El profesor Alonso Pulido presentó ayer un libro en el que analiza técnicas para que padres y docentes se acerquen más a los pequeños.
Los niños absorben todo lo que ven alrededor y si lo que hay cerca de ellos son pensamientos negativos, ellos pueden volverse también personas pesimistas. El profesor Alonso Pulido presentó ayer en el salón de grados del Campus de Melilla de la UGR su libro ‘Amor y humor en la Educación’, una recopilación de cómo repercute en los estudiantes que sus padres y docentes tengan una actitud más positiva y cercana hacia ellos.
Pulido, que narra en la publicación sus experiencias de los últimos ocho años, explicó que la crisis económica ha hecho que se encuentre en las aulas con niños con bloqueos y pensamientos negativos, algo que aseguró que es imprescindible cambiar. Para ello, el profesor realiza talleres de técnicas emocionales, con los que profesores y padres aprenden a acercarse más a los pequeños y hacerlo con una actitud más positiva.
Pulido explicó que la realidad de los niños ha cambiado mucho en los últimos años y que no se puede seguir ofreciendo la misma educación que hace treinta años. “El déficit de atención es un problema cada vez más frecuente en las escuelas”, señaló el autor del libro y apuntó que en parte esto se debe a que los niños se mueven ahora por unos estímulos distintos a los de hace unos años y los profesores tienen que adaptarse a ellos. Es decir, cuando un docente llega al aula tiene que enseñarle a los alumnos, intentando que no se aburran, para que estos sigan el hilo de la explicación.
Pulido señaló que es importante que los encargados de la educación de los pequeños conecten con el niño que llevan dentro porque eso les lleva a ser capaces de sobreponerse a las barreras que va poniendo la edad y volver a jugar, a reírse e incluso a no tener problemas con el contacto físico.
“Si los docentes ofrecen una cara más positiva, eso también lo notan los alumnos”, apuntó. La forma en la que los profesores enseñan, continuó el escritor, marca el éxito o el fracaso escolar de los alumnos. Si éstos no están motivados ni en el aula ni en sus casas es más fácil que se alejen de los estudios.
Pulido contó algunas anécdotas que ha visto dentro de las aulas durante estos años. Así, señaló por ejemplo un caso mientras daba una charla sobre inteligencia emocional a una clase de pequeños. Uno de los alumnos, explicó el docente, estaba nervioso, y él le preguntó qué le ocurría. “Yo soy el malo de la clase”, dijo el niño y la respuesta de Pulido fue: “Creo que tú eres un solete, yo confío en ti”. Al final el pequeño fue el que más interactuó en la jornada. Con este ejemplo el docente indicó que es imprescindible quitar a los niños las etiquetas, acercarse a ellos, jugar y reír con ellos y abrazarlos si es necesario. “El amor y el humor son claves en la educación de un estudiante”, afirmó el profesor.
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