El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, que estará hoy en Melilla, no tendrá tiempo de recibir a un grupo de empresarios dedicados al transporte de mercancías. Es gente de negocios que está prácticamente en la ruina.
A los interesados en la toma de contacto con uno de los ministros más influyentes del Gobierno de Pedro Sánchez les han dicho que la apretada agenda de Ábalos en Melilla no deja espacio a escuchar las demandas de quienes están a punto de perderlo todo.
Ábalos estará hoy en nuestra ciudad en su versión más populista. Viene a inaugurar el Fuerte Victoria Chica, a cuya remodelación el Estado sólo ha aportado el 1% del presupuesto total de la obra. También viene a inaugurar 21 VPO, supongo que porque en este país, las viviendas de protección oficial son ya piezas de museo.
Sería una vergüenza para todos, que el ministro de Transportes viniera a Melilla y se fuera de rositas sin explicar por qué nos ha quitado rotaciones del barco y nos ha subido los precios de los billetes para viajar a la península.
El contrato marítimo que ha sacado a licitación el ministro Ábalos empeora la conexión de Melilla con la península y es el peor que vamos a tener en el último cuarto de siglo. ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados?
No sabemos si el interés por la visita del ministro de Transportes a Melilla salió de Madrid o se propuso desde Melilla. En cualquier caso, al autor de la brillante idea hay que ponerle un monumento en nuestra ciudad. Quizás a la vera de Franco, aprovechando que el tripartito sigue sin decidirse a retirar la estatua del dictador que está a la entrada del Puerto. Con la falta que les hace un golpe de efecto y le dan largas. Supongo que estirarán el cuento hasta que entremos en campaña electoral.
Ábalos no es bienvenido en Melilla. Es importante que lo sepa. No podemos recibir con sonrisas y aplausos a quien nos recorta nuestros derechos. Lejos de entender su visita como un guiño de complicidad del Gobierno central, la asumimos como una tomadura de pelo. El ministro debe saber que para que la normalidad llegue a esta ciudad, no nos basta con la vacuna contra la Covid. Para un territorio extrapeninsular es muy importante estar conectados diariamente con la península. Y eso, gracias a la bazofia de contrato marítimo que nos ha sacado a licitación el Ministerio de Transportes, es un derecho perdido.
Aunque no hay confirmación oficial, empiezan a circular ya los rumores de una nueva suspensión de la Reunión de Alto Nivel con Marruecos. Para nosotros, más que una mala noticia es un puñetazo en la boca del estómago. Nuestra situación es límite y necesitamos que el Gobierno de España entienda que el futuro de esta tierra depende de la astucia con que consiga sentar a Marruecos a negociar.
Me comentaba un empresario de Melilla que no entendía por qué ninguno de los partidos que ha gobernado España ha apostado por que nuestra ciudad crezca como lo hace Gibraltar, por ejemplo. Para ello no sólo hacen falta leyes diferentes sino mover situaciones que hasta hoy han sido inamovibles.
Hablan, por ejemplo, de buscarle utilidad a terrenos como los que están entre la Hípica y Dique Sur, que pertenecen a Defensa y llevan sesenta años muertos de asco sin que se les dé algún uso en beneficio del desarrollo de esta ciudad.
Eso es sólo un ejemplo. Podemos, seguramente, encontrar más. Melilla necesita, cuando antes, una reconversión económica y eso no se puede hacer sin ayudas del Gobierno central y de Europa. No queremos un trato diferenciado. Queremos, cómo mínimo, que nos traten como a las comarcas mineras de León.
Pero no sirve de nada, seguir invirtiendo en Melilla si a nuestro vecino Marruecos no se le deja claro que esto es España y que no hay cosoberanía posible. El dinero, como bien sabe el ministro Ábalos, huye de la inestabilidad. Ningún empresario que no haya nacido aquí y que esté en su sano juicio invertirá dinero en Melilla si no tiene claro que el Gobierno central apuesta en serio por esta tierra. Cancelar la visita de los Reyes, no es una buena manera de demostrarlo.
Con eso, lo único que conseguimos fue envalentonar al primer ministro marroquí para que soltara a bocajarro que cuando acaben con el tema del Sahara, irán a por Melilla y Ceuta, a las que consideran ciudades marroquíes.
Es importante que el ministro Ábalos regrese a Madrid convencido de que en Melilla no estamos contentos con la tibieza de nuestro Gobierno con Marruecos. No podemos aguantar indefinidamente con el vaho encebollado de Rabat en la nuca. Nuestra ciudad se muere y no entiendo cómo es posible que los mismos empresarios que hace unos años le montaron una manifestación a Imbroda, ahora no salgan a la calle a protestar. Sólo se me ocurre un motivo: ya han muerto.
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