Soraya es madre de dos hijos pequeños que acuden cada día a estudiar al colegio público León Solá, en la carretera de Hidum.
Nos dirige a la entrada de los alumnos de Infantil, en un callejón en el que se puede ver que la pared del colegio está bastante deteriorada, pues tiene varias grietas y se ven algunos ladrillos.
Varios vecinos se reúnen con ella y todos coinciden en lo mismo: se sienten abandonados.
Reclaman que desde hace años piden mejoras tan básicas como reparar el exterior y el interior del colegio y temen por la seguridad de sus hijos, pues además de las condiciones de las paredes y los daños que hay en la puerta de entrada de Infantil, el propio callejón no es seguro, contaron.
Uno de los vecinos, Halal, que se acercó, contó que en la bajada del callejón pusieron una rampa para que pudiesen pasar los carricoches, pero que sin embargo lo usan las motos para pasar. Es por ello que manifestó indignado que varias veces ha tenido que apartar a sus hijos, que también acuden a ese colegio, por si les pasaba algo.
Con todo, los problemas para acudir a clase no acaban ahí. La entrada de los más pequeños se encuentra en la parte de arriba del callejón, junto a la esquina del edificio. Nada más girar esa esquina, se observa una pequeña acera a la que están pegados cinco contenedores de basura a rebosar y con varias bolsas por el suelo que imposibilitan el pasaje.
Soraya contó que los padres, cuando llevan por la mañana a sus hijos al colegio, tienen que salir a la carretera para evitar las bolsas de basura, arriesgándose así a que tener un accidente con algún coche. “Nos hemos quejado muchas veces, lo saben en el ayuntamiento, que pongan los contenedores en otro sitio. Muchas veces está esto lleno de cristales y de hierros”, relató el vecino.
Si hubiera que reparar algo, Soraya aseguró que lo más urgente “es todo”. Su vecino Halal contó que están olvidados y que desde los años 80, no se ha vuelto a hacer ninguna obra en la zona.
Piden que se tomen soluciones, pues reclaman que “están abandonados por las instituciones”, a pesar de pedir respuestas desde hace años, pues no es solo el colegio. Soraya cuenta que el asfalto de su calle está resbaladizo y que es difícil moverse por las calles por el peligro que suponen los coches que circulan por ella.
Una de las propuestas que tienen es crear un parque infantil en un solar que es de la Ciudad Autónoma, pero que lo está usando un particular. Dicho solar se encuentra cerca del colegio y pegado a una mezquita.
Sorprende que esté completamente vallado y rodeado de concertinas. Soraya contó que se han quejado varias veces, pero que no se toman medidas y tienen que enfrentarse a los ‘propietarios’. Malikaa, otra de las vecinas que acompañan, contó que varias personas empezaron a decir que era suyo el terreno, por lo que lo han acabado diviendo en varias partes. Dentro de solar, tienen guardadas hasta borregos.
Por la zona se cruzan dos jóvenes de 18 años que van en bicicleta, Nabil y Yusef. Contaron que son atletas, ya que son parte del proyecto ‘Campeones para la Cañada’, apoyado por la asociación ‘Cañada Viva!’ y el AMPA del colegio León Solá. Nabil contó que no tienen pistas para entrenar por la zona y tienen que ir al estadio Álvarez Claro, en el que tienen que pagar. Yusef explicó en voz baja que para ellos supone mucho, aunque la cantidad sea poca, y que además, las pistas no están en buenas condiciones. Por ahora se contentan con ir a entrenar al paseo marítimo.
Ellos se tienen que pagar las carreras también, que para su contexto, es una suma que se va acumulando.
Una vuelta por la manzana del colegio León Solá: de los contenedores a las cabras
Nada más comenzar la carretera de Hidum, hay una pared de color gris principalmente, cuya entrada es una gran puerta metálica verde. Se sabe que se trata del colegio público León Sola porque lo pone en un cartel en la parte de arriba junto a la puerta verde.
A pocos metros de la puerta, junto a la estrecha acera, hay una serie de contenedores, para basura general y para reciclar, por si de camino al colegio, quieren tirar algo.
Más adelante, girando a un callejón peatonal, se encuentra la entrada para Infantil. La pared parece sacada de una película bélica, llena de grietas, ladrillos a la vista, la pintura caída... Y más adelante, se pueden ver dos vehículos y entre ellos, un sofá. Uno de ellos tiene las ruedas pinchadas y los cristales rotos.
La puerta por la que entran los pequeños está dañada, desde hace años, según explican los padres. En ella se puede ver cómo el óxido y el paso del tiempo se ha ido comiendo poco a poco la puerta.
Dicha entrada se encuentra junto a la esquina de la pared. El otro lado da a la calle Juan Sebastián el Cano, donde sigue la pared del centro. A pocos metros hay varios contenedores de repletos de basura, y según explicaron los vecinos, suele estar en peores condiciones.
El asfalto de la calle está rugoso, tiene baches y los carriles, además de no estar delimitados, los vehículos aparcan a los dos lados, dejando un espacio estrecho para circular.
Si se avanza por la acera, se puede observar como algunas de las losas están sueltas y hay suciedad entre la carretera y la acera que se va acumulando con el tiempo. Incluso hay dos bolsas de basura junto a un camión aparcado.
Llegando al final de la calle y girando a derecha, se ve al fondo un vallado, tapado con una lona verde y coronado por unas concertinas.
En el interior hay una especie de ‘mini granja’ con unas pocas cabras y borregos que disponen de su bebedero, comida, etc. El terreno es propiedad de la Ciudad Autónoma en los papeles, pero físicamente, parece que otros le han sacado un partido dado que nadie lo hacía.
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