La Fundación Melilla Monumental y el Instituto de la Cultura Mediterránea (ICM) presentaron hace unas semanas un estudio elaborado gracias a la colaboración entre las dos entidades por el cuál se pretende proteger y defender el patrimonio funerario del Cementerio de la Purísima. A través del trabajo de un grupo de expertos que limpiaron y realizaron hasta 143 fichas de las tumbas, nichos y sepulcros de la zona uno a la cinco de este lugar, se ha podido descubrir todo el arte e historia que guarda la Purísima, que fue declarada en 1986 ‘Bien de Interés Cultural’. ‘El Faro’ acompañó al director del ICM, Juan Bellver, para descubrir de cerca algunas de las sorpresas que estaban bajo el polvo y el paso de los años con el objetivo de que la próxima visita de los melillenses a la Purísima no sea para acompañar a algún ser querido en su dolor por la muerte de una persona, sino la curiosidad de acercase a esta parte de la historia de la ciudad.
Con un presupuesto de 9.000 euros y a través de un convenio firmado en 2010, el ICM ha elaborado fichas en las que se recogen los datos biográficos de la persona que yace en esta sepultura y los aspectos artísticos e históricos rescatados al analizar la composición de la misma.
Características del proyecto
Este ‘Catálogo monumental e histórico del Cementerio de Melilla’ al estudiar las áreas más antiguas tiene la característica de que están enterrados civiles y militares juntos, ya que la construcción de los mausoleos del ejército se realizarán años más tarde. La parte positiva es que han podido recoger la historia de los militares a través de su hoja de servicio, puesto que han contado con la colaboración de dos expertos en la materia, Eduardo Sar e Isabel Milayón. Sin embargo, el problema viene cuando intentan rescatar la historia de los fallecidos civiles, pues si no consiguen localizar a la familia no pueden completar toda la información necesaria sobre la persona fallecida, perdiendo también información que puede ser muy valiosa.
Este proyecto fue realizado por nueve personas que han trabajado en grupos y que durante un año han ido con cubos y cepillos limpiando y restaurando aquellos sepulcros que estaban más deteriorados por el paso del tiempo.
El análisis
Bellver indicó que las primeras conclusiones que se extraen son de carácter social, ya que en estas zonas están enterradas desde la persona más humilde de Melilla al personaje más ilustre de la ciudad.
En este sentido, la confección de este catálogo ha permitido saber un gran número de trabajos de esculturas , confección de lápidas y relieves con gran calidad artística que aunque no llegan a la complejidad y vistosidad de los mausoleos merecen ser admirados.
Así, se ha podido comprobar cómo en esta época había muchos casos de muerte por enfermedad común, como neumonías o fiebres tifoideas, además de la muerte por herida de guerra, aunque durante esta etapa de la historia de la ciudad no hubo muchas batallas.
Curiosidades
Una de las primeras curiosidades de este catálogo fue el análisis de un conjunto de tumbas de niños, ya que en estos años morían por diversas enfermedades o infecciones con pocos meses o años de vida. Entre ellas está la sepultura de un hermano de tres años de Juan Guerrero Zamora.
Apenas se tiene información sobre ellos y la mayoría están abandonadas pues son muy antiguas, por lo que destacan por su calidad estética. Así, si visitan la Purísima, podrán ver varios ángeles sobre estos pequeños nichos.
Un hermoso epitafio
La sepultura de Fernando Bueno Espinosa es una de las más monumentales del Cementerio de la Purísima. Esta tumba fue costeada por los jefes y oficiales del Regimiento en el que se encontraba este joven, quien murió a causa de las heridas sufridas en un acto violento que se produjo en Cabrerizas.
Este mausoleo tiene una alta carga simbólica puesto que se trata de una planta cuadrada donde arranca una plataforma de dos pisos llegando a una base decorada con relieves. Seguramente, muchos melillenses habrán pensado que esta tumba está medio derruida por su aspecto y por la inclinación de la parte posterior del conjunto, sin embargo, este efecto no es producto del paso de los años, sino de la intención de los artistas de simbolizar a través de una columna partida con detalles corintios cómo “un pilar cae por culpa de un acto violento”, tal y como explicó el director del Instituto de la Cultura Mediterránea, Juan Bellver. Lo que sí ha modificado el tiempo es la gran fractura en sentido longitudinal de la lápida.
La leyenda reza lo siguiente: “Pobre Fernando de tu pecho herido brota un raudal de sangre victoriosa. Se eleva a las mansiones de la luz. Ve noble hijo del pueblo. Tu memoria deja en nosotros angustioso llanto y absortos contemplamos entre tanto al mártir que ha cumplido su deber. Víctima pura, si de Dios al lado hoy contemplas mi amargo sentimiento, acoge este sencillo pensamiento envuelto en los crespones del dolor”.
Un hermoso epitafio escrito el 1 de abril de 1892.
Creador del Parque Hernández
La sepultura de Venancio Hernández y Fernández no tiene nada de especial a nivel artístico; sin embargo, todo el mundo en la ciudad ha oido hablar de este personaje, esto es, puesto que es el general que diseñó este espacio recientemente restaurado por completo y quien ideó dónde irían los árboles y flores que más adelante han pasado a ser uno de los espacios más relevantes de la ciudad.
En su origen, el parque llegaba hasta el edificio ‘Parque’ formando un gran ábside que finalmente fue eliminado para mejorar el tráfico de la ciudad y de esta forma se creó la calle Ruiz de Sotomayor.
Asimismo, se debe destacar una farola del parque original que ha sido conservada hasta hoy que puede verse todavía en este espacio verde de descanso y diversión. Un símbolo de aquel proyecto que aún hoy forma parte de la vida de los melillenses.
Por otro lado, este general tiene una hoja de servicios con innumerables actuaciones y cometidos y en la que se detalla que recibió un gran número de recompensas como la Encomienda de Isabel la Católica, las Cruces Royas y Blanca del Mérito Militar o la Medalla de Alfonso XII.
Diseño de manos expertas
Esta imagen pertenece a la sepultura de María de la Gloria Martínez. Es la tumba de la mujer del ingeniero militar Alejando Rodríguez, quien fue uno de los primeros en diseñar los edificios modernitas de la ciudad antes de la llegada de Enrique Nieto, esto es, uno de los primeros ‘arquitectos’ de Melilla. Se trata de numerosas plantas bajas que con el paso del tiempo se han ido modificando mucho sin conservar su apariencia original.
Esta sepultura tiene importancia no por la calidad artística y de los materiales con los que fue construida. Así, se trata de un conjunto rectangular acotado por balaustrada metálica que se compone de dos elementos, esto es, uno horizontal con lápida rectangular en la que se dibuja una cruz dispuesta en oblicuo y otro vertical de forma casi rectangular más estrecha en la zona media en la que resalta una inscripción que finalmete se corona con una cruz latina de bulto redondo.
Sin embargo, no se ha encontrado la sepultura de Rodríguez, que hubiera sido más interesante por el valor de su trabajo arquitectónico en la ciudad.
Una talla de una desconocida
De María Cosimini Borro sólo se sabe que nació en Pietra Ligure el 12 de octubre de 1867, esto es, una ciudad italiana, y que murió el 2 de noviembre de 1930 en Melilla. Así, se está intentando encontrar más referencias de esta mujer italiana y de cómo llegó hasta la ciudad en aquella época. Sin embargo, lo que más interesa de esta sepultura no es la vida de quien guarda sino la excelente calidad de la talla que está justo en la parte superior.
Se trata de una tumba rectangular sobre la que se talla la leyenda con los caracteres incisos en la materia pétreo, tal y como se detalla en la ficha elaborada por el equipo de expertos de este catálogo. Sobre esta lápida se adosan cuatro pilastrillas cilíndricas con remate circular y en la cabeza se levanta un monolito sobre el que reposa un medio busto de la difunta tallado en mármol.
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