El Carillo/Rosa Narváez: “No es una fiesta como tal, pero adoro los reencuentros después del verano”

Rosa Narváez Ferre (7 de marzo de 1991) Es responsable de Omnicanalidad y Asistentes Cognitivos en Iberia. Estudió en Madrid Publicidad y Relaciones Públicas y su área de trabajo es la tecnología y la innovación. No obstante, fue en el año 2019 cuando esta joven melillense se ‘coló’ en las noticias de la ciudad al pertenecer a un equipo que ganó el premio ‘Best use of Sciencie’ (Mejor uso de la ciencia) de la NASA en la categoría ‘Pillars of Creations’, tras resolver un problema de la mayor administración aeronáutica y del espacio.

Además, ha sido la ganadora del reconocimiento ‘Lourdes Carballa’ que se entrega a mujeres importantes, relevantes o que han marcado la vida de la ciudad por el 8 de marzo.

En cuanto a su familia, asegura que esta palabra es “un concepto muy amplio que abarca todo lo que te hace sentir en casa. Desde mis padres, mi hermano, mi abuela, mis tíos, mis primos; a mi pareja, mis amigos… Me siento verdaderamente millonaria en cariño”.

Además, afirma que su filosofía de vida se puede recoger en una frase de J. Ortega y Gasset: “camina lento, no te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo”.

–¿Cómo se describiría a nivel personal?

–Me suelo definir como ‘mujer orquesta’. Hago un poco de todo y me dejo llevar por mi curiosidad siempre que puedo. Me siento muy cómoda en la incertidumbre, algo esencial en el campo tecnológico. Si le preguntas a mis amigos te dirían que soy ese tipo de persona que cree firmemente que es compatible leer a María Zambrano e ir a la NASA con escuchar lo nuevo de Britney Spears.

–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?

–Un bolso negro de estos que ‘pegan con todo’.

–¿Le gusta llevar alguna joya? ¿Tiene algún significado especial?

–Sí, hace unos años mi abuela rescató un colgante que me regaló siendo muy pequeña. Las joyas siempre me recuerdan a ella y cuándo me las pongo, en cierto modo, siento que la llevo conmigo a pesar de los kilómetros de distancia.

–Expresión melillense que más use o que le llame la atención.

–Demasiadas, aunque sin duda unas de mis favoritas es “estás chivani”.

–Un rincón de Melilla del que nunca se aburre de visitar.

–Es difícil elegir solo uno. La ensenada de los Galápagos, el paseo marítimo de la zona de la Alcazaba y el restaurante ‘La Cala’ son los lugares a los que vuelvo una y otra vez.

–Su libro favorito. ¿Cuándo leyó el último?

–Mis libros favoritos han ido variando con el paso de los años. De niña hubiera contestado ‘Los Cretinos’ de Roald Dahl y la saga de Harry Potter. De adolescente, ‘Rayuela’ de Cortázar. Ahora de adulta, creo que me quedaría con ‘Buenos días tristeza’ de Françoise Sagan o cualquier poemario de Gil de Biedma. Recientemente leí una obra que tenía pendiente desde hace años, ‘La insoportable levedad del ser’ de Kundera y me encantó.

–¿Películas o series? ¿Alguna favorita?

–Soy más de series, ya que tienen un formato más corto que se adapta mejor a mi tiempo libre en el día a día. Pero lo cierto es que me gustaría ser más de películas. El cine es mi gran asignatura pendiente. Si tuviera que elegir una película, me quedaría con ‘La gran belleza’ de Sorrentino.

–Mi tiempo libre lo dedico a...

–Experimentar con fotografía analógica, componer (lo de mujer orquesta iba en serio), cocinar (otra de mis grandes pasiones), hacer deporte y dejarme caer por alguna que otra exposición. Actualmente estoy trabajando en un proyecto personal para visibilizar nuevos referentes femeninos. Me hace especial ilusión, ya que en el proyecto colaboran íntimos amigos y amigas de Melilla de los que estoy aprendiendo mucho.

–Un recuerdo de la infancia.

–Con mi abuelo, comprando palomitas en el kiosko de Plaza de España. Creo que nunca dejaré de echarle de menos.

–Un juguete.

–Mi radiocasete con micrófono, lo llevaba a todos lados cuando era niña. Desconozco cuántas canciones sin sentido grabé.

–Su fiesta favorita.

–No es una fiesta institucionalizada, pero adoro los reencuentros después del verano.

–¿Cocina? ¿Se le da bien?

–Sí y mucho. La cocina es un lugar en el que puedo desconectar y ser creativa. La nutrición juega un papel fundamental en nuestra salud, por lo que me lo tomo muy enserio e intento elegir buenos ingredientes siempre que puedo. Hay que derribar el mito de que no se puede disfrutar de la comida saludable. Solo puedo decir que mis vecinos están encantados.

–No puede resistirse a un plato de...

–Cous-cous con verduras de mi madre.

–¿Qué tarea del hogar no soporta?

–Fregar los platos.

–¿Personaje histórico que le llame la atención?

–Me encantaría tomarme un café con Hedy Lamarr, actriz de cine e inventora austriaca. Creó la primera versión del espectro ensanchado precursor del Wi-Fi, entre cientos y cientos de experimentos de todo tipo. Un ejemplo clarísimo de perfil híbrido que navegaba entre las artes y las ciencias, además de ser una de las mujeres más inteligentes y bellas de la historia.

–Si pudiera viajar al pasado, ¿a qué época le gustaría ir?

–Me encantaría coincidir con Grace Hopper y vivir el auge de la programación liderada por mujeres en los años 50s-60s. También experimentar el movimiento punk y post-punk de los años 70s-80s en Reino Unido. Y si pudiéramos volver un poquito más atrás, me fascinaría conocer cómo funcionaba y se organizaba una ciudad tan avanzada como Pompeya.

–¿Viajaría al futuro?

–En el trabajo estoy obligada a hacerlo constantemente, pero no en mi vida personal. Soy partidaria de vivir en el presente, el futuro es una ficción que todavía no existe y que solo vive en nuestra cabeza. Si tuviera que elegir, viajaría a 2022 para ver si hemos conseguido por fin librarnos de la mascarillas y asegurarme de que todos los míos llegan de una pieza.

–¿Es supersticiosa?

–No mucho, la verdad.

–¿Se arrepiente de algo?

–De no haberme ido de Erasmus a Lisboa por amor, qué gran tontería, y de no haber lanzado mi proyecto musical por no estar “lo suficientemente perfecto”. Me ha costado unos años entender esa frase de Benedetti que decía: “la perfección es una pulida colección de errores”.

–¿Cuál es su principal miedo?

–Imagino que como a todos, me da miedo perder a alguien al que quiero. También volverme gris, dejarme atrapar por la rutina y perderme a mí. Así que desde hace un par de años, como remedio a estos miedos, procuro aplicarme la filosofía Azúcar Moreno: “solo se vive una vez”.

–Algo que deteste de usted mismo.

–La inflexibilidad conmigo misma. Es todo un arte aprender a escucharse y dejarse fluir cada día.

–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.

–Lanzarote y sus carreteras volcánicas infinitas.

–Si le tocara la lotería…

–La lotería vital siento que ya me a tocado y me toca cada día. Si hablamos de lo económico, probablemente viajaría por el mundo sola y con los míos, compraría una casa en Lanzarote llena de luz y cerca del mar; y me dedicaría a la fotografía y proyectos sociales.

–Un chiste.

–A veces le pido a Alexa que me cuente un chiste, la pobre los cuenta con tan poca gracia. Todavía falta mucho para que las máquinas cuenten con esa chispita del humor. El último que me contó fue tan malo como memorable:

-¿Cariño quieres casarte conmigo?

-Dame un momento, estoy asando un pollo.

-¿Y eso qué tiene que ver?

-Pues que yo no tomo decisiones al asar.