Opinión

Cabalgata de firmas contra el nuevo Algarrobico

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha comenzado el año marcándose objetivos ambiciosos en su mensaje navideño desde Doñana. Llama la atención, aunque parece para desviarla de otros asuntos, la idea de un pacto con la ministra, Teresa Ribera, para demoler el ilegal, inmoral y vergonzoso hotel del Algarrobico. Por si había dudas, lo repitió días después en Sierra Nevada.

Podríamos pensar que Moreno se ha convertido en ecologista, en un adalid de los Espacios Naturales Protegidos. El problema es que, con una mentalidad neoliberal, economicista y dualista, puede aparentar liderar una revolución, pero no deja de ser un pintor de brocha gorda que se mancha las manos de verde, para hacernos la jugarreta de la 13-14.

Su propósito de derribar el hotel es de aplaudir, y tendrá todo mi apoyo, como su talante para pactar con la ministra a pesar de las diferencias políticas, pero me rechinan las incongruencias entre las palabras y los hechos.

Al pacto de Doñana llegó obligado porque los científicos, los ecologistas, el gobierno español y la Unión Europea se les echaron encima y era el único camino que le quedaba. Se vende como una victoria, pero es un tirón de orejas de los que te levantan los pies del suelo.

La inversión en las pistas de esquí también genera controversia. De los 90 millones, una parte importante han ido destinados a modernizar 360 cañones de producción de nieve, de una mayor eficiencia energética, pero que siguen necesitando agua para su funcionamiento.

En plena sequía, mientras se planifican barcos desde Portugal, desaladoras portátiles, y se le pide a la ciudadanía que modere su consumo, CETURSA, la empresa pública que gestiona las pistas, ha extraído agua de cinco puntos superficiales de los ríos Monachil y Cauchiles, de los que solo dos estaban autorizados, y por lo que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir les ha abierto un expediente sancionador.

Cuando presumía que son las únicas pistas abiertas de toda España, me acordaba de eso, de vivir por encima de nuestras posibilidades, en este caso ambientales, y me venían a la cabeza los barcos varados en el mar de Aral. Ojalá llueva mucho, y el telesilla, y los cañones, no queden como restos arqueológicos de una industria que sucumbió ante el cambio climático.

Y justo en el mismo instante que sacaba pecho en Sierra Nevada, una comitiva de los Reyes Magos entregaba en el Ayuntamiento de Níjar 261.156 firmas contra la instalación de un hotelito con encanto en el Cortijo de las Chiqueras del Campillo de Genoveses, en el corazón del Cabo de Gata, y que amenaza con convertirse en el nuevo Algarrobico.

La similitud con el hotel de Carboneras, que más que un edificio parece un gato por las veces que ha resucitado, radica en que la Junta ha autorizado la remodelación del cortijo a pesar de estar en un Lugar de Importancia Comunitaria, ser Zona de Especial Protección para las Aves, y estar catalogada en el Plan de Ordenación de Recursos Naturales del Parque Natural, como zona de uso agrícola y ganadero, incompatible con el cambio de uso para actividades hoteleras.

La única posibilidad de que este proyecto salga adelante es que el Ayuntamiento de Níjar apruebe el cambio de uso del suelo, declarando el proyecto privado, que enriquece a unos particulares en detrimento de los valores ambientales por los que fue protegido Cabo de Gata, como de Utilidad Pública y Social. Una sinrazón.

Dicho de otro modo, Juanma le pide a Teresa que interceda con los concejales del PSOE de Carboneras que votaron en el último pleno, noviembre de 2023, en contra de revocar la licencia municipal y declarar el suelo del Algarrobico como no urbanizable, el último paso para empezar la demolición. Mientras, en Níjar, van a permitir otro chanchullo urbanístico que la plataforma Genoveses sin Hotel llevará a los juzgados y que puede convertirse en el nuevo culebrón que nos abochorne en Europa.

El pacto que pide Moreno, no es para tirarlo, ya estaba acordado, es para pagar la indemnización a la promotora del hotel, que construyó con todos los permisos legales, porque algunos socialistas, que se han ido de rositas, se saltaron la Ley. Esa factura le corresponde al Ayuntamiento de Carboneras, lo mismo que le tocará al de Níjar en su momento, si aprueban el cambio del uso del suelo, y la justicia les da la razón a los ecologistas, que es lo que suele pasar. Los que avisan no son los traidores ni van contra el progreso.

Espero que cuando tiren el Algarrobico, nadie se ponga medallas, porque PP y PSOE, han demostrado, con la connivencia de los jueces, que tienen muchas vergüenzas que tapar en materia de corrupción y pillaje.

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