La aristoloquia (Aristolochia baetica) es una planta enredadera de la familia de las Aristoloquiáceas, que vive en bosques y matorraledas de Andalucía y Marruecos. Estamos ante una planta singular, sin duda alguna, y por varias causas que seguidamente veremos.
Otra de las peculiaridades de la aristoloquia es su método de polinización. Lo primero que nos llamará la atención cuando veamos esta planta son sus flores, pues la forma de éstas recuerda a ciertas plantas carnívoras. La similitud tiene una causa, pues las flores de la aristoloquia, semejantes a un embudo que se va estrechando, con un pequeño ensanchamiento final, también tienen como misión capturar a los insectos que se le acerquen, pero en este caso no es para devorarlos, sino para secuestrarlos temporalmente, y así asegurar su correcta polinización. Para conseguir atraer a estos insectos, en este caso cierto género de moscas, la flor de la aristoloquia exhala un aroma desagradable que simula un animal en descomposición. Para reforzar el engaño, el color y los pelos que la cubren recuerdan el cadáver de un pequeño animal. Cuando el insecto se introduce dentro del tubo de la flor, esos mismos pelos que la cubren, y que apuntan hacia el interior del tubo, impiden que éste pueda salir, atrapándolo en la cámara inferior, donde se encuentran los órganos sexuales de la flor. En ese instante el ovario está sexualmente maduro, pero los estambres no, por lo que el único polen que fecunda al ovario es el que transporta el insecto. Una vez fecundada, la flor activa los estambres para impregnar de polen al insecto secuestrado, y los pelos que impedían su huida se secan, liberándolo para que repita el proceso en otra flor distinta. Normalmente el insecto tendrá que pasar la noche en la flor hasta que se complete el proceso, cuyo objetivo es garantizar que la planta no se auto-polinice.
Otra característica que hace tan particular a esta planta es que precisamente esos principios activos que la hacen tan tóxica tienen aplicaciones medicinales tan importantes que su uso por parte de los pueblos mediterráneos se pierde en la noche de los tiempos. Una propiedad destaca con mucho por encima de las demás, la de ayudar al parto. Tanto es así que su nombre, Aristoloquia, es una palabra griega que se puede traducir como “útil para los nacimientos”. Efectivamente esta planta estimula el flujo sanguíneo, y por tanto facilita la menstruación, por lo que se usaba en la antigüedad tanto para ayudar en el proceso del parto como, en algunos casos, para abortar, cuando la concepción era más reciente y usando una dosis mayor.
Otra de las singularidades de la aristoloquia es que es la planta nutricia de la bella y esquiva mariposa arlequín (Zerynthia rumina), que pone sus huevos solamente en esta planta. Con ello garantiza que sus orugas, cuando nazcan, devorarán las hojas de la aristoloquia y absorberán sus tóxicos, a los que son inmunes pero que las hará incomestibles para los depredadores. Planta y mariposa están tan vinculadas que para observar a la esquiva mariposa arlequín solamente hay que esperar a la primavera y buscar en el campo alguna aristoloquia; la mariposa aparecerá después de un corto espacio de tiempo. Esta vinculación tiene un inconveniente; la paulatina desaparición de esta planta en nuestras áreas verdes ha arrastrado consigo a la Zerynthia, que solo se encuentra ya en algunos puntos concretos de la ZEC del Nano, justo donde están las últimas aristoloquias.
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