Se van. La crisis de vocaciones que afecta a diferentes órdenes religiosas, la recomposición de las comunidades cristianas o lo que sea provoca que las Hijas de la Caridad que prestan servicio en el Centro Asistencial de 'La Gota de Leche' se vayan definitivamente de Melilla el próximo 28 de noviembre de 2001.
Esta será una fecha lamentablemente histórica para la ciudad. Hay otra fecha de júbilo el 12 de octubre de 1.924, justo la que marca la llegada a Melilla de estas servidoras cristianas que se han dedicado única y exclusivamente a regalar generosidad y solidaridad a la sociedad melillense. Pues, lo dicho, se van. Un día antes, el domingo,27 de noviembre, el párroco de la Gota de Leche y obispo emérito de Málaga y Melilla, don Ramón Buxarrais oficiará un oficio litúrgico que va a sonar a 'hasta siempre'.
Llegaron en las postrimerías de las campañas de África para sustituir a las componentes de otra orden religiosa que no estaba muy de acuerdo con el Reglamento del Centro Asistencial ni con las decisiones del presidente de la Junta de Arbitrios, antiguo Ayuntamiento. Y llegaron sin pedir nada a cambio y dispuestas a darlo todo por nada sabedoras de las necesidades sanitarias y morales de una ciudad que acababa de vivir uno de los peores momentos de su historia. Guiadas siempre por el espíritu de San Vicente de Paúl, cogieron el vapor correo procedente de Málaga y aquí se han quedado durante 87 años, casi un siglo.
Dependen religiosamente de Granada aunque 87 años en Melilla ha provocado un proceso de adopción social de manera que se entiende poco la Gota de Leche sin las Hijas de la Caridad, especialmente teniendo en cuenta que llegaron a una ciudad dominada por la más absoluta de las miserias, sobre todo en lo tocante a la asistencia de niños y mayores. Han dado de comer, han enseñado a bordar, han atendido escrupulosamente a una casa-cuna y todo desde la atalaya del altruismo porque entre los objetivos de la comunidad cristiana que representan no se encuentra ni el progreso ni la economía ni nada que se le parezca.
¿Se va a notar el hueco que dejan?. Obvio y no sólo la ausencia de asistencias sino la pérdida de afectos ciudadanos porque desde aquel Día del Pilar del año 1.924, estas voluntarias consagradas en el nombre de Dios sólo han hecho bien a Melilla. Han conocido a residentes y familias, han animado a las buenas gentes del Voluntariado Social de Mayores y jamás han supuesto problema alguno para un centro necesitado de generosidad, un centro rudimentario –que fue- y que hoy es un ejemplo de atención social gracias, en parte, a las Hijas de la Caridad.
Pues se van dentro de unos días, cada una al destino fijado, haciendo gala de la misma disciplina que las trajo a Melilla hace 87 años. Habrá que anotar la fecha.
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