Tres jóvenes, acusados de forzar el perímetro del pantano de las Adelfas en marzo de 2011 para robar en las instalaciones, niegan haber estado allí.
“El acusado no comparece señoría”, es la frase más pronunciada en las últimas semanas por los auxiliares judiciales en la sala de vista de los juzgados de Melilla. El mes de ayuno del Ramadán influye notablemente en la comparecencia de los acusados por diversos delitos. La mayoría de las suspensiones de los juicios son por este motivo, en los casos en los que las penas solicitadas por el Ministerio Fiscal superan los dos años de prisión. En el caso de que sean inferiores a este tiempo, el juicio puede celebrarse en ausencia del acusado.
Pero los procesados no son los únicos que se ‘ausentan’ en los juzgados. Los policías nacionales y locales y los guardias civiles que son frecuentemente llamados como testigos también excusan su ausencia al coincidir la fecha del juicio con sus vacaciones.
Por ello, no son muchos los juicios que se celebran estos días en los juzgados de Melilla. En la jornada de ayer, el Juzgado de lo Penal 2 finalizó la mañana, después de dos suspensiones seguidas, con un juicio cuanto menos peculiar.
Cuatro jóvenes estaban acusados de un delito de robo con fuerza en las cosas, pero solamente tres se presentaron en la sala de vistas. Era la cuarta vez que estaban citados por unos hechos ocurridos el 19 de marzo de 2011 y la vista se había ido aplazando por la falta de uno de ellos hasta que ayer fue el día definitivo.
Los dos más jóvenes, de iniciales S.P.M. y M.A.B., negaron haber estado en las inmediaciones del pantano de las Adelfas a las 15:45 horas del 19 de marzo de 2011. En ese lugar, la Guardia Civil había visto un turismo negro con varias personas haciendo “movimientos extraños” y, de hecho, detuvieron a dos de los cuatro acusados, según los hechos descritos por la Fiscalía. Los dos jóvenes negaron haber abierto un hueco en el vallado perimetral del pantano de las Adelfas y forzar una de las puertas con la intención de robar en las citadas instalaciones.
El primero de ellos, S.P.M. aseguró que ese día y a esa hora estaba “durmiendo” en su casa, después de una noche de fiesta. La noche anterior al 19 de marzo se fue con su amigo “de toda la vida”, M.A.B. al Puerto Noray y como al final de la noche de fiesta estaba un poco “perjudicado” decidió marcharse a casa dejando en el coche de su compañero toda su documentación.
No fue hasta el día siguiente, cuando por la tarde le avisaron de que el coche de su amigo había sido requisado por la Guardia Civil por un “incidente” con el hermano menor de edad de éste.
Su amigo, M.A.B., fue el segundo en declarar. Negó haber participado en el supuesto intento de robo en el pantano de las Adelfas, pues ese día, justamente estaba en casa de su novia y sus suegros le habían invitado a comer. Por ello, difícilmente podía haber estado en el pantano de las Adelfas participando en unos hechos delictivos.
Declaró que, estando en la vivienda de su novia, su madre le llamó para contarle que habían detenido a su hermano menor “por un problema con un perro”. El ‘misterio’ del can se resolvió al final del juicio, tras el visionado de las grabaciones de las cámaras de seguridad de las Adelfas. Pues en las instalaciones hay un perro que vive en una casa a modo de vigilancia.
Estas grabaciones fueron finalmente reproducidas en el juicio, a pesar de los intentos de uno de los abogados defensores de impugnarlas. La juez no admitió la petición y los presentes vieron el vídeo. En la grabación, se observa a dos jóvenes que visten sendas sudaderas con la capucha puesta. Por tanto, era muy difícil identificarles. Uno de ellos rompe parte del vallado que rodea las instalaciones del pantano y mientras intenta abrir una puerta interior que da acceso a otras dependencias, el otro joven estaba en una posición vigilante. En otras de las imágenes ya se ven a tres jóvenes correr y, tras ellos, una patrulla de la Guardia Civil. Uno de los agentes consiguió detener a uno de los jóvenes ‘a la carrera’.
La ‘viva’ memoria de la Guardia Civil
La declaración del tercer acusado fue de lo más peculiar. No sabía quién conducía el coche con el que se cometieron los hechos delictivos ni conocía a las personas que supuestamente estaban también en el vehículo. Finalmente, con ayuda de su abogado la sala sacó en claro que el día de los hechos fue con su sobrino menor de edad a dar una vuelta en coche “por Melilla”. Más llamativa fue la comparecencia de uno de los guardias civiles. Aseguró que no se acordaba muy bien de lo que pasó ese día, después de tres años, pero ofreció una detallada descripción de la vestimenta de los cuatro encartados. Él solamente detuvo a uno de ellos y a pesar de saber ‘de pé a pá’ qué ropa llevaba, en la sala no consiguió reconocerle entre los acusados presentes.
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