Carlos Baeza Torres (15 de mayo de 1962) Asegura que nació en la ciudad de las cúpulas, en Melilla, en los idus de mayo. Es profesor por las mañanas y artista a tiempo completo, asegura. En cuanto a su familia dice: “tenemos tres hijos. Ody ya nos dejó”. Y en cuanto a su filosofía de vida: ¡Carpe diem!
–¿Cómo se describiría a nivel personal?
–Mi madre me llamaba “el hombre tranquilo”. No sería objetivo si describiera mis virtudes (risas)… Al menos reconoceré algunos de mis defectos: ser demasiado perfeccionista y un tanto despistado.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
–Vaqueros y camisetas de color negro.
–¿Le gusta llevar alguna joya? ¿Tiene algún significado especial?
–¡Para nada! Me horroriza llevar cualquier tipo de joya. Por no llevar, no llevo ni la alianza de casado. Recuerdo que para el enlace utilicé la alianza de mi abuela que acababa de fallecer. Al salir del juzgado, inmediatamente, se la devolví a mi madre.
–Expresión melillense que más use o que le llame la atención
–Bueno, en el lenguaje coloquial todos utilizamos alguna de estas expresiones sin darnos cuenta. Hay un verbo que me gusta especialmente por ser muy gráfico: ‘entanarse’. Por la influencia rifeña de la población, el ‘chelja’ nos ha dejado expresiones como ‘barakalofi’ (gratis), ‘chivani’ (viejo), ‘kif-kif’ (de la misma manera), etc…Aunque la que más gracia me hacía de pequeño era escuchar aquello de voy a coger la ‘COA’ para ‘bajar’ a Melilla (risas).
–Un rincón de Melilla del que nunca se aburre de visitar.
–La ciudad ofrece rincones maravillosos: la ensenada de los Galápagos, los cortados de Aguadú o la playa de Horcas Coloradas son de mis preferidos. Me encanta pasear por las calles del Rastro o de la Ciudad Vieja. Recorrer las calles en bicicleta. Pasear por el cementerio y perderte por el laberinto de esas tumbas centenarias junto al mar. Pero hay un punto ‘geodésico’ que me atrae especialmente. Se trata de la azotea del Edificio Melul. Desde ese lugar privilegiado he inmortalizado, en varias de mis obras, la belleza de su encuadre. Se puede disfrutar de una de las vistas más espectaculares de la ciudad, de sus cúpulas y sus edificios modernistas. Las azoteas nunca aburren.
–Su libro favorito. ¿Cuándo leyó el último?
–Reconozco que la lectura es uno de mis puntos débiles. No leo todo lo que debería. Me gusta estar informado, pero soy muy disperso. Si hay un libro que he disfrutado varias veces es ‘Las memorias de Adriano’ de Marguerite Yourcenar.
–¿Películas o series? ¿Alguna favorita?
–Me encanta el cine y me costaría elegir una sola película. Del cine clásico me atrevo a destacar dos películas que me marcaron en mi adolescencia: ‘2001, una Odisea del Espacio’ de Kubrick (cualquiera de sus películas es una obra de arte) y ‘El Manantial’ de King Vidor, todo un alegato a la individualidad creativa y la liberación de los convencionalismos. De las últimas que he visto destacaría ‘La canción de los nombres olvidados’ o ‘El diablo a todas horas’, por nombrar algunas.
Las series con demasiadas entregas me aburren. Sin embargo, últimamente he visto algunas con pocos capítulos que me parecen muy interesantes y entretenidas. Al respecto te puedo citar los siguientes títulos: ‘Unorthodox’, ‘Chernobyl’, ‘Gambito de Dama’ o ‘Los Durrell’.
–Mi tiempo libre lo dedico a...
–¿Tiempo libre? (Más risas). Pintar, viajar, montar en bicicleta, disfrutar de mis amigos, sestear… Y, sobre todo, disfrutar la vida acompañado de mi mujer. Aunque en estos tiempos extraños, las restricciones impuestas nos limitan muchas estas posibilidades.
–Un recuerdo de la infancia.
–Lo he dicho en más de una ocasión. Tuve una infancia muy feliz, llena de entrañables recuerdos.
Hace unos días, cierta persona me recordaba en mi página de Facebook (La ciudad de las cúpulas) una anécdota que me hizo mucha ilusión rememorar: Me contaba que, siendo muy niño, me gustaba dibujar moscas muy realistas en determinados lugares de casa, en las paredes, en la pantalla de una lámpara que teníamos en el salón… Luego disfrutaba viendo como mi madre intentaba matarlas sin éxito (risas).
–Un juguete.
–Sin duda, una buena caja de lápices de colores surtidos…Para mí era el mejor regalo que me podían hacer. Otro juguete increíble es el Lego.
–Su fiesta favorita.
–Prefiero las vísperas. Las fiestas, las vacaciones en general, se disfrutan más en los días previos. Me gustaban mucho las navidades, cuando nos reuníamos todos. Ahora, con las inevitables ausencias han dejado de tener el mismo sentido…
–¿Cocina? ¿Se le da bien?
–Solo se me dan bien las ensaladas. El día que me toca cocinar lo soluciono reservando en cualquiera de nuestros locales preferidos…¡Éxito asegurado!
–No puede resistirse a un plato de...
–Uf… Sería más fácil enumerar aquello que no me gusta. Detesto el sabor del apio y la textura de las ostras. No sabría decirte cuál es mi plato preferido. Soy de buen comer.
–¿Qué tarea del hogar no soporta?
– Planchar.
–¿Personaje histórico que le llame la atención?
–Entiendo que el que voy a citar no es un personaje políticamente correcto, pero sí me ha llamado siempre la atención que un personaje tan abyecto, mezquino y despreciable como Adolf Hitler pudiera llegar a ser adorado ciegamente por todo un pueblo hasta su autodestrucción. La historia está llena de ‘genios’ violentos. Podría enumerarle unos cuantos en el terreno artístico: Caravaggio, que fue un artista revolucionario, tuvo un carácter pendenciero. Implicado en miles peleas, terminó sentenciado a muerte por matar y mutilar el pene a un joven tras una discusión. O el caso del excelso Miguel Ángel. Al margen de su incontestable talento artístico fue un hombre solitario, iracundo y avaro. Su rostro quedó desfigurado, de por vida, tras recibir un puñetazo en una reyerta con su condiscípulo Pietro Torrigiano. Todos los seres humanos tenemos un “lado oscuro”, hasta los más admirados. Por esta misma razón no soy partidario de idolatrar a ningún personaje, sea histórico o actual. Ayer pudieron ser admirables, hoy ciertamente reprobables. Y no le voy a dar nombres…
–Si pudiera viajar al pasado, ¿a qué época le gustaría ir?
–Me hubiese encantado conocer la Florencia de los Médici. La de Lorenzo el Magnífico, la de los más grandes: Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel.
–¿Viajaría al futuro?
–No, sería desalentador. Prefiero las regresiones al pasado. La nostalgia te hace idealizar la realidad.
–¿Es supersticioso?
–No especialmente. Aunque todos sufrimos de incómodos ‘trastornos obsesivos compulsivos’ en menor o mayor grado.
–¿Se arrepiente de algo?
–Solo de aquello que no hice.
–¿Cuál es su principal miedo?
–La pérdida de un ser querido.
–Algo que deteste de usted mismo.
–Déjeme que piense… Detesto tener demasiadas manías que, con la edad, se van acentuando y esto puede resultar incómodo para los que me rodean.
–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.
–Ahora mismo cualquier lugar serviría para soñar.
–Si le tocara la lotería…
–Me jubilaría definitivamente para dedicarme a hacer lo que más me gusta: pintar.
–Un chiste.
–Esta pregunta, me la vas a disculpar. Soy muy malo contando chistes.
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