sigan diseñando y manteniendo vías que fomenten la violencia vial, no se prohíba la circulación en la calzada y haya intersecciones peligrosas, lo apoyaremos”, manifiesta el presidente de Melilla ConBici. “No queremos redes ciclistas, sino ciudades amables que sean paseables, también en bicicleta”, añade.
Ciudad amable
Hacer de Melilla una ciudad amable no es fácil. Tiene cerca de 85.000 habitantes, el uso del coche está ampliamente extendido y cuenta con una extensión de 12 kilómetros cuadrados.
A pesar de estas características, Manuel Tapia, dirigente de Guelaya-Ecologistas en Acción, no se cansa de impulsar programas para conseguir una ciudad “más sostenible medioambiental y económicamente” y que disponga de lugares más saludables para sus habitantes. Asegura que son los mismos ciudadanos los que piden estos cambios. “Hemos hablado, por ejemplo, con vecinos del Real y quieren que se peatonalicen más calles de su zona”, dice.
Asegura que frente a “un modelo insostenible”, que ha generado una ciudad que otorga un papel de absoluta preponderancia al coche, es necesario promover un cambio hacia la ciudad amable y hacerlo también “desde los poderes públicos”.
En este sentido, aplaude la propuesta de la ciudad y espera que esta vez sí se haga realidad. “Con proyectos como éste se puede contribuir a la reducción de las emisiones de gases y satisfacer la demanda creciente de este tipo de vías para un uso de ocio saludable”, señala.
Confía en que una ciudad sostenible va a fomentar el uso de la bicicleta para desplazamientos cortos y medios con la finalidad de reducir el uso de los vehículos privados.
Usuarios hablan
Francisco López forma parte de ese grupo reducido que realiza gran parte de sus desplazamientos diarios en bicicleta. Desea que el carril bici se haga realidad “sin más demora”. Quiere que todos los ciudadanos, ya se mueven a golpe de pedal por Melilla o no, entiendan que es una “necesidad primordial”.
“Mucha gente que no es usuaria nos critica y asegura que hay otras prioridades y necesidades más urgentes en Melilla. Les invito a que circulen cinco minutos por la carretera. Verán como en un intervalo tan corto de tiempo, pueden temer en reiteradas ocasiones por su vida”, explica. Precisamente por miedo, María Dolz lleva cinco años sin subirse al sillín. “Me da pánico circular por la calle y tener un accidente. Si instalan el carril bici seguro que vuelvo a retomar la costumbre de desplazarme con este medio de transporte”, cuenta a este periódico.
Antonio Martín participa en cada marcha de Melilla Con Bici y asegura que cuando leyó la propuesta de la Ciudad en los medios de comunicación se “alegró mucho”. “Por fin nos dan aquello que los habitantes de una ciudad moderna se merecen”, dice. No obstante, reconoce que no quiere hacerse ilusiones porque puede que “las promesas caigan en saco roto”. “Los que mandan tienen que quererlo de verdad”, apunta. “El papel es generoso y permisivo”, concluye.
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