Llevo varios días escribiendo sobre la situación que está pasando la compañía aérea Air Nostrum en sus vuelos con salida o llegada a la ciudad. Lo que desconocía es que me iba a convertir en uno de esos pasajeros que, al final, de una manera o de otra, seve inmerso en ese maremagnum que significa no saber nunca si saldrá o si llegará a tiempo. Todo es una lotería y si tienen suerte o desgracia, al final de toca.
Hablando estos días con varios melillenses, no nacidos en Melilla, pero que sí han elegido la ciudad como suya porque trabajan en la misma, me comentaban que no estaban acostumbrados a acudir a un aeropuerto y que el primer pensamiento que se les pasaba por la cabeza era si tendrían la suerte de enlazar con Melilla o de despegar de la ciudad autónoma. Vas con ese miedo metido en la cabeza, porque el retraso ya lo llevas puesto. Que el avión salga a la hora establecida es difícil, es una norma de la casa y ese fleco ya es una mochila que pesa un poco. Ya sabes que en punto será casi imposible por no decir imposible del todo.
Lo peor es lo otro, ese miedo que te invade el cuerpo porque desconoces si te dejan en tierra, si te subes al aparato y te bajan porque se ha detectado una avería o si te quedas en tierra dos o tres horas y al final has perdido todos los enlaces.
Vuelvo a decir que el lunes fuí uno de los damnificados del vuelo que debió partir de Melilla a las 19.00 horas. Al final salimos a las 21.10 horas y ello trajo consigo la pérdida de enlaces para llegar a mi casa por el medio más rápido y un incremento de los gastos con la intención de buscar otras fórmulas que me permitieran, aunque fuera de madrugada, pernoctar en mi domicilio.
Repito que la deriva en la que han entrado los vuelos de Air Nostrum desde el mes de agosto hasta ahora no es normal. En la última semana se han producido incidencias el pasado miércoles, el domingo y el lunes. Ya no es una avería cada x días, sino cada dos por tres.
Las casualidades no existen en la vida y algo debe estar pasando en la empresa Air Nostrum, porque es imposible que tantas averías se produzcan con tanta facilidad. No termino de creerlo. Algo se debe estar cociendo que se nos escapa, en estos momentos, del pensamiento.
Estar denunciando esta situación de Air Nostrum parece que nos ha convertido en una especie de diablos que tienen el objetivo de hacer daño a alguien. No es cuestión de hacer daño, sino de explicar lo que está ocurriendo que no es explicable por mucho que algunos se hayan convertido en altavoces con sordina de una situación que parece difícilmente defendible.
Vuelvo a repetir que si Melilla quiere mirar hacia el Norte, que, por supuesto, no era un brindis al sol del presidente de la Ciudad Autónoma no se puede permitir estos lujos. Tania Costa explicaba el otro día, de manera muy clara y contundente, lo que sucedió con los aparatos que volaban a San Sebastián y como una simple protesta hizo variar una situación verdaderamente kafkiana. Los melillenses no se deben acostumbrar a estas suspensiones un día sí y el otro ya veremos. Los derechos son para todos vivan donde vivan y la libertad de circulación por el territorio nacional no puede verse constreñida por una situación que no es normal, porque seguimos manteniendo que algo está pasando en Air Nostrum que se nos escapa, en estos momentos, a nuestro entendimiento.
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