Las butacas del salón de actos del Campus de Melilla, llenas de adolescentes aficionados a la lectura, recibieron ayer por la tarde a la conocida escritora juvenil zaragozana Begoña Oro. Se trata de la primera escritora que ha aterrizado en Melilla para participar en el III Ciclo de Encuetros de Literatura Juvenil de Melilla, organizado por Oxígeno Laboratorio Cultural.
En la cita, la autora de ‘Pomelo y Limón’ ha podido conversar con sus lectores acerca de esta obra, un libro que aborda el problema de la intimidad en las redes sociales y ayuda a los jóvenes a reflexionar acerca de esta nueva cuestión surgida con el nacimiento y la popularizaicón de las redes sociales en el estrato más joven de la sociedad.
-¿Cuál es el valor que has querido resaltar en ‘Pomelo y Limón’? ¿Qué es lo que te inspiró a la hora de lanzarte a escribirlo?
El libro aborda el tema de la intimidad en las redes sociales. Me preocupa lo mucho que cacareamos sobre nuestra vida en internet; lo hacemos de forma descontrolada, tanto adultos como jóvenes. No estoy en contra de la exposición mediática, yo misma tengo instagram, twitter… Pero es cuestión de saber cuándo bajar las persianas.
Quería ayudar a los jóvenes a hacer esta reflexión, y también hacerles conscientes del poder de su propio relato.
-¿Cuál es la mejor forma de llegar a un público joven? ¿Cuáles suelen ser las temáticas que más les interesan?
Para llegar al público joven hay que quererlo. Me parece básico, pero no siempre se cumple. Hay que tener fe, interés y esperanza en ellos. Los jóvenes necesitan ser queridos, como todos, sólo que los adultos disimulamos.
Yo suelo abordar en mis libros el tema de las relaciones humanas, a veces desde el conflicto, a menudo hacia el amor. Al final, todo nos habla de relaciones humanas, desde ‘La casa de papel’ hasta ‘Red Dead Redemption’.
-A menudo se oye, por parte de generaciones de más edad, que los jóvenes no leen. ¿Hasta qué punto eso es cierto?
Es una idea falsa. ¡Los jóvenes leen mucho! Estadísticamente está demostrado que leen más que los adultos. Además, hay una comunidad lectora juvenil muy activa que ha encontrado su lugar de reunión en internet. Es verdad que no a todos los jóvenes les gusta leer, claro. ¿Pero acaso les gusta leer a todos los adultos?
-A menudo, en los centros de enseñanza, se suele obligar a los estudiantes de secundaria a leer a los clásicos de la literatura española que, obviamente, cuentan con un lenguaje y una realidad que se alejan mucho de la propia realidad de los jóvenes. ¿Este tipo de literatura les aleja de la lectura?
Hay libros juveniles actuales que acercan de forma instantánea a los jóvenes a la lectura. Es el camino fácil. Los clásicos no los acercan instantáneamente, pero si les coges de la mano y les dices: “Mira, este joven es como tú, no sabe qué hacer. Se llama Hamlet”, la cosa cambia.
Con los clásicos hay que hacer un esfuerzo extra de mediación para que el joven sienta que ese libro le atañe. He visto docentes que hacen una magnífica labor en el aula acercando los clásicos. También desde fuera del aula hay esfuerzos en este sentido. Ahí están los tuits de Nando López que resumen los clásicos en una frase, los vídeos sobre la Celestina del escritor y youtuber Javier Ruescas, o las ediciones de clásicos en cómic. Los clásicos son el camino difícil pero también nos llevan a otro sitio, más elevado.
-¿Es necesario acercarse a este sector de la población de una manera diferente a la tradicional debido al surgimiento de nuevas tecnologías sustitutivas del libro en papel?
Las nuevas tecnologías nos están llevando a una forma de leer menos atenta, más rápida… Yo intento ponerlo fácil al lector: hacer capítulos cortos, no ahogarlo en descripciones, no hacer una frase enrevesada si puedo decir lo mismo de forma más sencilla... Eso sí, no quiero ni privarles ni renunciar a la complejidad, a las metáforas y a la belleza.
-¿Cuándo surgió esa pasión por escribir? ¿Por qué te decantaste, concretamente, por la literatura infantil y juvenil?
Mi pasión por escribir surge de mi pasión por leer. Como ávida lectora, me pareció que una profesión en la que te pagan por leer era perfecta. Y así me hice editora, casualmente (fue el primer trabajo que encontré) de literatura juvenil.
Como editora descubrí y profundicé en el mundo de la literatura infantil y juvenil y ya no quise salir. Lo tiene todo: el mejor público, las más amplias posibilidades artísticas, excelentes colegas… y la oportunidad real de cambiar el mundo. Ahí es nada.
-Por último, ya que es casi de obligado cumplimiento preguntarlo: ¿has estado alguna vez en Melilla?
Pues no, y estaba deseando porque, como te decía, no quiero renunciar a la complejidad, ni a las metáforas, ni a la belleza, y Melilla de eso tiene a mansalva.