El pasado miércoles día 11, en el marco de una visita a la Base de Adazi en Letonia, durante una reunión de la Subcomisión de Capacidades Futuras para la Seguridad y la Defensa de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, tuve la ocasión de visitar a los soldados españoles destacados en esa Base, en número de 550, como miembros del Grupo de Combate de Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN. Se me presentó la ocasión, que aproveché, de transmitirles durante unos minutos el orgullo que como español sentía por ser testigo de su esfuerzo y de su trabajo en el desempeño de sus cometidos en una misión callada y sacrificada. También me permití, en función del trabajo por el que los parlamentarios nos encontrábamos en Letonia, estimularles para profundizar en la percepción de su implicación en la defensa de la seguridad colectiva que representa la Alianza Atlántica y con ella la de todos nosotros, los ciudadanos de los países miembros de la misma. Por último, les animé a mantener todas las medidas de seguridad presentes hasta el fin de su misión que se culminará cuando se encuentren de vuelta en sus guarniciones de origen, con sus familias, mayoritariamente en Córdoba y Madrid, cuando este fin de misión se produzca y no antes.
En el mismo día que experimentaba esta positiva sensación por la ejecutoria de nuestros soldados, se producía en el Congreso de los Diputados el debate semanal de control al Gobierno. En contraste con lo que experimenté observando la mirada limpia y orgullosa de nuestros soldados, el debate me produjo la tristeza profunda de escuchar al presidente del Gobierno de todos los españoles asegurar que el Gobierno anterior permitía la presencia de “mangantes” en su seno, afirmación absolutamente inconcebible en un dirigente político con un mínimo talante democrático, que exige la elusión de recurrir al lenguaje canalla que tanto gusta a nuestro presidente. Rememoró con ello su triste intervención en un debate electoral en las elecciones de 2015, que ha quedado recogida en las hemerotecas, para su vergüenza y la de la auténtica memoria democrática de este país, en la que espetó al presidente Rajoy que España merecía tener como presidente a una persona decente y él (el presidente Rajoy) no lo era. En fin, una auto descripción del talante moral del presidente de todos nosotros, el señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
También me produjo una enorme tristeza escuchar a la Ministra de Defensa estructurar su respuesta a una pregunta del Grupo Parlamentario Popular sobre la sustitución/cese/destitución/cesión de la directora del Centro Nacional de Inteligencia, la señora Paz Esteban, aduciendo presuntas actuaciones impropias de anteriores gobiernos del PP sin querer entrar en detalles, o sea, amagando y no dando para no meterse en presuntos líos de decir falsedades, o lo que sería incluso peor, para advertir que, como hiciera Rubalcaba, sabía mucho de muchos. Triste ataque ad-hóminem a quien formula la pregunta, sin responder a la misma como es obligación de una Ministra del Gobierno.
El hecho real es que, si bien la semana anterior, defendió de manera contundente la integridad profesional de la directora saliente y sembró dudas sobre la responsabilidad del ministro de la Presidencia en la seguridad de los medios de comunicación utilizados por el presidente del Gobierno, en este semana ha asumido el relato del entorno más inmediato del presidente, sin referirse explícitamente a ello, pero llevando a cabo la sustitución/cese/destitución/cesión de la que fuera propuesta por ella como directora del CNI y produciendo con ello un movimiento en cadena en cuatro puestos de la cadena de mando político del Ministerio de Defensa.
De poco ha servido, lamentablemente, el apoyo proporcionado por el PP, VOX y Ciudadanos en la defensa, tanto de la directora del Centro Nacional de Inteligencia ante los injustificados ataques de los que estaba siendo objeto por parte de los socios del presidente del Gobierno, dentro y fuera del mismo, como en la defensa del propio Gobierno para apoyarle en la negativa a constituir una Comisión de Investigación sobre la actuación del Centro Nacional de Inteligencia en el desempeño de sus obligaciones, garantizando la seguridad de los españoles, con pleno respeto a todas las formalidades legales, frente a los que quisieron alterar la integridad territorial de España mediante procedimientos delictivos y aseguraron tener la voluntad de volver a hacerlo.
Existen muchos servidores públicos ejemplares tanto en el seno del CNI, como en el de las Fuerzas Armadas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Administración de Justicia, la sanidad, la docencia y tantos otros sectores, que se sacrifican por todos nosotros de manera abnegada, que asumen sacrificios muchas veces anónimos y riesgos en múltiples ocasiones muy superiores a los que asumimos el resto de los ciudadanos y que con mucha frecuencia no disponen de más protección a su integridad moral y a su trabajo que la que les puedan proporcionar sus jefes y en el caso de los servidores públicos los dirigentes políticos.
En contraposición a lo que sucediera en la película de Steven Spielberg, ‘Salvar al soldado Ryan’, en la que un grupo de militares norteamericanos en la segunda guerra mundial reciben la misión de salvar a un soldado cuyos tres hermanos habían muerto ya en combate, en esta ocasión, el Gobierno de España, el de todos los españoles, ha optado por dar la espalda a una de estas funcionarias ejemplares que durante más de 40 años se ha sacrificado, ha asumido penalidades, riesgos en beneficio de la seguridad de todos nosotros, sin que la mayoría de nosotros nos diéramos cuenta, de forma callada y casi anónima. Nuestros dirigentes en esta ocasión han optado, vergonzantemente, por abandonar a la soldado Esteban.
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