Aprender a coser para llegar a fin de mes

Un total de 15 mujeres en riesgo de exclusión social finalizan un curso de corte y confección

“La profesión de corte y confección es lenta y uno evoluciona con el tiempo”. Lo dice Toñi Brecia, una amante de la costura, que durante tres meses ha impartido un curso de confección de ropa de hogar a 15 mujeres en riesgo de exclusión social con el fin de que éstas aprendan el oficio para dar el salto al mercado laboral.

Fatima no dispone de ese tiempo. En una frase resume su vida: “Necesito encontrar trabajo lo antes posible. En casa tengo tres niños a los que alimentar”.  Su preocupación se palpa en su rostro apagado y en sus ojos, que se llenan de lágrimas conforme avanza con el relato de su situación. “Tengo 40 años, soy analfabeta y prácticamente invisible para la sociedad”. Asegura que por no saber leer y escribir sufre “mucha discriminación”. Por ello, pide que la ciudad se involucre más con las personas  necesitadas y que las partidas se destinen a “una formación real”, que les facilite la inserción en el mundo laboral.

Antes de levantar ampollas entre los organizadores del curso aclara que ha sido “muy entretenido” y que le ha gustado mucho, pero también pide que se pongan en su lugar. “¿Qué pongo en mi currículum que sé coser una bolsa para el pan y unas manoplas de cocina?”, pregunta, mientras mira con desprecio las piezas que ha confeccionado durante el curso.

Augura un futuro negro.  Ya he asistido a varios cursos de formación, pero hasta el momento no he encontrado trabajo.

Números rojos

Esta mujer cuenta que detesta los días del mes que comienzan con el número veinte. Sobre esas fechas la cuenta familiar se contrae y suele estar en números rojos.

Queda la opción de tirar de tarjeta de crédito o pedir que le fíen en la tienda del barrio. Fatima acaba el fin de mes con un agujero en el bolsillo y para evitarlo visita hasta tres supermercados en busca del papel higiénico más barato.

La historia se repite

Entre las 15 mujeres que han asistido al curso de confección la  historia de Fatima se repite. Kamria tiene 34 años, es analfabeta y tampoco cuenta con un empleo. Esta joven cuenta que ha sido víctima de violencia de género y que tras vivir durante dos años en la casa de acogida para mujeres maltratadas, es ahora cuando tiene que reorganizar su vida.

Kamria no sabe por dónde empezar.  “No puedo pagar el alquiler de mi casa y tengo dos hijas pequeñas de 8 y 6 años. “El precio de las viviendas es muy alto. Es uno de los problemas más graves, y sobre alquileres y vivienda apenas se hablan los políticos”, apunta.“No puedo mantenerme sin depender de alguien, vivo al límite y acudo a servicios sociales como  último recurso”, explica. Cuenta que la vuelta al cole es espacialmente dura. “Septiembre, por ejemplo, es el peor mes, el inicio del colegio y sus gastos me desbordan”, cuenta.

Según Kamria, las ayudas que reciben algunas personas pueden durar para tener una vida autónoma, pero no para mantener una familia.

Jamila, otra de las alumnas del curso, asegura que el perfil de quien no llega a fin de mes puede ser de alguien “mucho más integrado” y que maneja la lectura y escritura. “Yo sin ir más lejos”, dice. “Estoy desesperada. Ya no sé por dónde buscar. La última vez que tuve un empleo fue en el año 2008. Hacía labores de limpieza y mantenimiento en el río de Oro. Mi marido es barrendero, pero en casa somos cuatro y el sueldo no nos llega nunca”, explica.

Así Jamira al igual que Fatima y Kamria es experta en estirar el dinero que entra en casa. Tres historias. Una misma trama. Sólo cabe esperar que la costura les ayude a confeccionar un futuro mejor, que les ayude a llegar a fin de mes.

Entrega de diplomas por finalizar el curso

La viceconsejera de Mujer, Isabel Moreno, asistió ayer al centro María Inmaculada para entregar a 15 mujeres en riesgo de exclusión social el diploma que acredita que han finalizado con éxito el curso de confección de ropa de hogar. Durante el acto destacó que las clases se iniciaron el pasado 1 de julio y que finalizaron el 30 de septiembre. Además, indicó que esta formación no sólo tiene como objetivo ayudar a las mujeres a que se formen en este oficio y que encuentren un trabajo, sino también darles mayor visibilidad y empoderamiento a través de la transmisión de conocimientos. “Las clases se alternaron con visitas a varios museos y a Melilla La Vieja”, dijo.  Finalmente, la viceconsejera de Mujer informó de que este curso está financiado íntegramente por el Fondo Social Europeo.

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