El Ministerio de Asuntos Exteriores mantiene un hermético silencio en torno a cualquier cuestión relacionada con la aduana comercial de Melilla. Y no es que se diga desde esta ciudad, la gran afectada por la negativa a su reapertura, es que lo ha hecho público el diario El Independiente, que presentó cuatro cuestiones para ser respondidas por el departamento que dirige José Manuel Albares sin que haya tenido éxito alguno. A saber: "situación del proceso para la reapertura de la aduana de Melilla y apertura de la de Ceuta, razones para el retraso sobre las fechas inicialmente anunciadas, rareas pendientes en el lado español de la frontera y revisión de las fechas de apertura de ambas aduanas".
"La callada por respuesta", señala El Independiente, que, según afirma, es la estrategia que mantiene el Ministerio sobre esas cuestiones y que impide conocer las causas del bloqueo impuesto desde Marruecos a la reapertura de la aduana. Un acontecimiento, por cierto, que el propio Albares vendió a los españoles como "el principal hito del histórico y controvertido cambio de posición del Gobierno en el conflicto del Sáhara Occidental".
El responsable del departamento de comunicación de Exteriores, Antonio Asencio, no responde a las solicitudes de información que se le han formulado desde el citado diario nacional, que denuncia, como es lógico, su "deber de transparencia y rendición de cuentas". Sin embargo, todo el mundo sabe por qué no hay un pronunciamiento ni se contestan las preguntas. Aquí la única verdad es que Marruecos es consciente de que dar carácter oficial a una aduana comercial con Melilla sería reconocer de facto la españolidad de la ciudad, algo que los marroquíes niegan históricamente, sin contar con sus sucesivas reivindicaciones anexionistas sobre nuestro territorio.
Y eso es todo. Desde el Ministerio no pueden en modo alguno reconocer que no habrá nunca aduana comercial porque se trata del argumento principal del por qué se le dio a Marruecos la soberanía sobre la excolonia española. Tampoco va a decir públicamente, ni bajo tortura, que los motivos del cierre son políticos y que se deben al tema de la españolidad de las dos ciudades autónomas en el norte de África.
Lo cierto es que el Gobierno de Pedro Sánchez prefiere pasar de puntillas por esa cuestión, dejar hacer a Marruecos y ocultar en lo posible el incumplimiento del acuerdo adoptado en 2022 y reafirmado en la Reunión de Alto Nivel de 2023. Solo hay que escuchar lo que dicen de las relaciones con los marroquíes. Según afirman, son las mejores que se han tenido nunca con el vecino país sabiendo como saben que jamás podrán ser tan estupendas cuando quedan unos importantísimos flecos pendientes de ejecutar por la otra parte signataria del documento, cuya hoja de ruta supuestamente se está cumpliendo sin mayor problema.
Por otra parte habrá que celebrar que Marruecos se ha llevado ya su patrullera al puerto de Nador, después de estar tres días varada en aguas españolas del Dique Sur. Aunque ha habido quien ha pedido explicaciones al Gobierno de Sánchez por la presencia de esa embarcación en Melilla, no ha trascendido respuesta alguna al respecto. Tan solo se ha hablado de enviar una ayuda que los marroquíes han ignorado, sobre todo si venía del lado melillense. Aceptar la propuesta de utilizar nuestro práctico y nuestro remolcador habría sido otro reconocimiento de españolidad que, como puede apreciarse, Marruecos nunca se permite.
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