Ara Malikian es un libanés cuya vida ha sido marcada por el violín: su padre le enseñó a tocarlo desde que era muy pequeño; luego le ayudó a sobrevivir cuando estuvo lejos de su país y su familia; y, finalmente, fue su amor por este instrumento lo que acabó por convertirlo en un referente musical del panorama internacional.
Mañana a las 22.00 horas el Auditorio Carvajal se llenará de melillenses que irán a disfrutar de su esperado concierto, donde desplegará en la ciudad un espectáculo de música que no dejará indiferente a nadie.Durante la actuación presentará su último álbum, ‘Ara’. Un disco muy especial que está dedicado a su hijo Kairo y a la infancia. Un trabajo muy emotivo que podrán escuchar los espectadores este lunes. Para los más rezagados, todavía quedan algunas entradas que pueden adquirirse en la página web del artista (www.aramalikian.com) desde 35 euros.
El disco surgió durante el confinamiento. Malikian explica que antes de la pandemia tenía un ritmo de vida muy fuerte. “Me pasaba los días en aeropuertos, aviones y carreteras”. Al volver a casa, se daba cuenta de lo mucho de menos que echaba a su hijo, por eso los meses del confinamiento fueron muy inspiradores para él. “Me di cuenta que echaba mucho de menos la niñez que yo no tuve. Con mi hijo traté de recuperar todos esos años que me perdí” y de ahí surgió el disco.
Aunque ya ha venido a Melilla en otras ocasiones, el violinista confiesa que se siente muy afortunado de volver porque asegura que se ha creado un cariño mutuo con el público. “La gente siempre responde con pasión, es muy especial, y eso para un artista siempre es un auténtico lujo y una motivación”.
Por eso, cada vez que regresa a la ciudad se empeña en entregarse con el cuerpo y el corazón. Para él, su público es lo más importante. “Lo venero. Vivo y soy feliz gracias a ellos”, apunta. “Puedo tocar solo en casa y hacer música, pero soy mil veces más feliz cuando estoy con ellos”.
Ara Malikian se inició en el violín desde muy temprano. Fue gracias a su padre. En declaraciones a El Faro, el artista confesó que fue una experiencia “a ratos maravillosa y a ratos muy dura”. Esto se debe a que su padre le hacía estudiar mucho con el violín. “A veces se pasaba porque me hacía practicar mucho y con ocho o nueve años yo tenía que estar jugando”, comenta.
Sin embargo, asegura que hoy en día le está eternamente agradecido por ello. Si no fuese por su perseverancia, el mundo no conocería a este violinista. Su amor por el violín fue inculcado por su padre. “Él amaba la música y descubrió también el violín a través de su propio padre. Cuando empezó a tocar, se enamoró y desde entonces se obsesionó”, relató.
Su infancia estuvo marcada por la guerra del Líbano. A una edad muy temprana, se marchó a Alemania. Allí, Malikian cuenta que el violín se convirtió en una manera de sobrevivir el día a día. Considera que aquella época fue bastante difícil ya que se encontraba en aquel país extranjero, sin sus padres y sin conocer a nadie. “Me encontré con un nivel en Europa muy alto, así que tenía que trabajar muchísimo”, cuenta.
Su carrera ha sido muy larga y diferente. Empezó con su formación básica, que era clásica, pero siempre ha tenido que tocar todo tipo de música, desde los folclóricos de cada país hasta el rock, el jazz o el flamenco. “He tenido que trabajar y he pasado por muchas circunstancias. Gracias a esto he aprendido muchísimo durante todos estos años y lo he reflejado en mi música”, cuenta.
Al tocar, asegura que lo más importante para él es usar lo que ha aprendido y utilizarlo con su propia personalidad. Aunque afirma que él no es más que “un mero instrumento de la música para transmitir”. Aún así, se muestra muy contento de donde está hoy en día. “He tenido que hacer muchos y le estoy muy agradecido a la vida por darme esta oportunidad”.
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