EL balance de criminalidad de 2019 es brutal para Melilla aunque para ser justos hay que decir que va en sintonía con lo que ha ocurrido a nivel nacional, donde también han crecido los delitos de manera llamativa. Esto refuerza mi teoría de que los ‘progres’ siempre, siempre, estén donde estén, hacen buenos a sus predecesores.
El año pasado tuvimos en la ciudad un crecimiento de la criminalidad del 1,7%. Este dato está por debajo de la media nacional (3,3%), pero para que nos hagamos una idea, tenemos más del doble de delincuencia que Ceuta (0,6%) y casi 10 veces más que en El Ejido (similar población en cuanto a número y multiculturalidad), donde las infracciones penales bajaron un 8,2%.
En Melilla han aumentado un 700% los homicidios dolosos y los asesinatos en grado de tentativa. Los juristas seguramente podrán explicarlo mejor, pero para que se entienda a pie de calle: han aumentando los intentos fallidos de matar a personas en esta ciudad, al pasar de 2 en 2018 a 8 en 2019. Pero también se ha incrementado el número de homicidios consumados (1). Vamos, que estamos que nos salimos. Somos, como diría Billy El Niño, de gatillo fácil. Estamos en racha.
Las cifras del balance de criminalidad de 2019 dan más de sí. También han aumentado el año pasado en Melilla las riñas tumultuarias; los delitos contra la libertad e indemnidad sexual; las agresiones sexuales con penetración y los robos con violencia e intimidación. Curiosamente bajaron los robos en domicilio, los robos de vehículos y los robos con fuerza en establecimientos, domicilios y otras instalaciones. No quiero ser cruel, pero supongo que con la crisis que hay en esta ciudad ya no queda nada que robar en las naves del polígono del Sepes y con todo lo que nos han asaltado las casas ya las tenemos desvalijadas. Normal que se note en las estadísticas. En cuanto al descenso en la sustracción de coches, no voy a ningunearle el mérito a las Fuerzas de Seguridad. Es evidente que han hecho su trabajo y se nota.
Personalmente siempre me ha costado mucho entender cómo es posible que un turismo desaparezca, se esfume y consiga salir por la frontera en una ciudad de poco más de 12 kilómetros cuadrados, vallada y vigilada por todas partes. Aquí, señoras y señores, tiene que haber ninjas. No es normal y por eso no me explico cómo lo hacen. Por lo visto Policía Nacional y Guardia Civil les han pillado el tranquillo. La cosa parece que mejora.
Resumiendo, la criminalidad va a más en Melilla y eso es mérito de la Delegación del Gobierno. Lo era en la época de El Barkani, y cómo no, lo es ahora con Sabrina Moh. Seguimos viviendo en una ciudad donde siguen faltando agentes. La plantilla sigue mermada y los reclamos en tiempos de Imbroda y Rajoy ahora han caído en saco roto. Boquita cerrada y a otra cosa, mariposa.
No podemos permitir que quienes nos prometieron el cambio nos den ahora más inseguridad ciudadana. Queríamos cambiar para bien, pero se ve que no entendieron el mensaje de la ciudadanía.
Eso sí, por favor, ahórrense el timo de querer vendernos la comparativa de los datos con los años 90 o principios de los 2000. Lo normal es que estemos mejor. Lo contrario sería de juzgado de guardia. Nos quedamos con que tenemos una criminalidad superior a la de 2018, un año en el que ya estábamos bastante mal. Y que conste, que estas estadísticas sólo recogen las denuncias registradas. A saber todo lo que pasa por ahí y se queda sin denunciar porque a la gente le da pereza acercarse al cuartel de la Guardia Civil o a la Comisaría de Policía Nacional.
Llevamos demasiados años hablando de lo mismo. Vamos irremediablemente a peor, pero seguimos sin tocar fondo. Tenemos que exigir a nuestros políticos que hagan su trabajo, que asuman su responsabilidad y que dejen de tomarnos el pelo vendiéndonos la moto de que estamos mejor que antes. No es cierto. La gestión de la Delegación del Gobierno sigue siendo funesta en esta ciudad. Es cierto que El Barkani dejó el listón muy alto. Superarlo será difícil, pero Sabrina Moh apunta maneras. Se le notan las ganas de disputarle el título. En un año al frente de la Delegación es suyo el logro: un 1,7% más de criminalidad en Melilla. Si estábamos mal, con ella estamos peor.
Los ciudadanos deberíamos tener la capacidad de reclamar a los políticos que justifiquen sus sueldos y si no consiguen resultados, que los devuelvan. No es de recibo que se embolsen salarios que triplican y hasta quintuplican lo que gana un trabajador normal y que a la hora de rendir cuentas les tengan que preparar un argumentario para explicar lo inexplicable.
Si la delincuencia ha ido a más en Melilla y desde la Delegación del Gobierno no se sabe cómo frenarla pues habrá que cambiar a la persona que lo gestiona. La solución no puede pasar por pedirle a los habitantes de esta ciudad que se recluyan en sus casas para evitar que intenten matarlos o robarles el bolso en cuanto pisen la calle.
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