El progenitor aseguró que el facultativo le echó “a la calle” y éste explicó que la paciente no revestía de gravedad y podía esperar mientras atendía un infarto.
Un médico del Hospital Comarcal fue absuelto ayer en el Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 2 tras ser acusado por un padre de no atender a su hija en Urgencias. El facultativo explicó que el denunciante estaba nervioso ese día y él también, pero dado que la paciente no revestía de gravedad, pues, al parecer tenía una crisis de ansiedad, se centró en otros casos más graves. Por su parte, el padre de la niña dijo que esperó más de una hora a que atendieran a su hija en Urgencias. La paciencia se fue consumiendo al ver que otros pacientes que habían ingresado más tarde que ellos eran atendidos antes por el doctor.
El médico explicó que ese día ingresó un paciente con un infarto de miocardio e incluso tuvo que dejar sin atención a éste debido a los “gritos” que el denunciante estaba profiriendo en la sala de espera. Un familiar del paciente con el infarto de miocardio declaró ante el juez que, efectivamente, se escucharon gritos mientras atendían a su padre.
Una crisis de ansiedad
Una enfermera del hospital, que declaró también como testigo, explicó que a la hija del denunciante se le sometió a la prueba del ‘triage’ que determina la gravedad de los pacientes que ingresan en Urgencias. Se clasifican a éstos en cinco niveles, siendo el primero el más grave. La hija del denunciante tenía un nivel cinco, según afirmó la enfermera, al parecer por una crisis de ansiedad.
El padre de la paciente aseguró que el doctor en todo momento se dirigió a él “con malos modales” cada vez que le exigía que atendiera a su hija. En el mismo tono, aseguró que el médico le dijo que le iba a “echar a la calle”. Finalmente, el denunciante indicó que se vieron obligados a acudir a un centro de salud porque su hija se quejaba de un “dolor en el pecho” y no podía respirar.
Desde el hospital llamaron a la Policía Nacional. Uno de los agentes que intervino explicó al juez que se entrevistó con el doctor y el padre de la paciente. El primero, según la versión del agente, se negó a atender a la niña si el padre no se calmaba. El segundo reiteró al agente que el médico le quería echar a la calle sin atender a su hija.
El policía explicó que, tras entrevistarse con los vigilantes y enfermeras que allí había, únicamente pudo constatar que denunciante y denunciado estaban alterados.
Finalmente el juez dictó una sentencia absolutoria al entender que las versiones de ambas partes eran contradictorias y las declaraciones de los testigos no eran suficientes como para vulnerar la presunción de inocencia. A ello se suma el hecho de que el enfrentamiento que pudo haber entre el médico y el padre de la paciente, no implica una responsabilidad penal.
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