La frontera de Melilla abrió sus puertas la pasada medianoche, después de dos años y dos meses cerrada. En este tiempo hemos visto languidecer nuestra ciudad asfixiada económicamente por el aislamiento y por la pandemia del coronavirus.
Con la inflación disparada y el paro y la natalidad bajo control, la ciudad recibe esta nueva era de las relaciones bilaterales entre España y Marruecos con sentimientos encontrados. Por una parte, los que quieren seguir como estábamos so pena de seguir perdiendo población y poder adquisitivo y, por otro, los que quieren que la frontera sirva para unir y no para separar familias y capitales.
Con la reapertura de este lunes enfilamos hacia la nueva normalidad aunque de manera gradual, como ya había advertido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Los primeros 30 días con la frontera abierta solo podrán pasar ciudadanos con autorización para circular por el territorio Schengen que, además, cumplan con el requisito de tener pasaporte covid con al menos dos dosis para entrar a Marruecos y con las dosis de refuerzo o certificado de recuperación para regresar a España. Y aquí ya tenemos el primer efecto positivo de la reapertura ya que muchos ciudadanos que no se habían vacunado por dejadez, miedo o desconfianza han hecho largas colas este lunes a las puertas del centro de salud de Polavieja para recibir el pinchazo.
Es sin dudas una buena noticia para el control del coronavirus que si bien, aumenta su presencia en nuestra ciudad, sus efectos son cada vez más atenuados lo que indica que la inmunización ha cumplido su objetivo y que es cierto que estamos viviendo la gripalización de la pandemia.
Hoy es un día histórico para Melilla y un día histórico para las familias de esta ciudad con raíces del otro lado de la frontera. Por encima de gobiernos y decisiones políticas están las personas y esta apertura es más emocional que efectiva porque de momento el dinero sólo circulará en dirección a Marruecos.
Nosotros les damos turistas, pero no los recibimos. Sólo si finalmente hay Operación Paso del Estrecho por Melilla vamos a empezar a notar los efectos positivos de la frontera abierta en la economía de la ciudad.
Hasta que no se restablezca el tránsito de mercancías no estaremos de lleno en la normalidad de las relaciones con el país vecino. Esta nueva etapa debe enseñarnos a valorar lo que tenemos y a entender la relación con nuestro vecino en una ecuación de igual a igual donde lo más importante tiene que ser que ganemos todos.