Camilo y Edgar llegaron a Melilla con la esperanza de construir un futuro mejor a través de su arte. Provenientes de Colombia y Venezuela, respectivamente, estos dos jóvenes artistas callejeros han encontrado en la ciudad una oportunidad para compartir su música y conectar con personas de diferentes culturas. A través de su arte, no solo buscan ganarse la vida, sino también transmitir emociones y crear un vínculo con quienes los escuchan.
“Principalmente fue por un modo de explorar este mundo que siempre nos ha llamado a buscar espacios de arte. España me pareció una buena opción para traer mi música y hacer lo que siempre he querido a través de la energía y la transformación artística”, explica Edgar sobre su decisión de viajar hasta Melilla. Camilo, por su parte, comparte una motivación similar: “Yo vine a España, como muchos migrantes que estamos acá, buscando un futuro mejor. Soy artista, fotógrafo, y mi compañero Edgar es poeta y cantautor. Vinimos a buscar un espacio donde podamos crear y compartir nuestro arte”.
Desde su llegada a Melilla, su experiencia ha sido positiva. Camilo lleva dos meses en la ciudad y destaca la hospitalidad con la que ha sido recibido: “La experiencia ha sido muy linda porque Melilla acoge mucho al inmigrante. Me he sentido como en casa haciendo la música que me gusta”. Edgar, con seis meses en la ciudad, refuerza esta idea: “Melilla me ha recibido con mucho cariño. Ha sido mi casa, mi refugio, mi hogar. He recorrido sus calles y desde hace poco estamos compartiendo nuestra música con la gente. Nos hemos encontrado con un público muy receptivo que nos apoya desde los coches, nos saluda, nos anima. Me siento muy agradecido con Melilla”.
El primer día cantando en la calle fue una experiencia inolvidable para ellos. “Fue bastante particular porque yo lo había hecho anteriormente en Venezuela, pero Camilo no. Así que lo animé a que lo hiciéramos. Él estaba un poco nervioso, pero al final salió muy lindo. Tan así que llegamos súper contentos al CETI y compartimos la experiencia”, recuerda Edgar. Desde entonces, cantar en la calle se ha convertido en su rutina diaria.
Su día a día en Melilla se divide entre ensayos, clases de música y sus actuaciones en la calle. “En las mañanas asisto a clases de música en el CETI, tengo profesores magníficos. Paso el día ensayando con la guitarra, siempre con un libro en la mano. En la tarde salimos a tocar y encontramos una ciudad bastante despierta y receptiva”, comenta Camilo. Edgar complementa su rutina con actividades similares: “En la mañana me despierto, desayuno, asisto a mis clases y luego salimos a cantar. Solemos empezar alrededor de las cuatro de la tarde y seguimos hasta la noche”.
Su repertorio es variado, compuesto por canciones propias y versiones de otros artistas. “Soy cantautor y he tenido una trayectoria en Venezuela. Me inspiran músicos como John Lennon, Bob Dylan y Leiva. También me gusta mucho Neil Young y la música folk en general”, cuenta Edgar. Camilo, por su parte, busca conectar con el público a través de diferentes géneros: “Mi repertorio está basado en mis emociones. Canto rock, reggaetón, música melancólica… Lo importante es conectar con la gente, sin importar la cultura o el idioma”.
Sobre su experiencia como músicos callejeros en Melilla, ambos coinciden en que la ciudad es un lugar ideal para su arte. “Es el mejor sitio donde he tocado. En otros lugares no he sentido la misma acogida. Aquí la gente nos sonríe, nos graba, nos felicita. Incluso la policía ha sido muy colaboradora con nosotros”, afirma Edgar. Camilo comparte su entusiasmo: “He estado en Madrid, pero Melilla nos ha acogido muy bien. Es algo nuevo para la ciudad y la gente lo valora. Nos apoyan no solo con dinero, sino con su cariño y respeto por nuestra música”.
Para ellos, la música es más que un medio de vida; es una forma de transformar la realidad y transmitir un mensaje. “Las cosas son posibles. El arte es un medio de transformación y la música puede cambiar las cosas positivamente. A las familias, les digo que permitan que sus hijos toquen un instrumento musical, porque es algo maravilloso”, reflexiona Edgar. Camilo, por su parte, destaca la importancia de valorar el arte local: “En Melilla hay mucho talento, especialmente en el CETI. Me gustaría que se apoyara más a los artistas callejeros, porque esto es solo el principio de lo que se puede lograr”.
A pesar de las dificultades que implica ser artista callejero, Camilo y Edgar han encontrado en Melilla un hogar y un escenario donde su música resuena con fuerza. Con sus guitarras y sus voces, continúan alegrando las calles de la ciudad, convencidos de que el arte tiene el poder de unir a las personas y derribar fronteras.
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