Aunque nació en Lleida, Cataluña, el padre Álvar Sánchez vive desde hace cuatro años en Nador, la ciudad más próxima a Melilla, donde presta una labor humanitaria a los migrantes que intentan moverse hacia España u otras regiones de África.
Todavía no olvida la hambruna que azotó a miles de personas en Etiopía a principios de los ochenta del siglo pasado. Recuerda especialmente a los niños. Sacudido por el impacto de las imágenes que vio entonces y amparado en su fe religiosa, se desempeñó primero en el Servicio Jesuita a Refugiados en países africanos de la zona de los grandes lagos como Ruanda o Congo. Luego estuvo en Sudán del Sur y ahora, en Marruecos.
Según ha explicado el párroco de la iglesia Santiago el Mayor de Nador en una entrevista al programa de Radio Española 'Españoles en el exterior', presta atención a las comunidades religiosas que habitan en la ciudad y en el centro Baraka de Formación Profesional e Inserción Socio-laboral de la ONG Manos Unidas, servicios educativos a la juventud y las mujeres.
Por otro lado, en la dependencia de la delegación de Migraciones brinda ayuda mediante el acompañamiento, la acogida y la atención humanitaria a personas en situación de movilidad, ya que Nador es una tierra donde confluyen dos rutas migratorias: la del Norte de África y la del oeste africano.
En palabras de Sánchez, Nador está marcada por este ámbito de fronteras y de encuentro de distintas comunidades, donde muchas personas tratan de entrar al territorio español por esa "cremallera metálica que encierra a Melilla en el continente africano" o por la vía marítima que separa a África de Europa, que es el mar de Alborán.
En cuanto al cierre de la frontera de España con Marruecos, vigente desde que comenzó la pandemia, el padre asegura que ha tenido un "fuerte impacto sobre todas las poblaciones, tanto las locales como aquellas en situación de movilidad", visto que "ha dejado sin un medio de subsistencia a aquellas familias que llenaban su mesa con lo que podría llamarse el 'mercado informal' de un lado al otro de la frontera".
Para el párroco, el hecho de que antes de marzo de 2020 por la frontera cruzaban diariamente 30.000 personas demuestra el elevado nivel de tránsito entre Nador y Melilla. "En el fondo, el melillense es nadorí o el nadorí es melillense, o trabaja, vive o tiene familia en un lado y en otro", por lo que el cierre "también ha separado a muchas familias".
Según afirma este sacerdote catalán, él mismo ha sufrido las consecuencias de esta medida ya que, para ir a Melilla, ha tenido que viajar primero a Málaga y luego a la ciudad autónoma, es decir, que ha tenido que cruzar dos veces el mar de Alborán por "algo que antes se realizaba en ocho minutos apenas".
Este hombre de fe asegura que actualmente los migrantes que se encuentran en Nador se replantean su ruta migratoria. Con la clausura de los pasos fronterizos con Melilla, cada vez hay más personas que se desplazan hacia el sur de Marruecos para solucionar su situación migratoria, "con todo el peligro que eso conlleva".
Sin embargo, tristemente, son más también los que toman la denominada Ruta Atlántica para llegar a Canarias, un camino que es cada vez más mortal, a tenor con lo que confirma el propio Sánchez a RTVE. "Llegamos aquí en 2018 y el número de personas que fallecieron, según el colectivo Caminando Fronteras, fueron poco más de 800 las víctimas, en 2020 ya alcanzaron más de 2000 y, al cierre de 2021, se registraron 4.404 víctimas", lamenta.
El misionero jesuita destaca asimismo que hay personas de países como Congo, Senegal, Mauritania, Mali o Guinea Conakry, que llaman tratando de encontrar a sus seres queridos o se desplazan hasta Marruecos para buscarlos y, si han fallecido, reconocerlos y enterrarlos. Y lo anterior se logra, resalta, con la colaboración de Manos Unidas para conectar al país de tránsito que es Marruecos, con otros de origen.
De igual forma, este integrante de la Compañía de Jesús recalca que en Nador la iglesia brinda una puerta abierta y un equipo multicultural, integrado por subsaharianos, marroquíes y europeos, que acoge a los migrantes en diferentes lenguas.
Si bien escuchar "es lo primero para saber qué necesitan", Sánchez explica que hay quien requiere solo que lo oigan y le ofrezcan consuelo, ayuda en alimentos o ropa, o algo tan sencillo como un baño caliente "después de una noche fría y lluviosa".
Del mismo modo, llegan personas heridas o mal heridas, por lo que hay un equipo médico de la iglesia que las deriva a los centros de salud, y una residencia, "que es un recurso de alojamiento de emergencia", donde pueden pasar el tiempo de convalecencia.
En tanto, el grupo que se involucra en esta misión ya que, entre voluntarios, y personal religioso y contratado, suman más de 30 personas. A pesar de que las necesidades "son muchas", como indica el padre, la iglesia cuenta con una red flexible que puede atenderlas en distintos lugares, a través de la red africano-europea por la Movilidad Humana de la Iglesia católica. Así, también se actúa en ciudades como Alhucemas, Tetuán o Tánger, y en Melilla, donde "se está iniciando un proyecto".
Por otra parte, el centro Baraka ofrece una manera de progresar académicamente a aquellas personas que han abandonado tempranamente la escuela. La entidad brinda opciones de preparación en electricidad, fontanería, cocina, restauración, ofimática y secretariado; y cuenta con una escuela de idiomas donde se aprende español, francés o alemán. Incluso supone un espacio ideal de distensión para mujeres de diferentes generaciones.
"Deseamos estar al servicio de la población, ofreciendo una acogida y viviendo desde el diálogo y la fraternidad. En ese sentido, no encontramos dificultad para llevar a cabo nuestra misión", señala el cura jesuita no sin aclarar que, si bien hay desafíos, lugares como Nador son reflejo del encuentro y la convivencia de varias comunidades. O lo que es lo mismo, allí "tratamos de caminar como una misma familia humana y de aportar soluciones a retos comunes".
Pero, en medio de "esta geografía salpicada" de los retos de la movilidad humana, donde intenta "tender puentes", Sánchez confiesa a RTVE que echa de menos España "porque somos un país de una acogida y una solidaridad" que son "referencia" para muchas comunidades en europeas. "Somos súper creativos y humanos", concluye.
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