Opinión

Amenazas híbridas sobre Melilla

El canciller europeo, Josep Borrell, ha dicho este miércoles que Europa está en peligro. Lo ha hecho durante un encuentro con periodistas previo a la presentación de la nueva estrategia de defensa de la UE. Delante de reporteros de los medios más importantes acreditados en Bruselas, el siempre comedido Borrell ha alertado de que los europeos no somos conscientes de las amenazas híbridas que nos acechan.

Pero fíjense en los tiempos que se marca Europa. Nos dice Borrell que estamos en peligro y propone crear un ejército antes de 2025. ¿Cómo estaremos dentro de cuatro años?

Llevamos mucho, mucho tiempo hablando de guerras no convencionales. Los melillenses conocemos mejor que nadie a qué se refiere Borrell cuando habla de "amenazas híbridas". Para ser más exactos, en Melilla podemos hablar incluso de "ataques híbridos".

Aquí sufrimos desde hace tiempo la presión migratoria, combinada con la asfixia económica y el chantaje diplomático. Dejamos fuera de la ecuación el narcotráfico y el terrorismo, dos puntos en el que la colaboración internacional sigue siendo eficiente o al menos eso parece.

El caso es que ya no estamos en la Guerra Fría y los conflictos bélicos sólo se amontonan y repiten en África y Oriente Próximo. En el resto del mundo ganan enteros la guerra económica, los ciberataques o los discursos emocionales que desestabilizan o polarizan a la opinión pública.

En los últimos tiempos Marruecos está contenido, pero la marcha frustrada sobre Ceuta es el ejemplo más ilustrativo de hasta dónde es capaz de llegar Rabat. No olvidemos que el mismo día 18 de mayo en que nuestro vecino permitió y alentó la entrada de más de 10.000 migrantes en Ceuta, el Consejo de Ministros español aprobó una partida de 30 millones de euros para ayudar a Marruecos a controlar la inmigración irregular.

Oiga, no estamos ante una mera coincidencia como se ha hecho creer diciendo que esa partida estaba incluida en los presupuestos generales. Aquí todos sabemos que abrir o cerrar el grifo de la inmigración irregular es uno de los instrumentos utilizados tradicionalmente por Marruecos para reclamar partidas presupuestarias o de otro tipo, prometidas, apalabradas o deseadas.

Los ojos de todos los europeos están puestos ahora en la presión migratoria en la frontera de Polonia con Bielorrusia. Es el tercer ataque de este tipo que Europa recibe en poco más de año y medio. Lo hizo Turquía el 28 de febrero de 2020, cuando abrió sus fronteras y permitió que miles de migrantes sirios alcanzaran por mar o tierra las fronteras de Grecia y Bulgaria.

Volvió a hacerlo Marruecos este 18 de mayo en Ceuta y lo hace esta semana Bielorrusia, en la frontera que comparte con Polonia, buscando desestabilizar a un país que además ha echado un pulso a la Unión Europea al rechazar la primacía del derecho europeo sobre las leyes nacionales.

Todo esto nos debe llevar a replantearnos la externalización de la vigilancia fronteriza. Efectivamente es rentable en el corto plazo, pero a largo plazo es un arma de doble filo.

Aquí en Melilla nos hacemos una idea muy clara de lo que está sucediendo en la frontera de Polonia. Durante muchos años hemos defendido nuestras fronteras prácticamente solos, sin que Europa fuera consciente de que en la valla no sólo defendemos los límites de nuestra ciudad. También controlamos la inmigración irregular en el espacio Schengen.

Ha querido el azar que en esta ocasión los flujos migratorios se desvíen de Melilla hacia el Este de Europa. Pero esto siempre es algo provisional. Basta con que alguien entre por esta vía, lo cuente en WhatsApp y se corra la voz. Así empieza el efecto llamada, que va a más si encima no hay seguridad jurídica para frenarlo.

Y es justo eso lo que temen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en Melilla: que leyes como la que reconoce el derecho a la libre circulación de los solicitantes de asilo o la tramitación de la residencia a los jóvenes ex tutelados por la Ciudad Autónoma sean interpretados en Marruecos como el acceso a barra libre para entrar en Europa a través de las ciudades autónomas.

No lo tenemos fácil. Ya Europa ha avisado de que el peligro es real. No son imaginaciones nuestras. No es elucubración de la prensa. Estamos avisados de las amenazas híbridas. Las conocemos y las sufrimos. Entonces: ¿por qué no actuamos? ¿Cómo es que el Frontex no se despliega ya en nuestra frontera? ¿Qué se lo impide? ¿A qué estamos esperando?

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