El empresario melillense falleció el pasado sábado tras luchar durante un año contra el cáncer.
Fue de los que tuvo que marcharse de su tierra para buscar un futuro mejor en Barcelona. No quería abandonar Melilla, pero las circunstancias económicas de la familia le obligaron a emigrar. Su experiencia personal como inmigrante en un lugar lejano a su ciudad de origen le hicieron ser muy sensible a todo lo que tuviera que ver con la migración. Sergio Cipriano Fernández fue un melillense que nunca olvidó sus raíces. Este empresario, que dejó los balances económicos por la escritura de novelas, falleció el pasado sábado 2 tras luchar contra un cáncer de estómago durante más de un año.
Sergio Cipriano, como firmaba sus libros, escribió una trilogía sobre los inmigrantes que llegan a Melilla. ‘La alambrada’ y ‘¡Oh, Rusadir!’ fueron las únicas que llegó a editar. El tercer libro, aún espera en un cajón ver la luz.
Su hija Eva Fernández explicó ayer a El Faro que la escritura fue todo un descubrimiento para la familia. Ninguno sabía que era una de sus inquietudes hasta que comenzó a narrar las historias de los inmigrantes que cruzan África para llegar a Melilla. Se sentía muy identificado con sus circunstancias a nivel emocional y esa sensibilidad se sumaba a su carácter solidario.
Eva resalta que escribir fue la pasión de Sergio Cipriano, pero que esta tarea tenía siembre varios objetivos detrás: Concienciar, informar y hacer pensar al lector sobre el tema que trataba en las páginas de su novela.
Ella asegura que las novelas de su padre les unieron aún más. Eva trabaja como cooperante internacional y los textos que escribía Sergio Cipriano estaban muy relacionados con la labor que ella desempeñaba. Afirma que los dos leían juntos las novelas antes de que las enviara a las editoriales.
El último trabajo de este escritor melillense fue ‘Charlemos’, la historia de un inmigrante que llega a Barcelona y que se implica en los movimientos sociales del final de la Dictadura. Se trata de un libro basado en sus experiencias personales. Ahora serán sus descendientes los que consideren publicar o no esta novela.
Un hombre de principios
Eva también describe a su padre como un hombre de principios, un ejemplo para toda la familia, pues nunca dejó de luchar contra las injusticias que se encontraba en su camino. Aunque pueda resultar controvertido, Sergio Cipriano estuvo muy vinculado al mundo del sindicalismo en su juventud y sus ideales los aplicó cuando consiguió formar una empresa familiar en el sector de la construcción.
Los valores sociales de este escritor eran tan firmes que decidió que los beneficios de las ventas de su novela ‘La alambrada’ se destinarán a la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Así lo aseguró la representante de Acción Sin Fronteras de Melilla, Sherezade Castillo, que fue la encargada de presentar la novela ‘¡Oh, Rusadir!’ en el año 2011 en la UGR.
Por otro lado, La hermana de este escritor, Adriana Fernández, resalta a este periódico la vinculación de Sergio Cipriano con Melilla. Asegura que era un enamorado de esta tierra, que siempre estuvo pendiente de las noticias de la ciudad y que era un miembro activo de la Casa de Melilla en Valencia, el lugar donde vivió los últimos días de su vida.
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