Tanto en Ceuta como en Melilla, donde ya se han cumplido ocho meses de las respectivas huelgas que realizan los médicos especialistas, nadie se preocupa por intentar la intermediación entre las dos partes.
En primer lugar, parece mentira que una institución oficial como es el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, que nada más que existe para regir la Sanidad pública en las dos ciudades autónomas, tenga la chulería de no querer escuchar a los médicos. Los facultativos no están defendiendo ninguna acción que parezca totalmente descabellada. Defienden acciones que están en vigor en todos los sistemas de salud autonómicos.
Para ser hasta objetivo quiere pensar que esa negativa de sentarse a negociar y llegar a acuerdos no es el pensamiento de los responsables del Ingesa en Ceuta y Melilla, sino las directrices de los directivos apoltronados en sus tronos de Madrid para dirigir la salud en dos ciudades a más de mil kilómetros de distancia. Porque no es cuestión que se hayan sentado en la mesa de negociación, sino que tengan la voluntad de querer llegar a un acuerdo. Sentarse se sienta cualquiera, pero puede ocurrir que los proyectos defendidos por los facultativos les entren por un oído y les salgan por el otro.
De vez en cuando, nos llegan las estadísticas y te llevas las manos a la cabeza: miles de consultas suspendidas y cientos de operaciones aplazadas y al final quienes padecen estos tiras y aflojas son los usuarios del sistema de salud. Son los ceutíes y los melillenses los que sufren las diferencias entre unos y otros.
Van pasando los meses y resulta que los partidos políticos estuvieron centrados en las elecciones autonómicas del pasado 28 de mayo y luego las generales del 23 de julio. Mientras tanto, a las puertas del Hospital Comarcal se concentraban desde marzo, un día si y otro también, los facultativos con sus pancartas. Detrás de la pancarta venían las suspensiones de las consultas y de las intervenciones quirúrgicas, salvo las de pura urgencia.
Si repasamos el récord Guiness de la duración de los paros en nuestro país, pocos, desde luego, habrán tenido la duración que las que encabezan los especialistas en las dos ciudades autónomas.
Son los ciudadanos quienes pagan. Es una verdadera vergüenza que no se solucionen, pero también que las instituciones y los partidos políticos estén preocupados de otros temas cuando resulta que la salud es el principal o la segunda preocupación de los ciudadanos.
¿Alguien se ha planteado el posible empeoramiento de enfermos ceutíes y melillenses, bien por la suspensión de las consultas externas o el aplazamiento de las intervenciones? No han trascendido porque los ceutíes y los melillenses no son jaleosos por naturaleza.