La cofradía musulmana Al-Alawia fue fundada en 1926 por el Cheikh Sidi Mohammadi Benhach Tahar, tras pasar varios años de cautiverio y ser liberado por una mediación personal ante el Monarca español Alfonso XIII. Los militares españoles le acusaron injustamente de haber sublevado a las cábilas en la catástrofe de Annual en 1921, cuando la realidad fue que el único responsable de aquel Desastre fue el comandante general Manuel Fernández Silvestre, que quiso conquistar el Rif él solo.
Sidi Mohammadi había sido discípulo del Cheikh argelino Sidi Ahmed Al-Alawi, fundador de esta escuela o Tariqa musulmana. Tras empaparse de la doctrina de su maestro se estableció en la antigua mezquita musulmana de la Loma de Los Vientos, nombre anterior al del Cerro de La Palma Santa. En ella predicó la doctrina alawiyah, cuyo nombre no debe ser confundido con el de la dinastía reinante en Marruecos, como le pasara al escritor Francisco Carcaño, que la llamó “alauita” en sus escritos de 1925. En 1938 fue derribada la mezquita indígena y se edificó la primitiva Zawiya, de cuyo origen parte el actual edificio, que no es propiamente una mezquita, pues carece de alminar y qibla. Todas las reformas y ampliaciones se sufragan con las aportaciones de los fieles y donaciones de los peregrinos que la visitan anualmente, salvo la reforma de la plaza de acceso realizada en los años 90 por el entonces presidente Ignacio Velázquez y la incorporación del arco flamígero llevada a cabo por el actual presidente de Melilla Juan José Imbroda, el año pasado.
Tras el fallecimiento en 1946 del fundador de la Zawiya melillense, su hijo Sidi Mimoun Mohammadi, conocido como el “Hach Mimón”, se hizo cargo de la dirección espiritual de esta cofradía musulmana, a la que ha llevado a su cenit, en cuanto a conocimiento, esplendor y dimensiones.
La casa de Sidi Mimoun “Hach Mimón” estaba abierta a cualquier melillense que quisiese acercarse a ella y conocer la historia y el presente de esta “cofradía” musulmana. Todos los jueves, al caer el Sol, celebran una cena ritual en recuerdo del profeta del Islam y que consiste en compartir un “cuscus” cocinado con leche, en compañía tanto del director espiritual de la Zawiya, como de los fieles invitados a la ceremonia.
Uno de esos jueves fui invitado personalmente por el Hach Mimón y además de pasar un rato que él consideró siempre como “un recuerdo inolvidable”, me permitió tomarle estas fotografías, a iniciativa suya, junto al Mausoleo que alberga los restos de su padre y fundador de la Tariqa.
Sirvan estas líneas de homenaje y despedida a un hombre bueno, que hizo de la discreción una norma de vida.
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