Alberto García Valera es especialista en fiscalidad, inspector de Hacienda del Estado en excedencia y socio director de Andalucía EY. Este viernes en Melilla a las ventajas fiscales que tienen las ciudades autónomas, en su opinión, las mejores de toda Europa. También para abordar el tema de las reglas de origen que tanto interesa a los empresarios de la ciudad.
Melilla en plena crisis económica y no hay tejido industrial. Vive básicamente de la Administración. ¿Cómo podría salir de esta situación?
Melilla requiere de cambios estructurales y de mentalidad que evite que su dependencia del sector público, en términos de PIB, sea tan elevado. Si nos vamos a jurisdicciones con elevados niveles de PIB per cápita y diminuta extensión como Hong Kong, Singapur, Taiwán o Gibraltar, concluimos que su éxito fue el resultado de aunar además de su situación geoestratégica privilegiada, que Melilla la tiene, el hallazgo de un nicho de mercado como en algún caso fue la creación de un centro financiero o en otro ser pioneros en la fabricación de chips o semiconductores.
El no participar y tener dificultades para hacerlo en un futuro, del sector primario o secundario -apenas tenemos agricultura, ganadería o industria-, no debe llevarnos a descartar las posibilidades del sector Servicios, más aún en la era de la digitalización. La apuesta por esta vía es esencial, y a ella sólo se llega con iniciativa, una función que no sólo depende de los poderes públicos, sino que requiere del convencimiento de cada ciudadano de que Melilla tiene mucho que ofrecer al mundo, asimismo y a las generaciones que están por venir. Una apuesta que, por supuesto, pasa por no dejar a nadie atrás, independientemente de su edad o preparación. Todo ello debe tener como rampa de lanzamiento siempre la inversión en formación.
¿Cuáles son los beneficios fiscales para las empresas con sede en Melilla?
Melilla, como su hermana Ceuta, tiene la mejor fiscalidad de Europa, desde el norte de África. Sin duda puede presumir de contar con uno de los mejores regímenes fiscales del mundo occidental basado en dos pilares: seguridad jurídica y rentabilidad para sus inversores.
La singularidad de la ciudad autónoma de Melilla está reconocida en la Constitución Española de 1978 y en su Estatuto de Autonomía de 1995. En este contexto, Melilla tiene un régimen fiscal diferenciado con el resto del territorio nacional, cuyos orígenes datan de la entrada en vigor de Ley de Bases del Régimen Económico y Financiero, de 22 de diciembre de 1955, anterior incluso de la integración de España a la Unión Europea, y garantizada por la misma.
Lo anterior, proporciona una evidente seguridad jurídica a cualquier inversor que decida localizar su actividad empresarial en la ciudad.
De cara a incentivar la evolución económica de Melilla existen regulados determinados beneficios fiscales en Impuesto sobre Sociedades para las entidades que decidan desarrollar su actividad desde la ciudad, que podrán verse bonificados hasta en un 50% en el pago del impuesto, como también en las cotizaciones sociales de sus empleados, con una fiscalidad indirecta con tipos muchos más bajos que los que existen en otras zonas de la Unión Europea y por supuesto en la península, y con ventajas fiscales en el resto de figuras fiscales que pagan tanto la empresa como los ciudadanos. Cualquier persona física aquí residente abona un 60% menos de IRPF que un residente en Málaga.
Sí es importante destacar, sin embargo, que, siendo un ventajoso régimen fiscal, tiene carencias, que tienen que ser corregidas. La limitación de la bonificación del Impuesto sobre Sociedades a la existencia de un ciclo mercantil completo tiene que ser superada para favorecer, por ejemplo, que puedan venir los departamentos de 'back office' de las grandes empresas.
Hay muchos ejemplos de cuestiones por hacer teniendo en cuenta la singularidad que recoge el propio Estatuto de Autonomía y que sin embargo el legislador no ha tenido en cuenta al aprobar los nuevos impuestos a los servicios digitales, transacciones financieras, envases de plástico o residuos.
Un mal ejemplo ha sido el Real Decreto Ley 1/2023 que encarecerá, si nadie lo remedia, la atracción de talento a Ceuta y Melilla desde el 1 de septiembre, al limitar la bonificación en las cotizaciones sociales, y haciendo más cara la contratación de profesionales con salarios por encima de 1.600 euros.
¿Qué tipo de empresas podrían tener arraigo en Melilla?
Melilla debe potenciar la localización en la ciudad de proyectos empresariales relacionados con el mundo de la tecnología, las telecomunicaciones, la ciberseguridad, el big data, la inteligencia artificial, con call centers o apostando por la industria del juego online, e incluso invitando a venir a los ya conocidos como nómadas digitales. Para ello, dispone de dos cables submarinos de fibra óptica y de banda ancha FTTH, que aseguran una adecuada disponibilidad de recursos para cualquier entidad que desee desarrollar un proyecto empresarial desde la ciudad autónoma.
Por supuesto, que también cabe procurar, con la implosión de la glocalización tras el covid-un fenómeno que lleva a, en un mundo global, a que las empresas multinacionales quieran producir más cerca de donde tienen su sede y negocio- a que Melilla pueda hacer ver a las mismas la importancia de poder aplicar en este territorio toda la potencia de las reglas de origen.
¿Las reglas de Origen? ¿Qué son?
Las reglas de origen, que en el caso de Ceuta y Melilla se regulan en el Reglamento 82/2001, permiten que determinados productos enteramente obtenidos en Melilla o que hayan sido suficientemente transformados o elaborados en la ciudad puedan ser considerados originarios de aquí, y con ello debidamente certificado, y disfrutar de un ahorro íntegro de los hipotéticos aranceles a la introducción en cualquier parte de Europa y que sin embargo sí tendrán que pagar si esos mismos bienes se hubiesen fabricado, por ejemplo, en Marruecos o en cualquier otro lugar de fuera de la Unión Europea.
Dependiendo de la clasificación arancelaria del producto obtenido el ahorro en derechos de aduana puede ser más o menos importante, pero es desde luego un incentivo importante para establecerse en la ciudad autónoma y poder fabricar con el sello de calidad de Melilla, sabiendo que tendremos ventajas competitivas si mandamos ese producto final a la península o a cualquier otro lugar de la UE.
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