La selección española de baloncesto dio una lección de humildad y dejó el deporte nacional en un sitial de honor. España se consagró como campeona del mundo al vencer a Argentina. Melilla, como todo el país, vivió y celebró el triunfo, uno que hace sentirse orgulloso de la generación de jóvenes y hombres que llevan y sienten la camiseta de la Roja. Esta es la segunda vez en la historia que la selección de baloncesto se proclama campeona. Con cada triunfo el país vibra y sueña, el cielo es el límite para ellos. Argentina no se presentaba como un rival fácil, pero las ganas y el espíritu deportivo brillaron para que Rudy Fernández levantara el trofeo en Pekín. Esta es una generación de oro, con deportistas que se convertirán en ejemplo y maestros de los chicos que sueñan con alzar el trofeo y escuchar el himno del país en un campeonato del mundo. Los sueños están para cumplirlos, los límites para ellos no existen, pero sí el trabajo, el empeño, la disciplina y la dedicación para ser mejores. España es campeona del mundo en baloncesto, pero también un ejemplo de lucha.