Imagen: El Faro.
Los tiempos han cambiado, y mucho, y lo que antes era una utopía ahora es cada día más común. Hablamos de las mujeres juezas, de las que el pasado lunes se celebró su Día Internacional. No es para menos, teniendo en cuenta que en España hasta 1966 no se permitió el acceso a la Carrera Judicial.
Esta semana, El Faro entró en el despacho de Alicia Ruiz Ortiz, titular del Juzgado de Primera Instancia de Instrucción nº 1 de Melilla, para preguntarle sobre su vocación, la visión de una mujer dentro de la judicatura y sus objetivos para un mundo complejo y vital como la Justicia.
Desde muy joven, Alicia fue, como ella dice, “la abogada de las causas imposibles”, pero también cree que "la mayoría de los compañeros que estamos en este mundo es por una cuestión vocacional”. “Según cuenta mi familia, mis profesores y demás desde muy niña me gustaban mucho las causas perdidas, las defendía en el colegio y me llamó la atención porque mis padres siempre lucharon por que tuviéramos unos principios muy nobles y ellos no tienen formación jurídica. Yo soy hija de un jefe de cocina de un hotel en la Costal del Sol y mi madre es peluquera a mucha honra, pero sí tenían unos principios muy importantes que me inculcaron desde pequeña. Y digamos que es algo innato en mí porque cuando veía injusticias y sufrimiento mi ilusión era poder contribuir a que esas situaciones se disipasen”, cuenta.
No es de extrañar, por tanto, que se convirtiese en la defensora de los más vulnerables: “Era la abogada de lo imposible en el colegio con mis compañeros y, poco a poco, conforme pasó el tiempo se fue perfilando esa vocación”.
A pesar de que era una niña, Alicia vivió en primera persona la Transición española, un periodo de la historia que nos ha marcado a todos los españoles, pero a esta jueza especialmente. No en vano, marcaría su futuro: “Desde niña he leído mucho, viví en directo el Golpe de Estado de 1981 y todos esos acontecimientos me impactaron”.
A estos hechos históricos hay que sumarles la dictadura franquista: “Como mis abuelos vivieron la dictadura y mis padres también, digamos que lo que ellos pretendían era vivir en un mundo mejor, en el que la igualdad, la libertad y justicia fueran los principios que rigiesen nuestra sociedad”.
Todos estos mimbres tomaron forma y Alicia Ruiz optó por estudiar Derecho: “Cuando estaba finalizando la carrera vi determinados aspectos que no casaban conmigo y antes de empezar a preparar las oposiciones estudié Criminología y la simultaneé con la carrera de Derecho. En el último año de Criminología decidí opositar”.
Todas las oposiciones son duras, pero la de jueces se lleva la palma. Algunos estudiantes tardan una década en aprobar esta oposición, otros alumnos acaban desistiendo y personas como Alicia en cuatro años y medio y, con tan sólo 29 años, aprobó estas oposiciones.
Fue un proceso duro, pero mereció la pena: “Es un proceso muy duro que requiere una rutina y una disciplina muy importantes, pero, según dicen mis padres, esa disciplina fue algo innato en mí porque desde pequeña he tocado el piano, he estudiado inglés, estudié dos carreras a la vez, de hecho, también Psiquiatría. Entonces tenía que organizarme el tiempo muy bien. Tenía que ser eficaz y eficiente. La disciplina de horarios y de cumplir con unas pautas las tenía adquiridas. Pero uno no se imagina la dimensión de una oposición hasta que lo está intentando y mucho menos de este tipo”.
Pero Alicia tuvo muy claro que esta prueba era una carrera de fondo: “es una carrera de fondo y el sprint se hace al final y no al principio. Eso te va curtiendo y tienes que tener muy claro que eso es para ti”.
Pero, en alguna ocasión quiso, ¿quiso tirar la toalla?: “El día que aprobé el examen estaba en el hotel con mi hermana y le envié un SMS a mi madre y le dije: “tengo que aprobar esta vez porque ya he llegado a mis límites”. "Eran muchas horas de estudio, con rutina de deporte, muchas renuncias y sacrificios, pero mis padres me inculcaron ser independiente, luchar por lo que quieres y no rendirme porque sólo cuentas contigo”, explica.
Tras una celebración por todo lo alto, tal y como merecía la ocasión, la recompensa llegó con los años: “he tenido que renunciar a muchas cosas, pero también he recibido grandes satisfacciones. Poder contribuir a que una sociedad sea más justa y ver materializarse las resoluciones es una gran satisfacción que no tiene parangón, no tiene precio contribuir a que este mundo sea más justo”.
El primer destino de Alicia fue Málaga y “al principio me decían “oye, chica, ¿usted sabe dónde está el juez? Sí, señora lo tiene usted delante". "Es una anécdota, pero las cosas han cambiado y van a cambiar más. Los estereotipos no sólo son una cuestión demográfica sino que todos tenemos que ser conscientes de la que la formación en la igualdad de género y en la paridad es muy importante no sólo en relación con las mujeres sino también con los hombres”, dice.
La Comisión de Igualdad del Consejo General del Poder Judicial está trabajando en este sentido, pero queda mucho por avanzar: “sobre todo porque, a veces, nosotras mismas nos ponemos los obstáculos por condicionantes culturales, estereotipos, estigmas del pasado, prejuicios….”.
Impartir justicia no es fácil. Al fin y al acabo, la vida de una persona está en tus manos y puedes equivocarte: “es complicado, pero para eso está el estudio, el conocimiento de la materia sustantiva, procesal porque hay garantías, unos derechos que inspiran nuestra regulación. Nos preparamos para ello, no sólo durante el periodo de la oposición, a través del conocimiento de las materias, sino a posteriori cuando uno adquiere una serie de rudimentos para garantizar que esos derechos estén preservados. Y siempre, en caso de duda, pues a beneficio de inventario. Es la máxima que tenemos en cuenta”.
Siempre escuchamos que el derecho en España es muy garantista. Es decir, apoya la tutela de las garantías constitucionales del ciudadano frente a posibles abusos por parte del poder público.
“Las leyes procesales son las que vehiculan la norma sustantiva y nuestro derecho en España, afortunadamente, es muy garantista no tiene paragón con el derecho comunitario, ni prácticamente non ninguno del mundo. Pero eso está bien. Tiene sus ventajas e inconvenientes, sobre todo en el ámbito penal. En España la fase de instrucción es muy garantista. Por eso es tan lenta porque todo se puede contradecir, existen recursos contra cualquier resolución judicial”, asegura.
El hecho de contar con un derecho tan garantista afecta a la lentitud de los procesos, uno de los mayores problemas de la justicia española.
“Nosotros, modestamente, podemos contribuir a que esto vaya mejorando, no sólo los jueces, los magistrados sino también los fiscales, los secretarios judiciales, los abogados, los procuradores… entre todos colaboramos a que esto funciones mejor, o cuanto menos, a intentar eliminar algunas disfunciones que son patentes y, tal vez, la sociedad no es consciente hasta el fondo de cuáles son los problemas que padecemos".
La sociedad considera que la justicia española no siempre es justa. “A veces vemos casos, en los que no ves consecuente las penas con los hechos, pero el derecho es muy complejo y el mensaje no llega a la sociedad. De ahí, los gabinetes de prensa que tenemos en los Tribunales Superiores se Justicia. Los gabinetes intentan traducir a un lenguaje común nuestras resoluciones judiciales, pero detrás está la aplicación del derecho, trámites que se cumplen y formas de aplicar el derecho que el ciudadano desconoce. Nosotros aplicamos la ley, pero no la hacemos”.
Alicia reconoce que en determinados casos que todos conocemos, como el de Marta del Castillo, todo lo que envuelve este proceso es injusto: “muchas veces hay personas que no son expertas y se dicen unas barbaridades tremendas. Me consta que muchos periodistas que se dedican a los temas judiciales se empeñan en tener una formación específica. Pero no siempre es así, y la forma en la que, a veces se da a conocer una resolución judicial no es del todo idónea, pero tenemos un protocolo de comunicación elaborado por el CGPJ que es bastante interesante. También sucede que, hoy en día, hemos evolucionado y se conocen más los procedimientos, las resoluciones y parece que la situación es peor, pero no es así. Nos queda mucho camino por recorrer, pero el concepto de justicia ha mejorado bastante en la sociedad”.
Sabemos que las instalaciones de los actuales juzgados de Melilla no fueron construidas con esa intención, lo cual revierte en la estructura un tanto caótica de la misma.
“Estos juzgados no fueron edificados con este fin y hay juzgados que también llevan los casos de violencia de género. La solución es compleja porque faltan medios, personal. No se trata sólo de crear más juzgados sino de contar con más jueces, fiscales, funcionarios que puedan atender la tramitación y que tengan una carga de trabajo equilibrada. Se está intentando avanzar, pero resta mucho por recorrer y sobre todo dotación presupuestaria porque para implantar estas soluciones hacen falta medios económicos. Después es precisa una normativa lógica acorde con la temática que se va a aplicar porque, a veces, y esto es una crítica se intentan dar soluciones que son parches y que se ven desde fuera muy bonitos, pero se desconoce la idiosincrasia”.
Por ejemplo, el informe del Consejo General del Poder Judicial sobre la ley del sí es sí advirtiendo de la reducción de penas fue obviado por el legislador. También se obvian aspectos en materia laboral. El legislador es el que tiene que cambiar las normas, nosotros las aplicamos”.
El Consejo General del Poder judicial acaba de emitir un estudio sobre la baja concurrencia de juezas y magistradas en puestos discrecionales y, evidentemente, queremos conocer la opinión de Alicia Ruiz: “cuando me presenté a las oposiciones, las mujeres éramos mayoría. Ahora está más repartidos. Sin embargo, llevamos un retraso histórico en este tema, teniendo en cuenta que ha habido que esperar 200 años en el Tribunal Supremo y 44 en el Consejo Nacional del Poder Judicial para que exista una presidenta. Está muy bien porque somos mayoría y se corresponde con la sociedad donde demográficamente somos más”.
“Sin embargo, para acceder a determinados puestos en la cúpula judicial ha que reunir una serie de requisitos como la antigüedad”.
“Cuando se promulgó la CE había un contexto histórico y social determinado. Nuestra Constitución creo que es muy buena, pero algunas cuestiones habría que precisarlas. Por ejemplo, la cuestión de materia competencial entre CCAA. Ese reparto se hizo, en su momento, porque lo que se intentaba era consolidar la democracia en España. Hubo un concurso de voluntades muy importante en un momento muy difícil y se hizo un gran esfuerzo”.
Sobre una posible reforma de la Constitución, Alicia es prudente: “con determinadas cosas no se puede ir a golpe de cuestiones puntuales. Hay que ser muy riguroso, sopesado y con unos criterios hermenéuticos muy importantes porque cuando se toca la norma básica y fundamental del Estado hay que ir con mucho cuidado. No digo que no se pueda reformar, pero con mucho cuidado”.
El Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, está siendo investigado por un presunto caso de revelación de secretos.
Pese a que las asociaciones de fiscales solicitan su cese mientras dure el proceso, éste hace oídos sordos: “tal y como está configurada en España esta figura es un tanto peculiar en el orden europeo. Es más independiente que en el resto de países porque lo nombra el Gobierno, pero no puede destituirlo, pero cesa cuando el Gobierno cambia. Tal vez sería conveniente que no cesara cuando cambie el Gobierno”.
Con relación a su cese, Alicia Ruiz insiste en que “es un aspecto muy personal. Si este señor está convencido de que no ha incurrido en ilícito penal alguno, considera que no debe apartarse y desempeña su actuación adecuadamente. Es una cuestión meramente personal. Sobre el perjuicio de la institución no tengo que decir nada porque los propios fiscales demandan su cese. Yo sé lo que haría yo, me apartaría, dejaría que las aguas volviesen a su cauce y regresaría tranquilamente. Es una decisión muy personal y cree no causa ningún perjuicio a la institución".
En ocasiones tenemos la impresión de que las sentencias son demasiado laxas para el delito cometido: “discrepamos en algunos puntos, pero no podemos legislar a golpe de efecto”.
Charlar con Alicia Ruiz es un deleite no sólo por su cercanía sino porque es una persona de la que aprendes en cada una de sus respuestas. Una mujer con los pies en la tierra y la justicia por bandera.
Gracias, su señoría.
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