ES imposible señalar alguna diferencia entre la Melilla anterior al Pleno de Control y la de cinco horas después. Las posiciones de cada uno de los grupos se mantienen intactas.
Ni el más mínimo acercamiento, ni el menor atisbo de una posibilidad de acuerdo, ni el más pequeño cambio en el rumbo. Quienes confiaban en la acción del Gobierno no tienen ningún argumento para no seguir haciéndolo. Quienes piensan que la gestión del Ejecutivo local merece recelos, críticas o reproches, probablemente mantengan la misma desconfianza.
Ni un solo problema se abordará desde una perspectiva distinta a la planteada antes del Pleno. En definitiva, es materialmente imposible señalar el más pequeño cambio.
Sesiones como las de ayer, cuyo formato no facilitan el debate fluido, el enfrentamiento dialéctico ni la confrontación ágil de ideas, propician que los participantes se afiancen en sus respectivas posiciones, que se hagan fuertes en sus planteamientos y que todos acaben enfrascándose en una ‘guerra de trincheras’. Sin movimientos, avances, repliegues ni contraataues, todos optaron por la estrategia de desgaste, donde hay poco que perder y mucho menos que ganar.
En cambio, las cinco horas de ‘pseudodebate’ sí sirvieron para tomar el pulso a las relaciones entre las diferentes formaciones políticas. Así, se pudo comprobar que cada vez queda menos de aquella supuesta relación ‘idílica’ que mantuvieron al principio de la legislatura el Gobierno y el principal partido de la oposición. Ahora ya hay pocos motivos para el entendimiento entre PP y CpM, y cada vez quedarán menos a medida que se aproxime el 25 de mayo, fecha de los comicios europeos. Esa primera cita electoral servirá para medir fuerzas ante las elecciones locales del próximo año, cuando la posiciones se radicalizarán al extremo. De momento, ya asoman las primeras encuestas. El presidente del PP dio a entender ayer que maneja alguna datos que les son favorables “por goleada”. Al menos fue la interpretación que hizo Imbroda.
En cuanto a PP y PSOE, su relación continúa siendo imposible y lo será aún más si cabe en las próximas semanas ya que ambos partidos son los principales contrincantes en la Europeas. Si alguna vez hubo posibilidad de que Imbroda y Escobar acercaran posiciones, ésta no se materializará en breve. No interesa a ninguno de los dos y mucho menos al secretario general del PSOE. A Escobar no le pierde de vista su compañero de bancada. E Imbroda tampoco acaba de sacudirse la presencia de Liarte, quien ayer reprochaba al presidente su frialdad en el trato. Nunca ha sentido “simpatía” el líder del PP por sus anteriores compañeros de partido y la tensa relación que mantienen desde hace más de cuatro años tampoco ha favorecido el acercamiento.
La sesión de ayer también sirvió para constatar que no hay grandes cambios en el PP. Si existía alguna duda de que Imbroda iba a mantener su palabra de continuar al frente del partido, ayer sus contrincantes políticos y quienes tuvieran algún interés en el proceso de sucesión se llevaron una nueva desilusión.
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