Hace unos días un activista de Melilla se quejaba públicamente de que la prensa subvencionada no saca noticias de su partido, que tras no conseguir el apoyo de los votantes en las pasadas municipales se quedó fuera del arco parlamentario.
Es más fácil matar al mensajero que reconocer la incapacidad de las ideologías residuales para producir información atractiva, interesante o entretenida para la audiencia o para su nicho de votos. La culpa siempre es de los demás. El infierno son los otros, como decía Sartre.
El ataque de este radical no es el primero que recibimos los periodistas de Melilla. Hace unos años, desde una televisión local, un grupúsculo de políticos se entregó a la tarea de colocar una diana sobre la mayoría de los comunicadores de la ciudad, a los que nos acusaban de pertenecer a la prensa subvencionada. O sea, a la que recibía dinero público a través de campañas publicitarias a las que ellos no tenían acceso porque básicamente respondían a la máxima de todos contra el PP.
Ya os he contado que en una ocasión un periodista de un partido de Melilla vino a El Faro supuestamente a reunirse conmigo en una primera toma de contacto. Sin venir a cuento empezó su discurso llamándonos prensa subvencionada. Me levanté y lo puse de patitas en la calle. Se quedó pálido y sin habla. Él podrá olvidar a muchas mujeres, pero ese día me aseguré de que a mí no me va a olvidar.
Volviendo a la ofensa del camarada Dimitriv (nombre ficticio), creo que no merece más comentario. No es el único que se queja. Se quejan todos.
En esta ciudad tenemos políticos que se plantan en una cuestación solidaria y al llegar dicen que no van a hacer declaraciones a la prensa para no empañar el protagonismo de la asociación convocante. Luego se quejan porque no son el centro de la noticia. Ellos mismos confiesan que han ido a ‘chupar’ cámara y no entienden por qué la gente que compra el periódico al otro día no ve su cabecita asomando entre la marabunta de ciudadanos anónimos que respaldan esta noble causa sin exigir notoriedad pública. Se creen a la altura de Doña Sofía y la Reina Letizia.
Otra cosa es que usted sea el único consejero que trabaja en la ciudad. Es de justicia sacarlo y si sale en todas las páginas bien sacado está. Así se demuestra quién trabaja y quién no.
Los políticos lo tienen muy fácil para salir en los medios, pero al ignorar las reglas de la comunicación muchas veces se borran ellos solitos de la foto. Lo primero que hay que hacer para salir en prensa es estar en el momento y en el lugar adecuados y transmitir un mensaje que sea de actualidad, de proximidad, que despierte el interés o aclare un suspense.
Pongo ejemplos: si Gloria Rojas cita a la prensa a las ocho de la mañana y anuncia que pide el cese de Mohand, no mande usted una nota de prensa ese día porque la noticia de esa jornada ya está vendida. Todo girará en torno a ella. No le dé más vueltas.
De la misma manera, si usted va a cesar a un consejero y se puede permitir esperar a un lunes, tenga en cuenta que si lo cesa un viernes tendrá a los periodistas centrados en ese tema y le lloverán titulares sobre esa decisión viernes, sábado, domingo y lunes y si ese lunes usted comparece ante los medios para hablar de un tema distinto o para dar explicaciones apaga un fuego con gasolina.
Las crisis, salvo excepciones o meteduras de pata, duran 72 horas porque a partir de ahí decrece el interés de la audiencia. Sea prudente, no fuerce su continuidad.
Sé que estos ‘tips’ caen en saco roto, pero ahí los dejo a la nube de políticos que se ponen delante de un micrófono, sueltan dos o tres frases cursilonas o populistas y pretenden que de una rueda de prensa sin importancia saquemos cinco titulares sin importancia para rellenar una página o más también sin importancia que espantarán a los lectores en el kiosco o en los bares. Eso se acabó.
Entre otras cosas, porque ellos mismos se dan el lujo de darse de baja de la suscripción de un periódico y te dicen que lo hacen porque necesitan recortar presupuesto, como me dijo una vez en mi cara Daniel Conesa. Nadie se da de baja de lo que todo el mundo quiere leer. Ahí está el secreto del periodismo.
Nuestro reto es atraer a cada vez más lectores. Y es difícil porque la prensa en papel compite ya no sólo con las radios, que dan las noticias gratis y casi al momento. También compite con las redes sociales y las webs que tienen las noticias ahora casi antes que las radios. La única forma de sobrevivir es añadiendo a la noticia del día, el porqué de las cosas. El papel podrá sobrevivir si aporta opiniones y puntos de vista cada vez más diversos.
En El Faro, tenemos nuevas reglas. Todo lo que llega después de las 21:00 horas, sólo sale si es noticia y si su publicación es impostergable. Lo que no lo es, se queda en la web. No vamos a levantar una página ya maquetada para meter que fulanito ha recibido a menganito o que tal día realizarán tal cosa sin importancia. Bienvenidos a las nuevas reglas.
Éstas son las nuestras. Si el resto quiere seguirnos, invitados están. Nosotros sólo vamos a levantar una página si estamos convencidos de que lo enviado a deshoras es realmente importante para el ciudadano. La propaganda y el pampaneo no entrarán y mucho menos pasadas las 21:00 horas. A las 10:00 am nos lo pueden colar. A las 21.00, nunca.
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