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¿Cómo debe ser la alimentación de los niños en verano?

En verano los niños tienen mucho tiempo libre ya que están de vacaciones, por lo que controlar su alimentación es complicado. Comemos más tiempo fuera de casa, en campamentos y en casa de los abuelos, que en ocasiones son más permisivos. Los horarios se dislocan y el picotear entre horas se convierte en costumbre.

¿Cómo debería ser la alimentación de los más pequeños en verano? El Faro lo ha consultado con la dietista Marta López Ortuño, que ha aportado varios consejos sobre qué deberían comer los menores en esta época del año en la que el calor aprieta y ganas de comer a veces desaparecen.

"En verano, con la llegada de las vacaciones, los niños tienen mucho tiempo libre y sus rutinas diarias cambian considerablemente. Esto puede dificultar el control sobre su alimentación, ya que es común que coman fuera de casa, en campamentos o en casa de los abuelos. Sin embargo, es crucial mantener una alimentación equilibrada para asegurar su bienestar y desarrollo", destaca la experta.

Por este motivo, resalta, la clave es mantener una dieta variada y balanceada, incluso en estos entornos más flexibles. Es fundamental, dice, asegurar que los niños consuman una buena cantidad de frutas y verduras, aprovechando la amplia variedad de opciones frescas disponibles en esta época del año. "Las frutas no solo son nutritivas, sino que también son una excelente fuente de hidratación, algo vital en los meses más calurosos", recuerda.

Asimismo, aclara que es importante incluir proteínas en su dieta, provenientes de fuentes saludables como el pescado, el pollo, los huevos y las legumbres. Estos alimentos no solo les proporcionan la energía necesaria para todas las actividades veraniegas, sino que también son esenciales para su crecimiento y desarrollo muscular, según aclara.

"Los carbohidratos también deben formar parte de su alimentación diaria, pero es mejor optar por opciones integrales como el arroz, la pasta y el pan integral, que ofrecen una liberación de energía más sostenida. Además, los lácteos o sus alternativas vegetales enriquecidas son necesarios para asegurar una adecuada ingesta de calcio y vitamina D, cruciales para el desarrollo óseo".

Tal y como recalca López Ortuño, un aspecto que no debe pasarse por alto es la hidratación. En verano, los niños suelen estar más activos y sudar más, lo que aumenta sus necesidades de líquidos. Por eso, advierte, es esencial que beban agua con frecuencia y que se eviten las bebidas azucaradas, que pueden deshidratarles aún más y contribuir a un consumo excesivo de azúcar.

"Aunque en campamentos y en casa de los abuelos puede ser más difícil controlar todo lo que comen, se puede fomentar una alimentación saludable al involucrar a los niños en la elección y preparación de sus alimentos. Esto no solo les educa sobre la importancia de una buena nutrición, sino que también les hace más propensos a probar y disfrutar de alimentos saludables".

La importancia de seguir una rutina

Otro aspecto a tener en cuenta, como hemos mencionado con anterioridad es la falta de rutinas que también afecta a la alimentación. La dietista subraya que seguir rutinas y horarios de alimentación durante el verano es fundamental, incluso cuando la flexibilidad y el tiempo libre caracterizan esta época del año. "Mantener una estructura en las comidas aporta múltiples beneficios para la salud y el bienestar de los niños".

En primer lugar, destaca que seguir horarios regulares ayuda a regular el metabolismo. Comer a horas consistentes permite que el cuerpo se acostumbre a recibir alimentos en momentos determinados, lo que optimiza la digestión y la absorción de nutrientes. Esto es especialmente importante en los niños, cuyo crecimiento y desarrollo requieren un suministro constante y adecuado de nutrientes, comenta.

Además, reconoce que las rutinas alimenticias contribuyen a mantener niveles de energía estables a lo largo del día. Los niños son particularmente activos durante el verano, y disponer de energía constante les ayuda a participar en actividades físicas y recreativas sin experimentar fatiga excesiva. Comer a intervalos regulares también previene picos y caídas bruscas de glucosa en sangre, lo que puede afectar su estado de ánimo y capacidad de concentración.

"Las rutinas alimenticias también juegan un papel crucial en el establecimiento de hábitos saludables a largo plazo. Al acostumbrar a los niños a comer en horarios fijos, se fomenta una relación positiva con la comida, evitando el picoteo constante y el consumo de alimentos poco saludables fuera de las comidas principales. Este hábito es particularmente útil cuando se está fuera de casa, en campamentos o en casa de los abuelos, donde la disponibilidad de alimentos puede ser diferente".

Otro aspecto importante es que seguir horarios de alimentación facilita el control de las porciones y la calidad de los alimentos que consumen los niños. Esto es esencial para prevenir el sobrepeso y otros problemas de salud asociados con una mala alimentación. Planificar las comidas con antelación permite incorporar una variedad de alimentos nutritivos en cada comida, asegurando un balance adecuado de macronutrientes y micronutrientes.

En el contexto social, incide, las comidas en horarios regulares promueven momentos de convivencia familiar, lo cual es valioso para reforzar lazos afectivos y enseñar buenos modales y comportamientos alimenticios a los niños. Estos momentos también ofrecen la oportunidad de monitorear lo que los niños están comiendo y hacer ajustes si es necesario.

Pérdida de apetito

El calor también hace que en ocasiones pierdan el apetito y no quieran comer. Las altas temperaturas del verano puede afectar el apetito de los niños, haciendo que en ocasiones no tengan ganas de comer. Sin embargo, recalca que es crucial que sigan recibiendo las vitaminas y nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo. Afortunadamente, existen varias estrategias y alternativas para asegurar una adecuada ingesta nutricional en estas circunstancias.

Una manera eficaz de garantizar que los niños reciban los nutrientes necesarios es a través de comidas ligeras y frescas, que suelen ser más apetecibles en climas cálidos. Las ensaladas de frutas y verduras son una excelente opción. Las frutas como sandía, melón, fresas y uvas no solo son ricas en vitaminas, sino que también ayudan a mantener una buena hidratación. Las ensaladas de vegetales con ingredientes como pepino, tomate y zanahoria pueden ser atractivas y nutritivas, ofreciendo una variedad de vitaminas y minerales esenciales.

Los batidos y smoothies son otra alternativa práctica. Al preparar batidos con una mezcla de frutas y verduras, es posible crear bebidas refrescantes y ricas en nutrientes. Agregar un poco de yogur o leche, ya sea de origen animal o vegetal, puede aumentar el contenido de proteínas y calcio. Además, estos batidos se pueden enriquecer con semillas de chía o lino, que aportan ácidos grasos omega-3 y fibra.

Los helados caseros también pueden ser una solución atractiva y saludable. Se pueden hacer utilizando frutas frescas y yogur, evitando así los azúcares y aditivos de los helados comerciales. Estos postres no solo son nutritivos, sino que también son una forma divertida de refrescarse y disfrutar del verano.

Incluir alimentos ricos en agua, como sopas frías o gazpachos, puede ayudar a mantener la hidratación y proporcionar nutrientes esenciales. Las sopas frías hechas con ingredientes como tomate, pepino y pimientos son ricas en vitaminas y minerales, y suelen ser bien recibidas en los días calurosos.

Además, recuerda que es importante ofrecer comidas en pequeñas porciones y más frecuentemente a lo largo del día. Esto puede ser más aceptable para los niños que no tienen mucho apetito y puede ayudar a asegurar que ingieran suficientes nutrientes sin sentirse abrumados por grandes cantidades de comida.

Fomentar el consumo de frutos secos y semillas es otra estrategia eficaz. Estos alimentos son densos en nutrientes y pueden ser una fuente importante de vitaminas, minerales y ácidos grasos saludables. Pequeñas porciones de almendras, nueces, o semillas de girasol pueden ser añadidas a ensaladas, yogures o consumidas como snacks.

 

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