Opinión

¿Cambio de estrategia con Marruecos?

El Ministerio del Interior nos ha sorprendido a todos anunciando este jueves, antes de lo previsto, la prórroga del cierre de la frontera con Marruecos.

Hasta ahora, España decretaba la prórroga del cierre de la frontera de Melilla y Ceuta con Marruecos uno o dos días después de que Rabat hiciera su anuncio. Por motivos obvios dejábamos negro sobre blanco en el Boletín Oficial del Estado (BOE) quién lleva la voz cantante en este conflicto híbrido, económico y diplomático.

Sin embargo, este jueves el BOE publicó la prórroga del cierre de la frontera de Melilla y Ceuta antes de que el Consejo de Ministros marroquí se reuniera para decidir qué hacer con sus fronteras áreas, marítimas y terrestres, después de haber adelantado este lunes que quieren abrir (entendemos que se refieren a sus puertos y aeropuertos) pero con garantías.

Al cierre del año pasado, Marlaska sacó la orden el 29 de diciembre y estaba vigente hasta el próximo lunes 31 de enero. ¿Por qué no sacar la prórroga en el BOE de este viernes o en el del sábado? Mucho me temo que en España había prisas por mostrarle los dientes a Rabat.

Esa minidentellada llega en un contexto de protestas en Marruecos porque la caída del turismo está asfixiando a las familias que viven de la llegada de visitantes extranjeros. En Marrakech, por ejemplo, crece el descontento porque está todo paralizado.

No pasa inadvertido que en la orden del Ministerio del Interior de este jueves, Marruecos (también Argelia) queda excluido de la lista de residentes en terceros países que no se ven afectados por la restricción temporal de viajes no imprescindibles a la Unión Europea a través de las fronteras exteriores españolas.

Eso significa que los marroquíes estarán sujetos a restricciones para entrar a Europa a través de España.

Tanto va el cántaro a la fuente hasta que la rompe. Nadie en su sano juicio puede creer al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, cuando dice que las relaciones con Marruecos van viento en popa y a toda vela. Mira por dónde, le ha pisado un callo a Rabat.

En Melilla, salvo el incidente semántico de la supresión de la palabra frontera, no podemos quejarnos. Este jueves los gendarmes marroquíes atraparon una patera que se dirigía a la península y la llevaron de vuelta al puerto de Nador no sin despertar cierta alarma en Melilla.

Otra cosa muy distinta debe ser explicar cómo han podido desembarcar en Canarias los migrantes subsaharianos que fueron devueltos en caliente del peñón español de Vélez de la Gomera a finales del año pasado y que malvivían sin dinero en el monte Gurugú.

Es un viaje que francamente no puede permitirse de un día para otro la clase media melillense. A menos que las lanchas del narcotráfico marroquí que llevan droga a Canarias también se dediquen a lanzar pateras a precio de saldo para tener entretenida a la Guardia Civil y Cruz Roja mientras ellos descargan los fardos. En fin, son elucubraciones sin fundamento y acusaciones sin sustento.

El caso es que España por primera vez en mucho tiempo ha movido ficha y le ha adelantado por la derecha a Marruecos.

No vamos a negar que nos da cierto placer. Ya era hora de que este Gobierno mostrara una pizca de decoro. Y eso es un aviso a navegantes. No se trata de buscar la confrontación sino de hacerse respetar. Por eso el Ministerio de Exteriores confirmó ayer que había congelado varios convenios de colaboración con Rabat.

Es, desde luego, mala noticia para las familias separadas a un lado y otro de la frontera. Este jueves, me contaba una melillense que ella tiene a su madre en Alhucemas, ya muy mayor, y no la ve desde que empezó la pandemia. Y como la suya, hay miles de historias similares en esta ciudad.

Todos nos estamos haciendo a la idea de que esto va para largo y con el sutil movimiento de España, al adelantar su orden de cierre, podemos esperar lo peor por más que desde Marruecos insistan en que van a abrir pronto.

Por eso no tiene mucho sentido que sigamos a la espera de que los gobiernos acuerden abrir el día menos pensado. Tenemos que buscar alternativas creíbles y viables para salir del stand-by en el que estamos sin confiar nuestro futuro a las decisiones de un país caprichoso que nos desprecia.

Hasta hace poco creíamos que los fondos europeos nos iban a sacar de pobres, pero si han llegado no los hemos visto pasar. Muchas multinacionales nos han calado a los españoles y se han ido a invertir en otros países que gestionan los millones mejor que nosotros. Si no quieren apostar por Madrid, Barcelona o Valencia, difícilmente quieran venir a Melilla con billetes a 1.200 euros para no residentes.

Mientras en España nos entretenemos en debates estériles sobre cómo se reparten los millones, por esa vulgar costumbre que tenemos de repartir sólo entre los de mi bando, los de mi cultura, los de mi calle, los de mi barrio... Por esa mala costumbre los inversores están huyendo de España.

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