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Cáritas de San Agustín, un grupo de veteranos monitores en las colonias

Alrededor de 20 melillenses se reúnen cada verano para ofrecer unas vacaciones a cerca de 50 niños de familias desfavorecidas.

Cada verano, cuando llega el mes de julio, los monitores de Cáritas de la parroquia de San Agustín saben que tienen una cita especial. Con los años, este grupo de voluntarios se ha ido consolidando, a pesar de que sigue entrando gente nueva, para hacer que cerca de 50 niños de la ciudad disfruten de unas vacaciones que de otra forma no podrían, puesto que provienen de familias con una situación económica desfavorecida. Así pues, María, Cristóbal, Pilar, Patri, Paloma, Alicia, Marta, Antonio, Pili, Edu, Mari, Ángel, Luz, Alba, Marta, Rocío y Jorge, junto con los más veteranos en edad, Eva, Mati, Asu, Rosa, Rafa y María José, forman parte este año de la colonia de verano de esta parroquia, que hace que los pequeños vayan a la playa, a la piscina, realicen visitas culturales e incluso vayan al cine.
Lo que realmente une y caracteriza a este grupo son los años que llevan comprometidos con este proyecto. Además, lo que parece inherente a todos ellos es su capacidad para sentirse realizados y lo que disfrutan entregando 15 días de sus vacaciones a esta causa. Asimismo, la mayoría de estos voluntarios forma también parte del Proyecto de Atención Integral (PAI), que ofrece asistencia a estos niños durante todo el año.

Media vida
Aunque podría decirse que la gran mayoría de quienes forman parte de este grupo de monitores llevan media vida dedicando su tiempo a los más desfavorecidos, en el caso de Mari esto es completamente cierto, puesto que esta maestra de 24 años lleva 12 en la parroquia y, según comenta, allí ha crecido física y personalmente. “Empecé porque me gustaban los niños y me quedé por la fe”, asegura esta melillense.
Por otra parte, la más benjamina del grupo, Pilar, de sólo 16 primaveras, lleva ya tres veranos dedicando parte de sus vacaciones a estos pequeños de la ciudad. Afirma que la experiencia es inmejorable y que le gusta la sensación que le trasmiten los niños.
Otro caso diferente es el de Patri, que tiene 19 años y está estudiando fuera de Melilla . Desde hace cuatro años forma parte de este grupo de voluntarios. “La gente me pregunta que por qué no cobramos por estas cosas, les parece increíble que pase parte de mis vacaciones ayudando a estos niños”, señala esta monitoria. Además, comenta que lo que realmente le llena es el amor que le trasmiten estos pequeños.

Milagro
Por su parte, Paloma, que es técnico en Educación Infantil, está viviendo este año su segunda colonia de verano de Cáritas de la parroquia de San Agustín. Sobre su labor, Jorge Bueno, coordinador de la actividad, asegura que ha hecho un “milagro”, puesto que en el PAI consiguió que en menos de un año, una niña que no sabía ni leer ni escribir en castellano, lograse un nivel de segundo de Primaria.
“No cuesta trabajo, sobre todo si ves que los haces felices”, comenta Marta, una melillense de 20 años, que lamenta no poder ayudar también durante el año, puesto que estudia fuera. Por su parte, Alicia comenta que lo que hace que el esfuerzo merezca la pena es “la sonrisa de un niño”, que califica como “el mejor regalo”.

Buen ambiente
Con 23 años, Marta asegura que lleva ya diez ayudando en los proyectos de la parroquia y que no lo cambiaría prácticamente por nada. Asimismo, comenta que, en su momento, “tiraron” de ella para que se animase a formar parte de este grupo, mientras que ahora es ella la que va recomendándolo a todo el mundo, en parte, por el buen ambiente.
Por su parte, Antonio lleva ya tres años participando en este proyecto y asegura que comenzó como socorrista y que se dio cuenta de que lo que más le gustaba era trabajar con los niños en lugar de quedarse “vagueando”. Por su parte, Pili, que tiene 20 años, lleva siete en el PAI y en las colonias. Asegura que en verano se pasa mejor, pero entiende que el otro proyecto es muy importante, puesto que se trata de la educación de los niños.

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