María está tumbada sobre su cama. Una mano se desliza con sutileza entre sus piernas. En la otra mantiene su smartphone. Está completamente desnuda. Tiene quince años y se está grabando en actitud erótica. Son poco más de las doce de la noche. Sus padres ya están durmiendo. Se siente adulta en su cuarto de princesa. La grabación no llega a los treinta segundos. María le envía el vídeo al chico que se lo ha pedido. A través de Whatsapp todo se ha vuelto instantáneo. Ella borra la grabación de inmediato. Al día siguiente, toda su clase conoce el vídeo. Al otro, la clase paralela. Al cabo de una semana es famosa en todo su instituto. La historia de María es imaginaria, pero no lo es el intercambio de material pornográfico en el recreo de los institutos españoles. El 50% de los niños de 15 años ha enviado, al menos una vez, fotos, mensajes o grabaciones eróticas a otras personas a través de su teléfono o internet.
Juan Antonio Martín, especialista en delitos telemáticos de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla, dio a conocer este dato durante las jornadas sobre maltrato en la infancia, que se celebraron ayer, por tercer día consecutivo, en el salón de grados de la UNED.
Al envío de imágenes eróticas captadas por uno mismo a través de un dispositivo móvil o internet se le conoce como sexting. Una práctica, según Martín, en alza entre nuestros jóvenes. “Es muy típico que se mande material erótico entre parejas de niños y adolescentes”, dijo. Pero Martínez advirtió de que la mayoría de las revelaciones las difunden precisamente exparejas. Así, la venganza por la ruptura se hace a través de las redes sociales. “Tenemos que pensar que nuestra novia o novio actual quizá ya no lo sea mañana y podría difundir fotos y grabaciones entre otras amistades”. Cuando la información privada salta a la esfera pública, el daño es prácticamente irreversible. “En el momento en el que le damos a ‘enviar’ hemos perdido completamente el rastro de la imagen enviada”, manifestó.
Para evitar este tipo de situaciones, Martínez, explicó que lo primero es valorar con quién se comparte material íntimo, pero insistió que lo ideal es “no dar pie” a la posible difusión de imágenes personales. “Debemos actuar con prudencia y evitar mandar imágenes en situaciones íntimas a nuestros contactos”, apuntó.
Avance tecnológico
El sexo online no es nuevo. Pero las maneras de practicarlo evolucionan a la par que la sociedad. Las nuevas tecnologías “cambian la conducta de las personas”, desde el trabajo hasta la cama.
El sexting se ha extendido unido a ese desarrollo imparable de las nuevas tecnologías y el acceso generalizado a ellas. “Un 95% tiene hoy en día un móvil”, manifestó.
Dimensión legal
Además del riesgo de pérdida de privacidad “con las consecuencias psicológicas que eso pueda provocar”, el sexting tiene una dimensión legal. “Tener o reenviar fotos de menores desnudos es un delito, incluso si el que lo hace es otro menor”, recalcó Martínez. “En el caso de tratarse de un adulto, se contemplan penas de hasta nueve años de cárcel”, continuó.
Cuando se manda este tipo de material de un adulto sin su consentimiento se trata de “revelación de secretos”, cuya condena puede ser de uno a cuatro años.
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