La compañía Air Nostrum ha hecho un balance muy positivo de su apuesta por la conectividad de Melilla con el mundo civilizado y ha adelantado que este verano mantendrá los vuelos con ocho ciudades españolas. De esta forma, desde nuestro aeropuerto podremos volar con un descuento del 75% a Málaga, Sevilla, Granada, Almería, Madrid, Barcelona, Gran Canaria y Mallorca.
¿Podrán venir a Melilla alegremente los malagueños, sevillanos, granadinos, almerienses, madrileños, catalanes, canarios y mallorquines? Me temo que no. Cuando vean los precios que se gasta Air Nostrum se quedarán con cejas hacia arriba y boca ovalada.
La aerolínea que ahora mismo tiene el monopolio de los vuelos a Melilla también asegura que ha aumentado en un 35% la oferta de plazas en la ciudad, comparado con los datos prepandemia de 2019. Según su autobombo, están constantemente monitorizando el mercado para cubrir cualquier pico de demanda y hacen una apuesta "clara y contundente" por la ciudad.
Lo que no ha contado Air Nostrum es que quien no tenga acceso a la rebaja del 75% en el precio de los billetes se enfrenta a tarifas de avión de 1.200 euros, casi lo mismo que se paga por ir desde Madrid a La Habana, en Navidad y sacando el billete de un día para otro.
La pregunta es de cajón: ¿por qué sale tan caro volar a Melilla si hay subvenciones públicas y bonos turísticos?
Es cierto que la inflación ha subido una barbaridad. Es cierto que el combustible está por las nubes. También es cierto que las aerolíneas necesitan recuperarse de todo lo perdido durante los estados de alarma de 2020. Pero los ciudadanos necesitamos que nos expliquen a qué se deben esos precios desorbitados que no ayudan a la recuperación económica de Melilla ni a su conexión con el resto del mundo.
Los melillenses no podemos seguir tolerando estas tarifas porque son inadmisibles. Tampoco podemos esperar a que el Gobierno de Melilla consiga una solución en la reunión que tiene prevista para poner sobre la mesa iniciativas que ayuden a rebajar los precios de los billetes para los no residentes.
Se ha hablado mucho de la ayuda social para las familias que tienen que viajar a Melilla en caso de fallecimiento de un pariente y se encuentran con estos precios de avión desorbitados y al duelo por la pérdida tienen que añadir también un desembolso importante. ¿Cuántos trabajadores españoles tienen a día de hoy 1.200 euros en su cuenta corriente, disponibles para viajar a un funeral?
No puede ser más barato volar a Nueva York que venir a Melilla. Eso es indefendible. Por eso hay que luchar por ampliar nuestro aeropuerto de manera que puedan volar a la ciudad otras compañías y otros tipos de aviones. La competencia es saludable y ayuda a abaratar los precios.
Pero eso es justo lo que no tiene Air Nostrum en Melilla: aquí no hay quien compita con ellos porque tienen adjudicado el servicio público.
De la misma manera que la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, dice que en el nuevo contrato marítimo se impondrá a las compañías un tope para que subir el coche al barco no salga por más de 60 euros, hay que poner un límite al precio de los billetes de avión.
O de lo contrario hay que pensarse si se retiran las ayudas públicas. Pero no podemos seguir subvencionando estos sablazos. Los melillenses tenemos que tener las mismas posibilidades de viajar que cualquier otro español.
El sentido de las ayudas públicas no puede ser conseguir única y exclusivamente la solvencia económica de la compañía adjudicataria de un contrato con la Administración. En teoría hay subvenciones porque reconocemos que las líneas aéreas con Melilla son deficitarias. Pero el objetivo de ese dinero es que los melillenses estén en igualdad de condiciones que el resto de españoles a la hora de moverse por territorio nacional.
Quizás la manera más sana de equilibrar los precios sea incentivando la competencia y no favoreciendo los monopolios. Ahora mismo estamos a merced de Air Nostrum y presos de la pasividad del Gobierno de Melilla, que si bien ha reconocido que tenemos un problema, no lo veo con capacidad de gestión ni relaciones solventes en Madrid para solucionar este problema antes de las elecciones que deberían convocarse en 2023.
Si el Gobierno de la Ciudad no ha sido capaz de conseguir que el nuevo contrato marítimo incluya ni siquiera la subida del IPC, cómo vamos a pedirles que alcancen un acuerdo en Transportes para que un turista no se quede en estado shock cuando vea lo que le cuesta volar a Melilla.
No podemos seguir creyendo que estas cosas son normales porque no lo son. Tenemos que entender que lo normal es poder afrontar viajes imprevistos sin necesidad de hacerse el harakiri. No puede ser más barato ir al desierto del Kalahari que venir a Melilla. ¿Estamos locos?
Hay que repensar el sistema de subvenciones públicas a compañías que están haciendo el agosto con la conexión aérea de Melilla.
El avión no puede convertirse en nuestro AVE. Es cierto que contratando con tiempo nos podemos ir a Miami por 132 euros, saliendo desde Melilla, pero cuánto le cuesta a un residente en la Florida darse un saltico hasta aquí. Somos prohibitivos.
Si la frontera no abre y los turistas no llegan, ¿cuánto tiempo creen que podemos aguantar así? No lo olviden: a la fuerza ahorcan.
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