Hace pocos días vi un programa en el que un periodista entrevistó a un alto mando de la Guardia Civil para que éste le dijera qué armas podía tener el ciudadano para salir a la calle y sentirse seguro. Y como es normal el agente le respondió que ninguna. Salvo dos tipos de sprays a la pimienta homologados por Sanidad y sólo se podían llevar en lugares determinados.
Lo que está claro es que todo tipo de arma en España está permitida siempre que cumpla la función de herramienta. Podemos ir de caza con los pertinentes permisos y en pertinentes fechas y llevar armas de fuego para cazar, como un carnicero en su carnicería puede utilizar hachas y cuchillos grandes. Pero quiero informar al ciudadano que las navajas de once centímetros en lugares públicos, lo mismo que kubitanes y utensilios que la Guardia Civil u otras fuerzas de orden público sospechen que puedan ocasionar una agresión, los agentes tienen la obligación de sustraerla porque está prohibida y, dependiendo de las circunstancias, le pueden denunciar.
Yo recuerdo en mis lecturas de Arthur Conan Doyle, que la Scotland Yard, de manos del inspector Lestrade, le daba a las personas que se sentían amenazadas un pito reglamentario de uso policial. Así, cuando la víctima se viese amenazada, sólo tenía que pitar y de inmediato otro silbato le respondía... El agresor sabía que había sido descubierto y se daba a la fuga de inmediato para no ser apresado.
En la actualidad sí hay armas de defensa personal. Son las denominadas ‘alarmas personales’, las cuales, tienen un sonido que oscila, ¡ahí es nada!, entre los 130-140 decibelios. Esto llama la atención de la gente y también de la Policía. Este tipo de herramientas de defensa están totalmente permitidos para la ciudadanía por los cuerpos de Seguridad del Estado.
El hecho de utilizar herramientas para desempeñar nuestras funciones, menos las fisiológicas, nos define como seres humanos. El escuchar este tipo de artilugio es motivo para que personas que estén a veinte metros del incidente llamen a la policía sin necesidad de comprometerse con los agresores. O sea, que las alarmas de defensa personal serían, en teoría, lo más eficaz para sacarnos de un atolladero. Opino, además, que dada la tecnología existente en nuestros días, si dichas alarmas llevaran un localizador ayudarían a nuestros agentes a realizar su labor.
Pienso que como sociedad la mejor defensa personal de todos los ciudadanos es tener buenos hábitos, ir a buenos sitios, lugares que le reporten a nuestra vida algo positivo... Allí conoceremos a buenas personas. Buscar un ocio diurno en vez de un ocio nocturno. Que nuestros agentes hagan más rondas a pie, ya que ello facilitará un contacto más directo con el ambiente y con el ciudadano.
Además, esta metodología con localizador también sería de gran utilidad si se aplicase en los colegios para evitar el acoso escolar. No estaría de más que los ayuntamientos integrasen un agente en cada colegio o contratasen a un agente de seguridad concertado para tal fin.
Desde mi perspectiva, una sociedad democrática que se precie, debe de ofrecer una seguridad personal igualitaria a todos sus ciudadanos, ya sea el campeón de España de kárate o un inválido en silla de ruedas. Otra cosa, a mí personalmente, no me sirve.
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