El líder de CpM asegura que Tel Aviv ya conocía el objetivo del viaje y tacha de “vejatorio” el trato recibido en el aeropuerto.
Mustafa Aberchán reclamó ayer que la Asamblea de Melilla emita un comunicado de rechazo ante los “graves” sucesos de los que considera fue protagonista entre la noche del domingo y la jornada de lunes pasados en el aeropuerto de Tel Aviv. En una rueda de prensa que había anunciado que ofrecería en cuanto lograse regresar a Melilla, el líder de Coalición por Melilla pidió a la Ciudad que exija “disculpas y una rectificación” a la Embajada de Israel por el “trato vejatorio” que dijo haber sufrido durante el tiempo que duró el trámite de su expulsión del país. Y fue más allá: También pretende que el Ministerio de Asuntos Exteriores presente una queja ante el Gobierno de aquel país.
Antes de llegar a esa conclusión, Aberchán presento el argumentario que, considera, sustenta su versión de los hechos, los mismos que redujeron a sólo un puñado de horas su viaje de ida y vuelta a Israel. En contra de la versión de la Embajada de ese país, que asegura que parte de la expedición melillense reconoció que acudía a “manifestarse”, el líder de la oposición en la Asamblea mantiene que el Gobierno de Tel Aviv conocía perfectamente el “noble objetivo” de su visita (“un mensaje de paz y solidaridad”) porque así se lo habían anunciado a la Embajada en Madrid a través de un largo intercambio de correos electrónicos. El fin del viaje era, según esa versión, constatar la evolución de los proyectos (invernaderos o colegios) sufragados en Palestina con fondos recaudados por CpM. La teoría del portavoz de la Embajada y la expulsión por el intento de “manifestación” fueron reducidas a la categoría de “ofensa” y “falsedad”.
España-Brasil por televisión
A partir de ahí, Aberchán recreó la cronología de los hechos que, siempre según su versión, llegaron a desembocar en “maltrato psicológico y casi físico”. El grupo, recordó, pisó el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv a las 23.50 del domingo y en los trámites de admisión, ante su “sorpresa”, fue dividido: 19 de ellos podían pasar, pero los restantes 21, incluidos los organizadores, quedaron “retenidos”. Aberchán sostiene que durante la espera fueron sometidos a un “interrogatorio caprichoso” sobre datos que ya habían presentado. Pese a todo, pudieron ver por televisión el España-Brasil de la Copa Confederaciones.
La versión del líder de CpM toma tintes más graves cuando recrea lo sucedido en las horas siguientes con la aparición de fuerzas de seguridad “de aspecto paramilitar”, “burlas” y la comunicación oficial de que no podrían pasar a Israel. La expedición decide no abandonar el país hasta poder contactar con la cónsul española en la zona y es entonces cuando, asegura, deciden “aislarles” en grupos de tres en “calabozos con rejas, barrotes y literas sin colchón”. Les retiran, supuestamente, los móviles e incluso, dice, “a algunos compañeros les obligan a bajarse los pantalones”. Nuevos “interrogatorios” y la comunicación final de que no podrían pasar al país “ni siquiera una hora”. En ese momento, se anima al resto de la expedición a seguir el viaje y se asume que ellos serán expulsados.
El último capítulo de la versión de CpM incluye un traslado “en furgón celda” el que “sólo nos faltó el traje naranja”, en clara alusión a los presos de Guantánamo. La supuesta alteración intencionada de los horarios del vuelo Estambul-Málaga por parte de las autoridades israelíes, que les obligó a comprar tres billetes nuevos por valor de 1.200 euros, puso el colofón a una experiencia que Aberchán tachó de “retención, detención, vigilancia exhaustiva y chantaje”.
A miles de kilómetros ya de Tel Aviv, Aberchán insistió en varias ocasiones en que “la ofensa de Israel se ha producido a la Asamblea y al pueblo de Melilla”. El último mensaje fue para la comunidad judía de la ciudad, porque a su juicio “sería saludable que diga algo”.
Una secuencia de hechos que no concuerda con la de la Embajada
El portavoz oficial de la Embajada israelí en España, Lior Haiat, ratificó ayer a varios medios de comunicación la versión de los hechos que ya había publicado un día antes El Faro. La legación insiste en que varios integrantes de la expedición, incluido el propio Mustafá Aberchán, reconocieron abiertamente a su llegada al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv que entraban en el país “con la intención de manifestarse” y que fue ése, precisamente, el motivo por el que les cerraron a tres de ellos las puertas de su territorio. El diplomático insiste en que su país no puede “consentir que ciudadanos extranjeros acudan a Israel con el objetivo de pertubar el orden establecido”, de ahí que decidieran retenerlos en una sala del aeropuerto y reubicarlos en el primer vuelo disponible de vuelta hacia Estambul. Según esa versión, la parte del grupo que no manifestó intención alguna de protagonizar “incidentes” pudo acceder sin problemas al país, como así hizo un grupo de expedicionarios que finalmente ha regresado ya a Melilla. Haiat esgrime “el derecho de Israel, como España y como cualquier otro país soberano”, a decidir los criterios de admisión de ciudadanos extranjeros, “sin tener que publicar las razones de por qué lo hace”. También es muy crítico con las supuestas intenciones de quienes acuden a su territorio con “ánimo de protagonizar manifestaciones”. A su juicio, el objetivo es “obtener publicidad para sus mensajes”, y “convertirse en héroes o mártires” para la presunta causa que defienden
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