Dice que estos tres años en la ciudad le han permitido “crecer espiritualmente” y señala la singularidad y originalidad de una realidad eclesial, la melillense, que le ha permitido aprender como persona y sacerdote.
En octubre, tras tres años en Melilla, Juan Manuel Barreiro, abandonará su puesto de vicario episcopal de la ciudad, por decisión del Obispo de Málaga y Melilla, que ha decidido destinarlo nuevamente a la provincia de Caicara del Orinoco, donde la diócesis viene desarrollando una labor pastoral desde hace 25 años.
Barreiro, el último hijo de Las Chafarinas, puesto que fue el último que nació y recibió el bautismo en el archipiélago cercano, se va agradecido de esta tierra que también es la suya, y a la que vino cuando sólo tenía 10 años para abandonarla a los 18, tras aprobar en Málaga unas oposiciones al cuerpo de Correos, al que ya pertenecía su padre y, finalmente, optar por el sacerdocio tres años después, porque, según dice, “no podía vivir” en contra de lo que su propio espíritu le marcaba.
Ahora, con más de 50 años ya cumplidos, Melilla le ha permitido “crecer espiritualmente”, al “reaprehender” una ciudad con la que nunca perdió los vínculos pero de la que sí dejó de conocer en su día a día por sus diez años en Venezuela.
Ahora, tras este reencuentro “sentimental y eclesial” con los melillenses, Barreiro se siente más afianzado. “Ha sido -dice - un reencuentro con una comunidad de la que ya no conocía el día a día y con una realidad eclesial singular y original como es la de Melilla, posiblemente por su situación geográfica y su lejanía de Málaga” o, lo que es lo mismo, de la diócesis a la que la comunidad católica melillense está adscrita.
Y es que, según relata, “aquí un vicario es mucho más que un simple párroco” porque debe asumir funciones que en otros lugares no se le demandarían.
No obstante, se siente satisfecho y gozoso por este reencuentro “sentimental” que le ha permitido redescubrir una Melilla en la que dice encontrarse muy a gusto y de la que se siente orgulloso “por cuanto se ha hecho para mejorarla y promocionarla también de cara al exterior”.
En octubre será sustituto por Roberto Rojo Aguado, un sacerdote algo mayor que él, como él no obstante ordenado por el que fuera anterior obispo de Málaga y Melilla, el actual párroco del Centro Asistencial y obispo emérito, Ramón Buxarrais.
Barreiro define a Rojo Aguado como un hombre “afable, alegre y abierto, al que Melilla puede hacer mucho bien y que también puede hacer mucho bien por Melilla”.
En herencia, le deja una Iglesia, la del Sagrado Corazón o Iglesia arciprestal de la Ciudad, que ha logrado recuperar su señero chapitel y rehabilitar toda su fachada. Pero al margen de lo material, su legado se basa en una acción pastoral “que ha buscado siempre potenciar el diálogo y la fraternidad, porque la familia de la Iglesia, como todas las familias, también sufre de tensiones y conflictos que al final se han resuelto con un sentido fraterno, como hermanos que somos y todos nos reconocemos”.
“Solamente -añade a modo de balance- he intentado servir a Melilla y a la Iglesia como hijo que soy del pueblo y estoy muy agradecido porque me siento un hombre afortunado que ha podido crecer espiritualmente en su propia tierra”.
Agradecimiento a las autoridades de la Ciudad
El Vicario en este balance de su paso por Melilla, tras conocerse hace unos días que en octubre próximo abandonará la ciudad, no dejó de agradecer a las autoridades locales su colaboración para conseguir recuperar el chapitel o pináculo de la Iglesia Arciprestal del Sagrado Corazón, que se perdió a causa de los estragos de un fuerte temporal y que puso al descubierto el penoso estado ya no sólo de la cúpula de la parroquia sino de toda su fachada.
“No ha sido obra mía que se haya arreglado. He sido sólo un testigo privilegiado de unos convenios que se firmaron entre el Obispado y la Ciudad Autónoma. Quizás me afané en llamar la atención e inquietar a las autoridades locales sobre las amenazas de derrumbe, pero tengo que agradecer la colaboración sincera y leal que siempre he encontrado en los responsables de la Ciudad”.
De vueltas a Venezuela, cerca del Amazonas
Juan Manuel Barreiro marchará de Melilla para volver a la provincia de Caicara del Orinoco, muy cercana al Amazonas, con una extensión de 45 kilómetros cuadrados, y caracterizada por una variedad de comunidades indígenas pertenecientes a distintas etnias, algunos núcleos semiurbanos, colonias de campesinos y poblados mineros. Es una tierra que conoce, en la que pasó una década, pero que abandonó en 2002, por lo que está preparado para enfrentarse a la lógica evolución y los cambios. Su misión allí está marcada por un acuerdo entre la Diócesis de Málaga y Melilla con la Archidiócesis de la ciudad Bolívar, a cuyo estado pertenece la provincia, muy próxima al Amazonas. Los sacerdote de nuestra diócesis llevan realizando su misión evangélica allí desde hace 25 años.
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