Antes de las vacaciones navideñas impartió su última clase como docente después de 43 años dedicados a la educación en Melilla. Él es Carlos Rubiales, el gran profesor de Dibujo, y precisamente ayer disfrutaba de su primer día de jubilación que, en una conversación previa que mantuvimos, le calificaba como “muy merecida”. Rubiales es muy conocido en el mundo académico pero sobre todo también en el cofrade y en el religioso. Su célebre programa “Cruz de Guía” es una referencia para todos los cristianos en cuantas actividades se llevan a cabo en la ciudad.
-¿Ha evolucionado para bien o para mal la enseñanza desde entonces? ¿Por qué?
-La enseñanza ha ido evolucionando a tenor de los tiempos, si bien es cierto que, con tantos cambios de leyes, esa evolución ha sido, más bien, una involución.
-¿Qué diferencia a los estudiantes de los 80 a los del año 2023?
-Los estudiantes han cambiado al ritmo de los cambios sociales. En esta última etapa, donde todo lo que suponga un suspenso traumatiza, y donde las estadísticas son más importantes que la formación, la educación y el desarrollo intelectual, moral y físico, hace cada vez la desmotivación sea mayor. ¿Para qué un esfuerzo y si al final voy a pasar de curso?
-¿Qué cree que le falta a la educación en España?
-Una ley consensuada, donde los valores del sacrificio, el esfuerzo, la disciplina… se potencien. No digo que el alumno tenga que sufrir, ni mucho menos, pero que se tenga en cuenta que no todos los alumnos son iguales. Hay alumnos, creo que la mayoría, que quieren formarse, pero hay un colectivo que tienen a los institutos y colegios como un pasatiempo, cosa que nunca entenderé, porque aguantar seis horas sin hacer nada, resulta chocante.
Por otra parte, algunos padres creen que sus hijos son la flor y nata, a muchas veces son los que más la lían. Al final, esos padres son los que protestan por todo y no ven que los causantes son sus hijos.
-Atesorará cientos de anécdotas, cuéntenos la que se le está viniendo a la cabeza en este momento.
-Al principio de dar clase, sería el primero o segundo año, un alumno de primero de BUP le cogió una lámina a una compañera, cuya lámina estaba suspensa, y le puso un diez. Le llamé la atención y me dijo: “Es que le hacía ilusión sacar un diez en una lámina”
-¿Enseñar dibujo se diferencia mucho de, por ejemplo, la historia?
-Las asignaturas relacionadas con el dibujo tienen un doble componente, la parte teórica y mucha práctica. A dibujar se aprende dibujando y aplicando toda la teoría que te lleva a la práctica, sobre todo en Dibujo Técnico, en todo lo referente, tanto a la geometría plana como a los sistemas de representación con la geometría del espacio.
Y todo lo relacionado con la dimensión artística, dibujo del natural, pintura… son disciplinas muy complejas que necesitan de una buena formación, enseñar a ver para poder hacer.
-¿Qué es lo que el alumno respeta más en un profesor?
-La seriedad en sus planteamientos, la coherencia en lo que se les dice y con lo que hace, en definitiva, predicar con el ejemplo. A partir de ahí, no cabe duda, que el conocimiento de la materia y, sobre todo, la transmisión de ese conocimiento. Que el alumno entienda lo que se le explica y, por último, la objetividad en las calificaciones.
-Después de 43 años, ¿a qué se va a dedicar ahora?
-Estoy estrenando nueva etapa, no tengo un plan prediseñado, pero seguiré con todas aquellas cosas que antes tenía menos atendidas, como la pintura, mis montajes de vídeos, etc. y sobre todo disfrutar de la familia, del tiempo que se me regala.
-¿Echará de menos a los alumnos?
-Mucho, son parte de mi vida, no hay una profesión más gratificante que la enseñanza, a pesar de que, a veces, sale uno de clase echando chiribitas.
La gran recompensa es cuando, pasados los años te encuentras con alumnos que reconocen todo lo que hiciste por ellos. Tengo grandes amigos entre mis alumnos.
-Tratándose de un hombre de fe como usted no se puede concluir la entrevista sin preguntarle por la figura de Benedicto XVI
-El papa Benedicto XVI ha sido un gran papa. La Iglesia de hoy le debe mucho, no solo por su teología sino, en estos últimos años de su vida por la oración constante por la Iglesia y el mundo. Estamos necesitados de la oración, “pedid y se os dará; llamad y se os abrirá”, esa es la actitud, donde nuestras fuerzas no llegan, llega la oración. No cabe duda que es un doctor de la Iglesia, y posiblemente un futuro santo.
De los mejores profesores que he tenido. Se le recuerda con mucho cariño aunque nos hacía sudar tinta (y nunca mejor dicho) con las dichosas láminas
Espero que disfrutes de esta nueva etapa, más que merecida, con mucha salud.