Alí Arrás, el melillense entregado a Marruecos, acusa a Zapatero de haberle “destrozado la vida”

Ha publicado El cielo es un cuadrado azul, unas memorias en las que relata su experiencia y acusa directamente a Zapatero de haberlo entregado a sus verdugos

A punto de cumplirse 17 años de su detención en Melilla, Alí Arrás rompe su silencio con un testimonio desgarrador sobre su paso por cárceles españolas, torturas en Marruecos y una vida que, asegura, le fue robada con la complicidad del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. “Me destrozó la vida”, afirma quien pasó doce años en régimen de aislamiento tras ser extraditado en 2010, pese a estar absuelto.

El 1 de abril de 2008, la vida de Alí Arrás cambió para siempre. La Guardia Civil lo arrestó en su puesto de trabajo en Melilla, acusado de participar en actividades terroristas. Su caso fue asumido por el juez Baltasar Garzón, que, tras casi tres años de investigación, concluyó que no había pruebas contra él y archivó la causa. Sin embargo, esa absolución no bastó para evitar que el Consejo de Ministros, encabezado por Zapatero, autorizara su entrega a Marruecos en diciembre de 2010.

Arrás, de nacionalidad belga, había vivido en ese país desde los 15 años. Regresó a Melilla en 2005 para cuidar de su padre enfermo. Fue detenido tres años después y, tras su paso por las cárceles de Soto del Real, Valdemoro, Badajoz y Botafuegos, fue extraditado a Marruecos pese a las advertencias de organismos como Amnistía Internacional y el Comité de Derechos Humanos de la ONU, que alertaban del riesgo real de sufrir tortura y juicio injusto.

En declaraciones a El Independiente, Alí relata que fue capturado en el aeropuerto de Casablanca y trasladado al centro secreto de Témara, conocido como uno de los lugares más oscuros del aparato represor marroquí. Allí, según su testimonio, fue electrocutado, violado y golpeado durante doce días. “Fue un infierno. Me torturaron para que confesara algo que no había hecho”, asegura. Acabó inventando una historia para desviar la atención de sus interrogadores y ganar tiempo. “Mentí para sobrevivir”, admite.

Ya en prisión, fue condenado por los atentados de Casablanca de 2003, delitos que siempre ha negado haber cometido. “Nunca estuve en Marruecos antes. Aprendí su idioma en la cárcel”, afirma. Durante ese tiempo, perdió el contacto con su hija Amina, a quien dejó siendo una niña de dos años. No volvió a verla hasta su liberación, cuando ella tenía 16. “Me arrebataron toda una vida, una infancia que no pude compartir con ella”, lamenta.

Arrás ha publicado recientemente El cielo es un cuadrado azul, unas memorias en las que relata su experiencia y acusa directamente a Zapatero de haberlo entregado a sus verdugos. “No respetó mi inocencia, ni al juez Garzón, ni a Naciones Unidas. Lo acuso de haber sido cómplice de mi tortura y de haberme destrozado la vida”, denuncia con contundencia. Señala también al exministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba como uno de los responsables de su extradición.

Su historia ha dado un giro judicial tras el fallo del Tribunal Constitucional, que le concedió amparo y reconoció que sus derechos fundamentales fueron vulnerados por el Estado español. En su recurso, solicita una indemnización de 3.245.879 euros por funcionamiento anormal de la justicia. El tribunal consideró que se ignoraron las advertencias de riesgo de tortura, lo que supuso una violación de sus derechos a la tutela judicial efectiva y a la integridad física y moral.

Alí asegura que no busca venganza, sino justicia. “No quiero disculpas. Quiero un reconocimiento oficial. Las palabras no me devolverán esos 12 años”, subraya. Hoy vive en Bélgica, donde intenta rehacer su vida mientras continúa denunciando lo ocurrido. “Yo no voy a callar. Es un deber contar lo que viví para que no se repita”, afirma. Su historia representa un símbolo de denuncia contra las extradiciones a países que no garantizan derechos fundamentales.

A pesar de la dureza de su relato, Arrás reconoce que su testimonio puede servir para visibilizar casos similares. “Es una victoria no solo mía, sino de todas las personas que han sufrido detenciones y extradiciones injustas. El combate sigue”, añade.

Mientras el expresidente Zapatero recorre medios promocionando su nuevo libro, La solución pacífica, en el que se define como un “agente de paz”, Alí lo acusa de haber traicionado los principios que hoy defiende. “Es indigno. No soy la única víctima, pero yo sí puedo hablar. Y no voy a dejar de hacerlo”.

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