No es la primera vez que ocurre ni será la última. Los transportistas españoles llevan parados desde la semana pasada en Farhana porque Marruecos no les permite pasar. En los últimos meses será la cuarta vez que les impiden el paso. No hay un porqué detrás de esta decisión. Simplemente, si se atreven a cruzar la frontera, les retienen el vehículos, les ponen una multa e incluso pueden pasar uno o dos días en los calabozos marroquíes por pasar mercancía en el maletero. Los vehículos con matrícula española y productos no pueden transitar por Farhana, pero sí pueden los marroquíes. Todo esto y más denuncian los transportistas españoles que exigen a la Delegación del Gobierno que se implique en la resolución de este tema.
Solicitan a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, que hable con las autoridades marroquíes para que no tengan problemas en pasar con sus mercancías. En caso contrario, proponen a la Delegación que ponga las mismas trabas a los vehículos marroquíes que las que pone el país vecino a sus coches españoles.
Aunque los vehículos marroquíes ya no tienen tantos defectos y problemas como antes, según aseguran los transportistas melillenses, algunos no pasarían una ITV en Melilla.
El colectivo indicó al periódico que se han reunido con una autoridad marroquí y que también Moh había intervenido, supuestamente, en este asunto. Pero no está arreglado. No pueden pasar.
No hay otro trabajo
Subrayan que ellos solo quieren trabajar y ganarse un dinero para llevarlo a sus casas. Todos tienen familias, hijos, hipotecas o alquileres y muchas más facturas que pagar este mes, como cualquier otro ciudadano. Si dejan de trabajar unos días, eso se nota a final de mes. Es más, indican que si tuvieran otro trabajo no estarían dedicados al transporte de mercancías entre fronteras. Remarcan que no tienen otra opción porque si no estuvieran en la cola del comercio atípico, tendrían que robar o traficar con droga para ganar dinero.
Desde la semana pasada, cada día llenan los vehículos con mercancías y se acercan a Farhana. Una persona que está al otro lado les dice si pueden o no pasar. No son las autoridades melillenses las que ponen inconvenientes. Es la aduana de Marruecos, según dicen ellos, los que impide su paso.
Hace unos días se arriesgaron a pasar y detuvieron a uno de los vehículos españoles. Al conductor le tuvieron retenido y tuvo que pagar la multa y el coche ha estado varios días en la frontera sin mover. Parecía que no iba a pasar nada con las autoridades de marruecos, pero de repente éstas cambiaron de impresión, indicaron.
Quieren tener la seguridad de que, al pasar, nadie al otro lado les va a detener ni van a tener que pagar una multa.
Los conductores marroquíes
En la otra parte de la historia están los conductores marroquíes. Dos de ellos explicaron a este periódico que los españoles están llorando mucho estos días porque no pueden pasar, pero que ellos tienen más dificultades para ganarse la vida con esta actividad. Dicen que los españoles tienen varios vehículos y que con dos portes al día pueden ganar hasta 300 euros, mientras que los marroquíes logran unos 40 euros y solo hacen un porte cada cuatro días e incluso pasa una semana en ocasiones hasta que pueden llevar la mercancía al otro lado de Farhana.
Lamentan que ellos solo puedan pasar hasta las 14:00 horas por la frontera y, en cambio, los españoles pueden hacer los viajes que quieran. Estos dos marroquíes que hablaron con El Faro indicaron que llevaban dos días parados en la cola y no sabían si iban a salir porque ya eran las 15:00 horas. Recuerdan, incluso con algo de nostalgia, cuando los españoles no se dedicaban a esto y eran los marroquíes, por la falta de trabajo en su país, los que hacían este comercio atípico.
Los transportistas españoles que hablaron con El Faro aseguran que en otras ocasiones se han manifestado con los marroquíes para demandar en Marruecos mejoras para pasar la frontera y que volverían a hacerlo si se llega a un acuerdo entre todos. Pero reivindican que ellos también puedan trabajar en Farhana como los del país vecino. Es más, dicen que ahora que son pocos no es el momento de impedirles la entrada porque no les hacen la misma competencia que hace unos meses cuando se multiplicaba por 100 su número.
Además, otro grupo de transportistas de Melilla se quedan de que no ha servido de nada que el tramo de carretera que da al paso fronterizo cuente con cuatro carriles. Afirman que desde que se hizo la obra el comercio atípico va a peor. Antes había colas continuas en la carretera impidiendo el paso y ahora, que hay sitio, no dejan pasar a los vehículos y se va entrando al paso fronterizo con cuenta gotas. Desde las 8:00 horas en la cola para entrar a las 15:30 horas en ese tramo reformado y de ahí sin saber si llegarán al paso fronterizo, dice uno de ellos. Se preguntan por qué no dejaban pasar este martes a más coches si la frontera estaba libre de vehículos.
La situación en la frontera de Farhana ha cambiado, pero a peor en los últimos meses. Un grupo de transportistas aseguran a El Faro que antes de Navidad había más de 500 melillenses dedicándose al comercio atípico para buscarse la vida. Sin embargo, dicen se dieron cuenta de que con esta actividad solo tenían pan para hoy y que era hambre para mañana. La mayoría emigró a la península o a Francia. Encontraron refugio durante unos meses e incluso durante unos años en el transporte de mercancías entre países, pero vieron que situación se iba complicando y que no iban a poder aguantar mucho tiempo viviendo de ella.
Este colectivo de melillenses que coge productos y los lleva a Marruecos a través de Farhana afirma que el comercio atípico fue el refugio de muchos jóvenes que querían salir del mundo de la delincuencia. Subrayan estos transportistas que hubo quien se dedicó a la venta de droga o a robar hasta que, para evitar ir a la cárcel y perder el control de sus vidas, acabaron en la carretera de circunvalación con su coche para dedicarse al transporte de productos.
Remarcan estas personas que el comercio fronterizo sacó a muchos jóvenes de la miseria y de la delincuencia, porque lo que ganaban con los portes les daba para vivir y llevar a las familias un poco de dinero. Pero eso duró unos meses. Los que no tienen familias, según comentan, se han ido de la ciudad y ahora son unos 50 los españoles que se dedican al transporte entre los dos países.
Además, también hay menos comercios en los que recoger mercancía. Afirman que se ha reducido el número de tiendas y almacenes en un 60%.
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