Giorgio Mulè, subsecretario de Defensa de Italia, nos ha dado una alegría a los melillenses. En declaraciones recogidas este domingo por el diario ABC, Mulè viene a llamar la atención sobre el error que está cometiendo Europa al creer que los conflictos que Italia tiene con Libia y España con Marruecos, son sólo crisis bilaterales.
Él, como nosotros, opina que estos conflictos constituyen un problema de toda la Unión. Sería absurdo creer que el migrante que entra por Melilla cuando Rabat hace la vista gorda o sencillamente cuando se muestra vulnerable se quedará en nuestro país y no terminará en Bélgica, Holanda o Francia.
De pronto nos damos cuenta de que el grano en el culo que tenemos en Melilla y Ceuta, lo tienen también en Sicilia o en Nápoles. No estamos solos y todos sabemos lo importante que es tener aliados a la hora de votar una decisión en Europa.
Los italianos están viviendo una crisis migratoria peor que la nuestra porque con todo lo irresponsable que es Marruecos, no estamos ante un Estado fallido como lo es Libia.
Evidentemente, tanto a los marroquíes como a los libios les interesa que las crisis que respectivamente tienen con España e Italia sean una cuestión bilateral.
Evidentemente no lo es y ambos países deberán interiorizar que quien ataca a uno de los socios de la unión, nos ataca a todos. Quien perjudica a uno de los Estados miembros no puede seguir beneficiándose de ayudas concedidas por toda la unión como si no hubiera pasado nada. Sólo así conseguiremos rebajar la soberbia de un Marruecos que no contento con el fracaso de la marcha sobre Ceuta ahora amenaza con mantener cerrada indefinidamente la frontera de Melilla con Nador.
Hemos sobrevivido un año con los pasos fronterizos cerrados a cal y canto y ha habido consecuencias positivas en el empleo porque la mano de obra procedente de Marruecos que antes de pagaba más barata ahora se contrata en Melilla.
Por muy chovinistas que seamos, no podemos negar que los costes han aumentado para nuestras empresas. Y, cómo no, hemos pagado también un precio emocional al perder a buenos trabajadores, que en muchos casos llevaban años con nosotros; conocían su trabajo y gozaban de nuestra confianza. Los hemos tenido que reemplazar por otros de Melilla, que han tenido que aprender lo que no sabían.
El cierre de la frontera también nos ha tocado el bolsillo a los consumidores que pagamos, frutas, verduras y pescados mucho más caros. Lo notamos, claro que lo notamos. Esto no es bueno para nadie.
Desde luego, sería ingenuo cree que sólo lo notamos nosotros. Piensen en las familias de los transfronterizos que han perdido el sueldo de Melilla; piensen en los vendedores de los mercados que han perdido la clientela de Melilla; piensen en las muchachas que ya no tienen los ingresos que tenían en Melilla.
Todos, los de aquí y los del otro lado de la frontera, confiamos en que desde Rabat den su brazo a torcer y rebajen la conflictividad para volver a una normalidad instaurada con Nador desde hace siglos.
No me caben dudas de que Marruecos ha puesto a circular el rumor recogido por la prensa nacional de que sólo abrirán las fronteras de Melilla y Ceuta para permitir la entrada de transfronterizos, pero no la salida a Tetuán y Nador de melillenses y ceutíes.
No veo por qué tenemos que aceptar eso. Todos lo que vivimos en este trocito de África hemos experimentado la necesidad de salir a Marruecos para ver carreteras, árboles, montañas y ciudades. No es fácil permanecer indefinidamente en una ciudad de 12 kilómetros cuadrados por más que te guste y lo defiendas.
Ellos buscan reventarnos no sólo económicamente, sino también emocionalmente. Quieren que supliquemos por la custodia compartida que sólo tiene futuro en la cabeza de las autoridades marroquíes.
Estados Unidos está haciendo un flaco favor a la democracia apoyando un régimen autoritario como el de Mohamed VI en Marruecos. Estas son las pruebas del algodón que no pasa la democracia supuestamente más consolidada del mundo. Ese apoyo que inició Trump y ha continuado Biden le ha dado alas a un Marruecos que se cree que estamos en los tiempos de la Cruzadas. Ahora quieren Melilla y Ceuta y luego querrán Córdoba y Granada.
El mundo ha avanzado y ellos siguen anclados al pasado. Van con siglos de retraso político y, por supuesto, económico. La libertad y la democracia son sinónimo de prosperidad. Hay excepciones como Arabia Saudí o China, pero no son ejemplos homologables. El uno goza de grandes fuentes de recursos naturales (petróleo) que no encuentras en cualquier parte del planeta. El segundo, de un capital humano, forjado en el sacrificio, el esfuerzo y el ahorro. No son imitables. Lo que sí es imitable es el triunfo de la prosperidad en países en democracia.
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