Opinión

A mi grande y buena madre Carmela

Si la memoria no me falla, nos dejaste querida madre el 13 de diciembre de 1975, 49 años serán en esa fecha, un mes antes, noviembre del mismo año también falleció nuestro querido padre Antonio, tu fenomenal esposo. A ambos os seguimos recordando cada día como si fuese ayer con mucho cariño y añoranza. Vuestros cuatro hijos no os olvidamos. Bueno, por desgracia, vuestro segundo hijo Rafael, el 19 de octubre hará dos años que se reunió con vosotros al cuál con mucho cariño también echamos de menos, era cariñoso como ninguno… Aún recuerdo sus palabras cuando hablábamos por el móvil: «Mi querido hermano cuánto te quiero».

El año 75 de triste recuerdo por esos fallecimientos de nuestros padres, él en los primeros días de noviembre y ella un mes después. Paradojas de la vida ese mismo año, el 14 de mayo nació en Manresa nuestra primera hija Mónica, una rubita muy linda con los ojos azules como su bisabuela Carmen que había tenido un puesto de fruta y hortalizas en el Mercado Central de Melilla (la llamada Plaza). Gran alegría y mis padres acudieron a Manresa a conocer a su nieta, poco tiempo estuvieron por desgracia, ya llegaron con secuelas de enfermedad que les obligó a coger dos vuelos y regresar a Melilla tras hablar con mis hermanos (éramos cuatro varones). Fue llegar a Melilla, visita médica y posterior ingreso en el hospital en ese mismo mes de junio, y por desgracia, de allí salieron solamente para el cementerio melillense de La Purísima, sí ese que mi gran amigo melillense afincado en Málaga y ex cartero como yo sigue reivindicando que sea denominado: CEMENTERIO NACIONAL DE HÉROES Y MÁRTIRES DE ESPAÑA, pero de momento, las autoridades de Melilla ni caso.

Mi madre, nuestra madre falleció con solo 53 años en la flor de la vida pero, con innumerables dolencias especialmente óseas y de reuma, yo siempre la recuerdo y la ayudaba todo lo que podía por ello, con muchos dolores con mucha dificultad para caminar y bajar esas largas escaleras de mi barrio, el Monte María Cristina para comprar en el mercado era un suplicio. Cuando la acompañaba dábamos un rodeo menos dificultoso por calle Sherlock. Y claro, yo le llevaba la cesta o canasto y en casa tanto mi padre como todos sus hijos hacíamos la faena que podíamos, encargándose ella de la comida. En ese sentido. Decir, que tuvo gran ayuda además de su hermana, mi tía Ani que vivía a solo 30 metros subiendo la escalerita corta desde calle F a calle A (ahora llamadas Río Segura y Río Ebro), también su hija o prima mía (DEP) Ana Mari, ayuda siempre que tenía ratos libres. Éramos una gran familia muy unida.

Si viviese, cosa imposible, tendría 102 años, cuánto hubiese disfrutado de sus 6 nietos/as y 6 biznietos. Solo conoció que yo recuerde a las dos de mi hermano mayor, al mayor de Rafa y a mi Mónica.

Era una gran madre que se desvivía por sus cuatro hijos, también por sus sobrinos/as. No aprendió nunca a leer ni por tanto a escribir, las cartas de mis hermanos mayores cuando estuvieron fuera por la mili y la policía nacional se las leía yo, o mi padre, como cuando estuve en Manresa de cartero o en San Fernando de marinero, se las leería él. No pudo ir al colegio era la hermana mayor y gran ayuda en casa con sus hermano/as desde bastante joven. Por si fuese poco perdió el ojo derecho por una fatal enfermedad que en aquellos tiempos no tuvo solución. Eso sí, con un solo ojo veía más que nosotros con dos, si se caía algo pequeño al suelo, como una aguja o alfiler era la primera en encontrarlo.

Que sepas madre mía que te sigo queriendo como cuando era un chaveilla rubio, degaldito y blanquito, al cual dabas gran cariño como a todos los demás. Toda la vecindad y barrio cercano te quería, fuiste una gran persona amiga de todas y todos. Aunque ya no estés con nosotros desde hace mucho tiempo, ¡QUE SEAS FELIZ ALLÁ ARRIBA QUE SEGURO ESTARÁS Y BIEN ACOMPAÑADA!

Aprovecho la ocasión para felicitar también a todas las madres. Madres no hay ninguna mala y si existe, no la conozco. Son prodigio de mujeres y luego abuelas de gran corazón y ayuda a sus hijos. Entre ellas felicito a mi fenomenal esposa y madre de cuatro hijos, a mis hijas, nueras y cuñadas. ¡SOIS MUY GRANDES TODAS, QUE DIOS OS BENDIGA!

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