Antonio Caparrós Vida (15 de junio de 1958) Es profesor de Filosofía jubilado, oero le hemos podido ver sobre el escenario gracias a la obra ‘Bodas de sangre’ de Sibila Teatro.
Su familia está formada por su mujer (Pepa), una hija (Virginia) y un hijo (Alberto).
En cuanto a su filosofía de vida, asegura que “hay que ampliar la libertad personal y colectiva hasta el límite posible”.
–¿Cómo se describiría a nivel personal?
–Una persona muy defectuosa, pero sensible para con los demás, con buena voluntad y ganas de mejorar día a día en todos los ámbitos de la vida.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
–Un sombrero o una gorra; no me gusta mi calva y tampoco que el sol la castigue con sus rayos ultravioletas.
–¿Le gusta llevar alguna joya? ¿Tiene algún significado especial?
–No me gustan las joyas y eso que mi madre, de niño, siempre procuraba comprarme algún que otro anillo de oro con una perla cuadrada azul o roja; era sinónimo de poderío, creo recordar.
–Expresión melillense que más use o que le llame la atención.
–Me llamó mucho la atención la palabra ‘pollilla’, pero no la uso con frecuencia, entre otras razones, porque hace dieciocho años que no estoy en Melilla.
–Un rincón de Melilla del que nunca se aburre de visitar.
–El estrecho callejón donde Sadia (no recuerdo si es correcto el nombre) solía asar pinchitos morunos, en el centro, cerca de la iglesia.
–Su libro favorito. ¿Cuándo leyó el último?
– ‘Calígula’ de Albert Camus. En la actualidad estoy leyendo las ‘Obras Completas’ de Benito Pérez Galdós.
–¿Películas o series? ¿Alguna favorita?
–En cuanto a películas: ‘El séptimo sello’ de Ingmar Bergman y ‘Aguirre, la cólera de Dios’ de Werner Herzog.
–Mi tiempo libre lo dedico a...
–Teatro, cine, leer, escuchar música, mis animales, cuidar mis plantas y flores, acompañado de Pepa siempre que es posible.
–Un recuerdo de la infancia.
–La visibilidad clarísima del fondo arenoso del mar, en las playas de El Palo, desde la proa del barco de mi padre y en pie, un día de verano antes de comenzar el tratamiento de una enfermedad que arruinó mi infancia y parte de mi adolescencia.
–Un juguete.
–Correaje de pistolero y plumaje indio en días de Reyes.
–Su fiesta favorita.
–San Juan.
–¿Cocina? ¿Se le da bien?
–Patas fritas y huevos. Asar y freír pescado.
–No puede resistirse a un plato de...
–Huevas frescas de jibia a la plancha con majado de ajo, perejil, aceite de oliva y limón.
–¿Qué tarea del hogar no soporta?
– Planchar y doblar correctamente la ropa.
–¿Personaje histórico que le llame la atención?
–Nicolás Maquiavelo.
–Si pudiera viajar al pasado, ¿a qué época le gustaría ir?
–A la de la Revolución Francesa.
–¿Viajaría al futuro?
–Sería desquiciante para mí. No.
–¿Es supersticioso?
–No. Aunque en la última y exitosa representación de Sibila Teatro, dirigida por Ceres Machado en estrecha colaboración con Álvaro Sola, ‘Bodas de sangre’ de Federico Garcia Lorca, en la que tuve el honor de participar como padre de la novia, lo que agradezco sinceramente a la productora, reconozco que invoqué mentalmente la ayuda de mi familia para que me inspirara ánimo y fuerza para salir a escena y enfrentarme con el público. Me recordó a los fieles de la Virgen del Carmen o Fray Leopoldo de Alpandeire.
–¿Se arrepiente de algo?
–Sí. He cometido muchos errores a lo largo de mi vida y los peores haber hecho daño al honor y respetabilidad de algunas personas en Melilla, que nunca me perdonaron a pesar de mis disculpas... Y lo comprendo.
–¿Cuál es su principal miedo?
–Al dolor y a la ignorancia.
–Algo que deteste de usted mismo.
–Mis despistes. Me hacen perder muchísimo tiempo y baja mi autoestima. También mi incapacidad para combinar colores apropiados en mi vestimenta, así como la imposibilidad (casi metafísica) de doblar correctamente un pantalón, camisa o chaqueta.
–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.
–El Caribe y sus playas.
–Si le tocara la lotería…
–Apoyaría como productor proyectos de cine y teatro, creo.
–Un chiste.
–Un hombre enganchado a un arbusto que le sostiene en el vacío en su caída a un profundo barranco. Dice llorando:
-El hombre: “ Señor, ¿estás ahí?”.
-Dios: “Sí, hijo mío. Déjate caer que dos ángeles de cogerán en el aire y te posarán a salvo en el suelo de l a sima”.
- El hombre: ¿No hay alguien más?
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